Capítulo 7: Acepto!

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Pasó una semana y me recuperé totalmente, la pelirroja venía a verme todos los días pero nunca me decía qué era lo que quería de mí. Aunque lo imaginaba, debía declinar su "oferta".
Había conocido las instalaciones de su "casa" era un tipo de base disfrazado de castillo. Habían laboratorios y cuartos de computación. Una enorme armería, un gimnasio, comedor un hangar y muchas habitaciones, entre otros. Supuse que era un tipo de agencia secreta.

Los agentes me tenían mucho respeto o más bien miedo, ya que, ninguno me hablaba, Victoria les tenía prohibido decirme una palabra, había intentado golpear un par de ellos días atrás para que me dijeran algo pero fui detenido con un shock eléctrico en mi espalda. Fue un golpe bajo. Andaba siempre vigilado por dos escoltas.

Me dieron ropa nueva y me asignaron una habitación para mi sólo. Era una completa cárcel. Caminé por los pasillos para liberar tensión y subí a la azotea del castillo. Vi una agente sentada en uno de los bordes. Ella me miró algo asustada. Me acerqué para tratar de hacer amistad, ya que, algunas veces recordaba lo bueno que era con las chicas, aunque era imposible. No era el mismo chico de décadas atrás. La rubia se levantó y caminó hacia las escaleras.

El día número 9 de estar en ese lugar infernal escuché a alguien tocar mi puerta. Abrí y observé a la pelirroja con un vestido negro pegado al cuerpo.

-Es hora de que hablemos!

La vi confundido y ella empezó a caminar.

-Qué esperas? Que te lleve a caballo? Camina!

Caminé detrás de ella por los pasillos, ella entró a una habitación oscura, encendió la luz y tomó asiento detrás de un escritorio. La vi quitarse los tacones mientras hacía un sonido de placer.

-Lo siento! Esos tacones estaban matándome.

Me quedé viendo su escritorio, no había un sólo papel o pluma. Era como si nunca lo usara.

-Toma asiento sin pena, ésta es tu casa, ponte cómodo.

Asentí y la vi al rostro.

-Qué tal tu día?
-Normal, si se le puede llamar a estar bien encerrado todo el día en un lugar.
-Aún no entiendo por qué no has escapado?
-Quizá sea porque tengo a dos gorilas a mis espaldas día y noche o quizá porque no tengo un arma, ni siquiera un cuchillo que no sea de plástico.
-La verdad nunca estuve de acuerdo con eso en el comedor de los empleados. No puedes partir un trozo de carne con un cuchillo plástico, no sé ni porqué existen!

Me quedé serio observándola. Actuaba como una niña.

-Lo siento. Estábamos en que te diría la verdad. Okay! Señor Barnes. Le ofrezco un trabajo, venganza y protección. Quiere las tres? o se conforma con una?
-Trabajar en qué?
-En mi mini agencia secreta. Es algo insignificante, lo sé.
-Y que haría yo?
-Sé que es un experto en armas de fuego y punzo cortante. Eso sin hablar de su defensa personal. Artes marciales mixtas?
-Ya no me dedico a eso, ya se lo dije.
-Lástima, tengo un puesto vacante de francotirador, uno de su nivel pero tendré que buscar a otro hombre para acabar con Rumlow y su gente.
-Adelante, busque a otro.
-Entonces eso quiere decir que no quiere vengarse.
-No.
-Entonces quiere protección?
-Me va a pedir algo a cambio? 
-No lo había pensado... es buena idea.
-No quiero ninguna entonces.

La pelirroja empezó a reír.

-Usted sí que se enoja fácilmente. Quite esa cara de sufrimiento, sonría un poco, señor Barnes. Aquí no lo torturamos, ni borramos su memoria.
-Usted me está haciendo perder la paciencia.
-Bien. Que amargado. Veamos... Le dejo ésta noche para que lo piense. Si acepta lo haré mi segunda mano derecha y si no lo llevaré a donde quiera, a cualquier parte del mundo, le cambiaremos su identidad y hasta le conseguiré un trabajo. Le parece?
-No me gusta que me chantajeen.
-No lo estoy chantajeando.
-Algo me dice que fue usted misma y su gente fueron los del tiroteo en el motel.
-Por qué lo querría muerto? Estuvo a punto de morir, señor Barnes. Puede ir a balística y revisar las balas. Yo no uso balas soviéticas.
-Ah no?
-Su apellido dice que usted es rusa.
-Mi esposo lo era. Yo soy de Virginia.
-Lo era?
-El murió. Lo asesinaron hace unos años, desde eso no las usamos. -La vi confundido.
-La gente de HYDRA? -Pregunté
-No, S.H.I.E.L.D. es confuso...
-Entonces usted busca venganza?
-Mmm... -Ella exclamó pensativa.

Me puse en pie y empecé a caminar.

-A dónde va, señor Barnes? No he terminado.
-Yo sí!
-Piense en Jessy y en el pequeño Andy. Sé que no pudo hacer nada por ellos, qué tal ahora?

Ella gritó eso y sentí que me habían clavado un puñal en el pecho. Era una maldita al jugar con mis pocos sentimientos de esa manera. Esa noche no dormí, recordé los gritos de las personas aterradas intentando apagar el fuego de la cafetería, el olor a humo que entraba por mi nariz me hacía que se me resolviera el estómago.

Yo había tenido la culpa al involucrarme con ellos. No podía relacionarme con nadie más en mi vida o morirían por mi culpa, por el pasado que me seguía, por esos fantasmas que me atormentaban en los sueños, estaba pagando eso con la muerte de quienes apreciaba.

Por la mañana fui al comedor. Victoria estaba junto al tipo llamado Vladimir tomando el desayuno, dos tipos más escuchaban a la pelirroja hablar de algo interesante. Los escuché reír y puse la bandeja de mi desayuno en su mesa. Había sonado algo brusco, aunque, no había sido mi intención. Algunos agentes me apuntaron con sus armas y yo los observé extrañado.

-Guarden las armas, maldita sea! Estamos desayunando. -Era Victoria quien me veía con diversión. -Señor Barnes! Buenos días!
-Acepto! Pero hay algunas condiciones.

Ella sonrió encantada como si se hubiese ganado la lotería.

-Desayune bien, ya que, hoy será un largo día.

Bucky Barnes: The Winter Soldier.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora