Traicionando su confianza (2)

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El sol brillante del medio día se sentía agradable en contraste con la brisa fresca del mar, el cabello del príncipe contrastaba con el mismo sol, negro y oscuro, sabía que era el mismo negro que el cabello de Leonard había tenido alguna vez, el muchacho tenía facciones de ambos padres pero tanto el color de su cabello, el de su piel e incluso sus ojos eran los del amante que había perdido y ahora tenía de vuelta.

— Estas observándome de nuevo, papá— el príncipe se rió ante la imagen de su padre como ido observando su rostro, últimamente lo hacía más y más, suponía que recordaba a su madre cada vez que lo observaba, había tal anhelo en la mirada de su progenitor que casi se sentía deprimido de no ser más que un espejo para su padre.

— ¿Tiene algo de malo que observe a mi hijo?—Marco le dio una palmada en el hombro y el sonido de los tambores les anunciaron que la princesa ya abordaba— tu prometida ya llega.

Leandro viró la mirada al muelle y caminó al frente a tiempo para darle la bienvenida a su prometida, la joven era verdaderamente un espectáculo digno de admirar, el cabello rubio caía en ondas por sus hombros y los ojos azules rivalizaban con el azul del mar, el príncipe la observó y le costó creer lo que veía, la belleza de la joven era tanta que era difícil de asimilar, subiendo al muelle daba la impresión de ver una sirena, mágica y atrayente.

— Bienvenida a Sabeth princesa, es un placer y un verdadero honor tenerla aquí— la chica le miró y le sonrió con lo que reveló ser una hilera de perfectos, rectos y blancos dientes, la chica era una visión completa y Leandro nuevamente sintió que no podía creerlo.

— El placer es mío— su voz era gruesa pero melódica— Madia es hermosa, pero incluso desde el mar la basta y próspera tierra de Sabeth es un deleite para los ojos— y ellos supieron que se llevarían bien, el príncipe sonrió y la princesa contestó a su gesto, había simpatía en sus ojos, supieron en ese momento que el tiempo que los padres de la princesa habían pedido para que su hija conociera a su prometido era solo formalidad, el enlace con seguridad se completaría.

— Nos halaga con sus palabras, permítame escoltarla— y le tendió el brazo pero antes de que pudiese siquiera tocar a la chica un muro oscuro se lo impidió, se encontró frente a frente con un par de oscuros y profundos ojos hostiles que bloquearon la visión de la maravillosa joven.

— Lo lamento, Akon es mi guardaespaldas personal, él no permite que nadie se me acerque o me toque sin examinarlo antes – el tono de la princesa se escuchaba levemente apenado pero se notaba que en realidad no lo estaba, la chica sabía que era por su seguridad y parecía también consciente de que se lo merecía.

— Entiendo— el príncipe decidió que podía conceder el hecho, al menos si deseaba aquella unión y más que nada aquella alianza con Madia, se paró y abrió los brazos permitiendo que lo examinaran pero al igual que la princesa antes de que pudiese examinarlo Gerald se interpuso.

— Lamento decirle, que me es imposible dejar que se acerque al príncipe tan fácilmente— aquello era un camino sin salida, el ambiente agradable que les había rodeado parecía haberse desvanecido.

Los ojos verdes de Gerald se clavaron en los hostiles de su contrincante, había algo en el sujeto que no le agradó y debía admitir que era posiblemente la amenaza en el hombre, de la misma altura que él, con algo más de masa muscular, el cabello lleno de rastas y la piel negra, era como una pantera amenazante, no sabía que su contrincante veía en su cabello rubio, la piel curtida por el sol y los penetrantes ojos verdes al tigre que amenazaba su territorio.

— Permítelo Gerald, estamos en nuestra tierra, es normal que necesiten ser cuidadosos— el tono del príncipe parecía el de aquel que lucha por no perder la paciencia— Si me hicieran algo, eso querría decir que están enviando a su princesa al sacrificio. Ellos no tienen por qué tener esa clase de odio a nuestro país, no hay motivos para ello— sin embargo a pesar de las razones Gerald no se movió.

Traiciones RealesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora