Tuve que salir un día para poder tranquilizarme. Y ahí estaba ella, parada en frente a la misma lápida de siempre con un ramo de flores marchitas, sollozando.
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Tuve que salir un día para poder tranquilizarme. Y ahí estaba ella, parada en frente a la misma lápida de siempre con un ramo de flores marchitas, sollozando.