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Ella salió al patio trasero. Estaba delgada y su nariz tenía un muy leve color morado, estaba congelándose. Pero siempre con esa hermosa sonrisa en su rostro, como si nada le importase.

Toqué sus manos: frías. Acaricié mi nariz con la suya: fría. Besé sus labios: fríos, pero experimenté una de las mejores sensaciones.

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