28. Tranquilidad en la tormenta

251 11 0
                                    

La cabeza me punza con nerviosismo al grado de sentir mareos y náuseas, no me siento preparada para enfrentar esto así como me considero una perra obstinada para salir huyendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La cabeza me punza con nerviosismo al grado de sentir mareos y náuseas, no me siento preparada para enfrentar esto así como me considero una perra obstinada para salir huyendo.

Debería correr en dirección a casa, pero no soy tan inteligente.

Solo necesito comprender el rompecabezas, no pido demasiado. Porque alejarme de Duncan no es opción, es como privarme de la pequeña chispa que revive mi monótona vida.

Tomamos asiento en el pasto a la sombra de pequeños árboles, abrazo mis piernas descansando la mejilla sobre mi rodilla en tanto él se mantiene estirado a menos de un metro de mi derecha.

—No sé por dónde iniciar—jamás había presenciado a un Duncan tan perdido ni dubitativo.

—Por el principio—arrancó el pasto a mi al rededor.

—Eres insoportable...

—Y tú un maldito mitómano que oculta su vida entera, ¿el siguiente secreto es que la mamá del niño es Nissa?

—La madre se fue cuando Aidan nació. No nos quería, y él no la ha necesitado nunca.

Le observo de reojo, aún cuando sus pupilas se expanden para enfocar al niño en realidad no lo observa a él sino a la inmensidad de la nada ahogándose en recuerdos.

Esconde el rostro entre sus manos gruñendo como perro rabioso.

Pienso que se largará a llorar pero en su lugar exhala con pesadez e inhala fuertemente con la vena del cuello marcándose vehementemente.

— Aidan merece un padre presente aunque él ni siquiera sepa quién es, hice lo mejor que pude.

—¿Por qué tomaste esa decisión?—enfoco la plática en lo importante.

—Yo no tomé nada—ríe sin gracia—. Cuando... cuando Stephanie nos dejó...mi madre dijo que jamás podría darle estabilidad a Aidan, y mi mayor miedo era crearle el mismo caos que mis padres hicieron conmigo. Jamás me imaginé que todo sería mucho peor a que yo me hubiese encargado de él como lo que soy, ahora piensa que Giselle y Christopher se han divorciado por culpa suya.

—¿Y su madre en verdad se fue así sin más?—digo sintiendo no sé qué, maldita bruja—. Es...demasiado mezquino saber que lo dejó sin importarle que sucedería con su...con su propio hijo.

—Bastante había hecho con dejarme tener a Aidan como para pedirle que jugara a la casita—murmura—. Aunque lo intenté no accedió, teníamos apenas quince años y ella un futuro brillante por venir, aspiraba a estudiar Arquitectura y Construcción en Brown. El tener a Aidan solo implicaba una pérdida de tiempo para arruinarse la vida por siempre.

—Pues haber usado protección, imbéciles—masculló.

—Siempre la mejor juez—me otorga ese título—. ¿Tu jamás haces algo con descuido?

Lo más profundo del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora