Traicionando un reino (3)

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Las noticias fueron dadas y Marco respiró aliviado, según sabía, Eliot se había instalado bien en su nuevo hogar, aquella mañana después de su boda se habían marchado en un modesto carruaje rumbo al refugio que ya se le tenía preparado, Leandro aún estaba con él y le ayudaba a adaptarse en la apartada mansión donde las noticias de su boda aún no habían llegado. La princesa se quedaría ahí y unos cuantos meses después podría dejarse correr la voz de que la princesa había abandonado a su marido y había escapado a vivir su vida a sus aires.

El anuncio se haría después de absorber Madia y cada miembro de ambas familias tomaría un nuevo apellido como una nueva dinastía. Todo estaba ocurriendo como los acuerdos se habían dado, Marco podía estar más tranquilo ahora, no había atentados de muerte, su hijo estaba bien, Eliot parecía estar bien también y solo quedaba una preocupación en su cabeza.... Leonard... a casi un mes desde lo ocurrido apenas y comenzaba a recuperarse, aunque sus heridas superficiales habían sanado, las más hondas aún estaban haciéndolo, sus huesos parecían ir bien y ya caminaba a paso lento y comía con normalidad. Casi toda su piel era una maraña de pequeñas y grandes cicatrices pero poco importaba eso si estaba vivo... el problema residía en otro asunto. Gerald estaba solo esperando la oportunidad para llevárselo.

— Mi rey— Gerald tocó la puerta y Marco suspiró intuyendo lo que venía.

— Pase, General— estaba en la biblioteca donde tanto tiempo había pasado antes su hijo — ¿Qué sucede, General?

— Sólo venía a anunciarle mi retirada, he dejado todos los asuntos pendientes zanjados y las fiestas por la boda del príncipe han terminado, el Capitán Felipe de Arabasto se quedará a cargo de la guardia del castillo, como General me retiró a mis tierras— Marco asintió.

— Lo entiendo, espero que tenga buen viaje— Pero Gerald no se detuvo ahí.

— También he conseguido el permiso del médico para mover a Leonard, lo llevaré conmigo para atenderle y cuidarle, es un soldado que en su estado no puede servir a la corte, así que me encargaré de él— Marco cerró su libro.

— Sabe perfectamente que no le permitiré llevárselo.

— Con el debido respeto, mi Rey, no tiene porqué impedírmelo, como soldado no le sirve y como hombre le ofende, además soy lo más cercano que tiene a una familia— Marco frunció el ceño.

— ¿Por qué no me habla claro, General? Sabe perfectamente que Leonard es mi amante y no lo dejare llevárselo— Gerald levantó la vista.

— Lo amo, mi rey, como a un hermano— Aclaró— No sé cómo son las cosas entre ustedes pero si lo dejo a su lado acabará matándolo— Y Marco apretó los labios, era cierto. Físicamente, el único que siempre salía dañado era Leonard.

— Aún así no dejaré llevárselo— Gerald suspiró.

— Sea razonable— Marco dejó de golpe el libro en la mesa.

— No está en mis deseos ser razonable, mis problemas con Leonard los resolveré con Leonard, puede retirarse — Gerald intentó hablar pero Marco le miró amenazante— he dicho que puede retirarse, General— le habló fuerte y Gerald tuvo que hacerlo aunque no se había rendido.

Por su parte Leonard estaba mejor físicamente pero no del todo anímicamente, su única alegría eran las visitas de Gerald, sabía que su hijo se había ido de luna de miel y que Marco estaba ocupado arreglando asuntos políticos respecto a la unión, extendiendo las debidas disculpas a los invitados que no pudieron llegar a la boda por la fecha adelantada, recibiendo los regalos, atendiendo a los que arribaban y demás, lo cierto es que no tenía tiempo para visitarlo, comenzaba a creer que la visión de Marco sacándolo de aquel calvario había sido una alucinación.

Traiciones RealesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora