"Querída Perrie,
La verdad es que no sé que decir porque no sé que carajos está pasando. Sólo sé que te he perdido, y ésta vez para siempre. Solo sé que nunca te volveré a ver. Que contigo he pasado los mejores momentos de mis 22 años. Sé que eres una gran chica, con un inmenso corazón. Sé que sufres como toda persona. Sé que eres genial, hermosa y sobre todo especial.
Solo sé que me he enamorado de tí.
Yo no te he contado sobre mi vida, y tú si. Porque tu pasado solo se define en una cosa, y esa cosa es Austin. Me di cuenta de que todos pasamos por una etapa en la que ya no volvemos a ser los mismos, pero seguimos siéndolo al mismo tiempo. Así que te voy a contar mi vida. Te voy a contar la cosa que hizo cambiar mi punto de vista al mundo.
La primera es que mi hermana gemela nació muerta. ¿Sabes qué es lo hermoso y horrible de eso? Que pudiste haber sido tú, pero no fue así. Mi madre sufrió por eso y más cuando mi padre la dejó. No crecí en mi familia, sino que he estado en muchas.
Era un jueguete que pasaba de mano en mano sin rumbo fijo, porque las personas se deshacían de mí porque o no me querían o porque no sabían que hacer conmigo. Pero he rescatado a la vez el lado bueno de eso que me acabo de dar cuenta en ese instante: he aprendido como es que viven las personas que te rodean.
La gente puede ser tan extraña y tan extraordinaria a la vez.
Veía como es una familia. Cómo funciona, como funciona cada persona y cómo se tratan entre sí. Cuando tus padres me llamaron para que te ayudara, no vi una familia al verlos a los tres unidos. Y creo que todo eso sucedía antes de tu trauma.
Por eso es qué quise ayudarte. No es que quería darte una familia, pero tal vez quería que te sintieras conforme con la tuya. Te ayudé para que estuvieras "bien" otra vez y que tú y tus padres pudieran vivir tranquilos.
Luego me enamoré de tí.
Creo que esa es la mejor parte, porque fue la que más disfruté. La primera vez que te escuché hablar fue uno de los momentos más felices de toda mi vida. Qué te escuché reír. La primera vez que te ví sonrojar. Cuando me besaste.
Perrie eres la única persona que me hizo sentir el amor que veía en todas las familias de las cuales fui testigo. ¿Sabes lo feliz que me puse?
Y quise que tú también sintieras ese amor. Y siento que lo hiciste, por lo menos un simple segundo. Y con eso me siento satisfecha, muy satisfecha.
Sí es que no quieres saber nada de mí otra vez, trataré de entenderlo y lidiar con ello. Sólo quiero saber si ésta carta llegó a ser leída por tí. Así que te dejo un trato:
Sí quieres seguir manteniendo contacto sólo tienes que mantener a ésta carta. Y si no, lo único que tienes que hacer es ir a mi casa y tocar tres veces la puerta, la ventana de la sala y lanzarle una pequeña piedra a la ventana de mi habitación.
No sabes cuanto me tranquilizaría que hagas algunas de esas dos opciones.
Te amo, y quiero que lo sepas siempre. Guárdame como un simple recuerdo en tu memoria, en tu silencio y en tu vida. Cuando pienses en mí, escucharás ese pequeño sonido que yo siento al recordarte.
Jade xx".Perrie leyó una y otra vez el último párrafo, luego una lágrima resbaló por su mejilla. Había huido del amor de su vida, y recién ahora se daba cuenta. ¿Qué había hecho?