Anoche me dormí creyendo que todo es una historia con final feliz, ¿pero para cuando el final? Y lo mas importante ¿será feliz? No lo sabia así que solo me dormí pensando en que habría un final y de los felices.
Cuando la alarma de mi móvil sonó yo abrí mis ojos creyendo todavía esa pequeña mentira de que mi vida era un cuento.
Solo veía la oscuridad de mi habitación con la alarma de fondo, los primeros pensamientos eran los de mi futuro cumpleaños que sería dentro de dos días nada mas.
Pesaroso me puse de pié, encendí la luz y apagué la alarma. Miré a mi alrededor y veía mi puerta semiabierta, eché un vistazo fuera y escuché como mis padres se preparaban su desayuno.
Me vestí y bajé, todos se habían echo su desayuno y solo quedaba yo, di los buenos días a todos y nadie respondió, me dio bastante igual que nadie se molestase en responder a mi saludo, eso era lo de todas las mañanas.
Pude tomar mi desayuno tranquilo y sin prisas, podía ir a la parada de buses con calma y sin ninguna preocupación, abrí la puerta de la calle y esperé a que alguien me dijese un simple hasta luego, esperé un rato y veía como todos pasaban cerca de mi, sabían que pronto me iría al instituto, pero nada, me cansé de esperar y cerré la puerta de mi casa, caminé por alejarme de ahí e intentar pensar que eso de darle dos besos a tu madre antes de salir era para críos, que un abrazo de tu padre era de inmaduros y que un te quiero de tu pequeña hermana es ser un cursi.
Llegué a mi parada y estaban los de siempre, Llanos, una choni con menos ropa que luces en la cabeza, Kike, un deportista borde con pocas ganas de hacer amigos y Casandra, una pija centrada en su móvil mas que en sus amigos o familia.
Me quedé de pie al lado de la parada alejado de ellos, no tenía muchas ganas de establecer conversación con ninguno.
La choni comenzó a presumir de el buen novio que tenia a la vez que enseñaba fotos de el, me alegré de estar lejos de ella, pero aún así la escuchaba. Cogí mis auriculares, los puse en mi móvil y a escuchar algo que de veras me interesase, mi musica.
El bus se retrasaba, y el frío mañanero me arropaba, a veces temblaba pero lo intentaba disimular, no se porque pero lo disimulaba. Miré al cielo y vi un azul muy oscuro que se tornaba en un morado, del morado al naranja y por las montañas el sol se asomaba muy cauteloso, rodeado de una franja blanca y las nubes decorando ese cielo mañanero tan poco común, y se me vino a la mente la frase "erase una vez..." pero no supe continuar, me dediqué la pequeña espera del bus a pensar una continuación a esa frase, no me dio tiempo a pensarla ya que el bus llegó.
Comenzamos a subir uno tras otro, no me fijé muy bien en quien subió antes que yo, ni en el orden exacto en el que subimos pero si sabía que yo subí el último.
Busqué mi asiento, al lado de un chico llamado Juanra, desde que empezó el instituto me sentaba junto a el, tanto para la ida como para la vuelta. Sabía que nadie me quitaría ese sitio ya que Juanra no es que se diga el chico popular y rodeado de gente al que invitan, era aun mas rarito que yo, por eso me caía tan bien, ni a el ni a mi nos invitaban a sitios, pero había algo que nos diferenciaba, el se esforzaba en ir tras todos y mendigar una invitación a quedadas, yo en cambio me callaba ya que solo quería a esos supuestos amigos para estar con alguien en el recreo, antes no era así, antes les hubiese confiado mi vida a todos, pero las cosas cambian."Cambio", que palabra tan curiosa, puede dejarte ciego o hacerte ver muchas cosas, es una palabra que con el determinante 'el' puede mostrar un respeto increíble e incluso dar miedo, tal vez sea eso lo que yo necesite, un cambio, El Cambio.
Volviendo al bus, encontré a Juanra, no estaba ni muy atrás ni muy delante, estaba en el centro.
Me fui acercando a mi sitio y Juanra comenzó a darse cuenta de que yo había subido, al instante el me mostró una sonrisa muy brillante, yo le devolví el gesto con otra sonrisa y al final me pude sentar.
Como siempre comenzamos a contarnos el resumen de nuestras tardes pasadas. Él fue quien empezó.
Me dijo en un principio que sus padres le obligaron a limpiar la casa para después regañarle por no hacer las tareas que si había terminado, y el tenia deberes, los debería de haber echo pero no le dio tiempo por culpa de sus padres.
ESTÁS LEYENDO
Un Corazón Y Una Guitarra
Teen FictionHarto de una rutina diaria decide dejarlo todo y vivir según le guíen sus instintos e impulsos.