Escribía mucho.
Se sentaba en la sala de su casa junto a un cuaderno viejo y con un lápiz de carbón robado del estudio de su padre comenzaba a escribir. Tenía demasiada curiosidad por saber lo que transmitía en esas hojas, ya que se veía muy emocionada con lo que hacía.
Pero sólo eran simples garabatos.