Capítulo 4: Bucky Barnes.

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Así fue, acompañé a Andy al estadio. Jessy también venía, estaba feliz de ver a su hijo tan emocionado. Después del partido fuimos a comer pizza y un helado en el parque.

-Tuve a Andrew a los 16. Mis padres me echaron de la casa y mi abuela me recibió en la suya. Terminé la secundaria gracias a ella. Luego me fui a vivir con el papá de mi hijo y fue cuando empezó mi pesadilla. Él se drogaba y tomaba en ocasiones. Yo empecé a trabajar al ver que el dinero no alcanzaba. No tenía para los pañales de Andy y había resultado tener problemas respiratorios.

Jessy me hablaba de su vida mientras veíamos a Andy jugar en los columpios. Yo sólo la escuchaba.

-Un día salí tarde del trabajo porque había trabajado horas extras, pasé por Andy al apartamento de su abuela paterna a unas calles de aquí y luego llegué a casa sin esperar que el padre de Andy me iba a dar una paliza. Me dijo que seguro yo lo engañaba. Pasó esa vez, una segunda y tercera. La cuarta vez lo denuncié. Pasaron 6 años, Andy sólo veía a su padre una vez por semana. No quise tener a nadie más en mi vida, había sido suficiente con el papá de Andy. El quería volver pero yo no lo amaba. Me sentía mal por mi pequeño, él anhelaba tener a su padre cerca todos los días.

Miré a Jessy estaba consumida en sus recuerdos.

-Un año después le di la oportunidad de volver sólo si conseguía un trabajo y me demostraba que deseaba cambiar para bien por nuestro hijo. Así fue. Trabaja tiempo completo en una ferretería. Pasaron 6 meses y fue cuando murió. Lo encontraron en el baño de su trabajo, muerto por sobredosis.

-Lo siento.
-Muchas veces he deseado morirme yo también. -Jessy suspiró. -No me he quitado la vida por Andy, sólo lo tengo a él y él a mí. Bueno y a su abuela paterna pero ella no cuenta.

-Yo no tengo a nadie. -Le dije.
-Qué hay de tu familia?
-Murió.
-Por qué te busca la policía exactamente?
-Soy un asesino, aunque ya no me dedico a eso.
-Por qué asesinabas? Por venganza?
-Era un títere.

Imágenes iban y venían.

-Me acosté contigo y ni siquiera sé tu nombre, me siento como una cualquiera. -Ella dijo.
-No lo eres.

Miré a Jessy sonreír con cinismo. Llevé mi mano a la de ella por instinto. Quería decirle quién era pero ni yo sabía exactamente.

-James Barnes o eso creo. El hombre... Steve Rogers dijo que yo era su amigo. Me llamó Bucky también.
-El Capitán América?

Asentí y vi a Andy acercarse. Solté el agarre de la mano de Jessy.

-Nos vamos, hijo? -Era Jessy.
-Sí, olvidé que debo hacer tarea.
-Te dije que la hicieras ayer. -Andy sonrió con culpabilidad.

Volví a casa con Jessy y Andy. La señora Ludwick me esperaba para que arreglara una fuga en el apartamento de uno de sus inquilinos. Todo iba normal, lavé mi ropa el lunes y el martes por la noche escuché que alguien tocaba la puerta mientras veía la TV. Al abrir vi a Jessy con una bolsa de comida de la cafetería.

-Te dije que no te molestaras.
-Lo siento. Es que... quería verte.
-Por qué?

Sin esperar Jessy se me abalanzó dándome un ardiente beso. Cerré la puerta y tiré la bolsa con comida en el suelo. Nos despojamos de nuestras prendas y estuvimos juntos nuevamente.

-Me gustas, James. Me gustas mucho.

Le di media luna en mis labios y la besé. Ella también me gustaba pero no podía decírselo. No podía sentir nada por ella, tenía miedo.

El miércoles mientras corría por la mañana sentí que alguien me seguía. Me detuve en una calle y caminé hacia un callejón sin salida. Al voltearme vi un tipo que conocía aunque no sabía exactamente de dónde.

-El Soldado del Invierno o prefiere que le diga Sargento Barnes. O no ya sé, Bucky.
-Lo conozco?

El tipo me dio una sonrisa enfermiza.

-Jack Rollins, éramos compañeros de trabajo, no me recuerdas? Vengo a hacerte una oferta tentadora para que vuelvas.
-A dónde?
-A casa, con tus amigos.
-Yo no tengo amigos.
-Ah no? Y la sexy camarera de la cafetería en Lower East Side? Ella no es tu amiga?
-No y déjala en paz. Sólo es una chica amable.
-Acepta volver a tu lugar como soldado, junto a Rumlow, junto a mí, junto a los demás, HYDRA te espera!
-Ya no me dedico a eso.
-Nadie te creerá y aunque ya no lo hagas, eres y serás siempre un asesino. James Barnes. -Él tipo me escupió mi nombre en la cara.
-No acepto su oferta. Ahora largo! Déjame en paz sino me veré obligado a asesinarte.

Después de eso estuve algo enfadado, no quería nada que ver con HYDRA. Me tranquilicé un poco arreglando la calefacción de la señora Ludwick.

Llegó jueves y Jessy apareció nuevamente. Esa noche pasó igual. Estuvimos juntos y luego hablamos de nuestras vidas. Aunque yo no sabía mucho de la mía, le dije que no pertenecía a ésta época, ella no me creyó. Los siguientes encuentros de Jessy y míos fueron más seguidos, sólo aparecía en mi puerta sin ninguna excusa más que su deseo. Al abrir la puerta la halaba hacia dentro y nos besábamos. Se estaba volviendo un vicio.

Había pasado un mes desde que llegué a ese lugar. Venía de correr por la mañana y la señora Ludwick me detuvo en la entrada.

-Señor Barnes.
-Sí, señora Ludwick.
-Esto es suyo. -Era un sobre blanco. Lo tomé y lo abrí. Había dinero en efectivo.
-Qué es...?
-Es la mitad del pago por el mantenimiento, la otra mitad me la dejo por la renta, le parece?
-Pero...
-Pasa buen día hijo!

La verdad no esperaba dinero por el trabajo, era suficiente con la habitación. Ese día fui a la cafetería donde trabajaba Jessy. La sorprendí al aparecerme ahí. Sus mejillas se tornaron de un rosa intenso y hubo un brillo en sus ojos.

-Un café y un sándwich de pavo. -Le dije a Jessy y ella sonrió.
-Oye! Quiero que veas algo. -Me dijo la castaña.

Asentí y fui con ella a una de las mesas. Ella sacó su celular y me mostró una información.

-Debes ir a ese lugar, James.
-Quieres venir conmigo? Iré hoy mismo.
-No puedo. Tengo reunión de padres en la escuela de Andy, debo traerlo a la cafetería luego. Su abuela está enferma y no puede cuidarlo.
-De acuerdo! -Asentí y luego la vi a los ojos, ella sonrió cuando acaricié su mano sobre la mesa.
-Cuídate! -Me dijo.
-Te veo en la noche?
-Después del trabajo. Hoy tengo doble turno.

Le di una tenue sonrisa y ella retomó su trabajo. Le pedí el día a la señora Ludwick, debía ir a Washington D.C. ese mismo día, no podía esperar más. Debía ser cauteloso, no quería que me descubrieran.

Llegué a D.C. por la tarde. Fui directo al lugar donde al parecer encontraría respuestas claras a mis preguntas. Caminé por los pasillos desapercibido hasta llegar a la sala de exhibición del Capitán América y vi una foto con una gran leyenda escrita junto a ésta. Y era el de la foto. Bucky Barnes.

Bucky Barnes: The Winter Soldier.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora