Capítulo 1: Lower East Side.

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Después de sacar al hombre del río y dejarlo en la orilla, caminé hasta la ciudad y robé un auto de un estacionamiento. Estaba herido, necesitaba atención médica pero no podía ir a un hospital, me acomodé el brazo derecho que tenía desmontado y conduje sin rumbo un par de horas tal vez más. Había llegado a Filadelfia, era de noche, no conocía a nadie.

Detuve el auto y busqué algo que me sirviera de éste, una sudadera en la parte trasera, algunos billetes y unas cuantas monedas en la guantera. Dejé el auto con las llaves adentro y caminé. Tenía hambre aunque no me sentía débil. Tiempo después vi una cafetería a lo lejos, entré y pedí lo que me alcanzara con algunos billetes.

Al menos un café caliente y un emparedado de jamón me daría fuerzas para seguir adelante. Esa noche dormí, en lo que cabe, en la banca de una parada de autobús. Abrí mis ojos por la mañana y vi una niña de coletas verme curiosa el brazo. La madre de la pequeña la alejó de mí al ver mi brazo metálico. Lo oculté bajo la manga y empecé a caminar.

Cada vez recordaba más y más cosas sobre mi pasado. Venían a mí momentos con Steve Rogers. Él había sido mi amigo, mi familia, mi hermano. Lo sabía, aunque no entendía por qué debía asesinarlo.

Conseguí un aventón hasta New York, los rascacielos se levantaban frente a mis ojos. Recordaba todo tan diferente, había estado ahí un par de años atrás pero era confuso. Al parecer habían borrado mi memoria, no sabía si era real o no.

Tomé una gorra del auto de quién me hizo el aventón, al parecer era un anciano un poco extraviado. Necesitaba pasar desapercibido y eso me ayudaría, seguí mi rumbo hasta llegar Lower East Side. Llegué ahí por instinto. Era tarde, no sabía qué hacía ahí realmente.

Caminé por el barrio observado los edificios de apartamentos. Algunas imágenes vieron a mí en esa calle. Era el mismo hombre rubio llamado Steve hablando conmigo sólo que era diferente, era delgado y baja de estatura. Se veía triste.

Salí de mis recuerdos y observé a un par de mujeres mirándome con temor. Seguí mi camino por el barrio y pasé por un callejón, escuché a unos niños reírse, volteé por un reflejo y vi que golpeaban a otro niño. Me acerqué y les llamé la atención. Había vivido esto en otro tiempo, o algo parecido.

-Hey!! Qué creen que hacen?
-Qué te importa! -Me dijo uno de los tres niños que golpeaban al más pequeño.
-Apártense de él!
-O qué? Nos golpearás? -Era otro de los chicos, el más alto.
-Si eso es lo que quieren! -Descubrí mi brazo de metal y los chicos miraron asombrados.
-Qué eres? Un robot? -Preguntó el restante.

Estaba algo enojado con esos bravucones. Eran unos niños de 10 años, quizá. Me acerqué al basurero y lo golpeé con mi puño de metal para asustarlos. La lata se dobló sin problema mientras los niños tragaban con fuerza.

-Quién va a ser el primero?

Los niños corrieron asustados mientras ayudaba a levantar al pequeño del suelo.

-Estás bien?
-Sí, aunque mi ojo va a verse muy mal en un par de horas. -El niño se limpió los pantalones y yo empecé a caminar. -Espera! No te he dado las gracias.

Seguí caminando mientras ignoraba al pequeño. El niño corrió frente a mí y me detuvo con sus manos.

-Al menos quiero saber tu nombre.

Lo vi confundido, me quedé pensando en mi nombre. No sabía quién era realmente, sólo recordaba como Steve me había llamado la primera vez. Vi al pequeño niño castaño de unos 7 u 8 años mirarme con curiosidad.

-Mi nombre es Bucky. -Le dije.
-Bucky?? Eso no es un nombre...
-Conformate con eso. Adiós!
-Espera! Puedo saber que te pasó en el brazo.
-Ve a casa niño.
-Gracias por salvarme hoy... aunque esos niños volverán a golpearme mañana.

Me detuve al escuchar al niño decir eso. Di media vuelta y lo vi a los ojos. Había tristeza y desánimo.

-Ya le dijiste a tu madre?
-No... bueno sí, pero no hace nada, dice que seguro yo me busco los problemas.
-Tienes dinero?
-No. Ellos me roban mi dinero.
-Y no traes nada de comer?
-No. También roban mi almuerzo.
-Debes decirle a tu madre, debes insistir.

Le dije y seguí mi camino. El niño caminó junto a mí.

-Tienes hambre?

Miré al pequeño de reojo y seguí caminando.

-Mi mamá trabaja en una cafetería, si quieres puedes venir conmigo. Así tu le dices que me salvaste de esos bravucones y te invito a un café con una dona.

Miré al niño, su ojo izquierdo comenzaba a inflamarse, un tono púrpura empezaba a rodear su pómulo. Asentí ante la insistencia del pequeño. Al llegar a la cafetería el niño corrió hacia su madre. Era una chica realmente joven para ser su madre.

Ella observó el rostro de su pequeño y enojó mucho. El niño me señaló mientras yo trataba de no llamar la atención. La joven mujer castaña de ojos celestes se acercó a mí y me vio algo desconfiada.

-Hola! Mi nombre es Jessy, soy la mamá de Andy. -Ella extendió la mano pero no hice nada, sólo podía centrarme en su mirada. -Dice que usted lo salvó de unos niños.

No hablé sólo asentí serio, sin expresión.

-Bien... le agradezco mucho que salvara a mi hijo. Aunque no es la primera vez que eso sucede. Todas las semanas llega con golpes en su rostro pero nunca logramos que esos niños paguen. Espero que se hayan asustado un poco.

-Son niños. -Dije saliendo de mi trance, ella me observaba algo curiosa.
-Bien, le agradezco mucho su ayuda. Debo volver al trabajo.

Vi al pequeño hablar con su madre, yo empecé a salir no sin antes ver la urna de panes y otras reposterías. Tenía hambre sin duda alguna.

-Bucky, espera! -El niño gritó y yo volteé. -Mi mamá dice que si quieres un café?

Llevé mis ojos a ella y asentí, el niño me llevó al última mesa de la cafetería. La joven me sirvió un café y un enorme sándwich de carne. Tenía tanta hambre que me sentí débil al ver aquello tan delicioso. Aunque traté de comer despacio devoré el sándwich rápidamente. Tanto fue así, que la madre del niño, él y demás personas de la cafetería me observaron impresionados.

-Te gustó? -Dijo el pequeño.

Asentí y luego terminé mi café para irme.

-Dile a tu madre que gracias por todo.
-De acuerdo. Te volveré a ver? -El pequeño dijo.

Me levanté y fui hacia la puerta ignorando al pequeño, salí y caminé hasta doblar la cuadra. Sentí que alguien me seguía, di media vuelta y llevé mis ojos hasta ella.

-Sé quién eres...

Bucky Barnes: The Winter Soldier.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora