El príncipe entró a su habitación y él le siguió, había guardias a cada lado pero prefería que hubiese también alguien dentro. El príncipe se sentó en un sillón y recargando su peso sobre uno de sus codos recargó la barbilla en la palma de su mano y cubrió sus labios con sus dedos, se veía pensativo.
— Que alguien le informe a Gerald que quiero verlo— él se crispo un poco pero no se movió, no sabía que era lo que estaba pensando el príncipe pero no parecía un buen presagio— Descuida, no haré nada que ponga en riesgo la alianza con Madia o la seguridad de mi reino— Leonard se dijo que podía creerle pero aun así le ponía nervioso aquello... le ponía nervioso porque era su hijo quien estaba pidiendo que le trajese al hombre que amaba y que no podía tener.
— Está bien, príncipe— aceptó y abriendo la puerta le indicó a uno de los soldados que el príncipe deseaba ver a su general, éste asintió, ya el hecho de ver a un soldado desconocido entrar con el príncipe les había inquietado pero sin que este diese muestras de que algo estaba mal no podían hacer nada, no había mayor alivio para el hombre que ir por su general.
Gerald entró minutos más tarde a la habitación encontrándose con el joven justo en la posición en la que Leonard llevaba viéndolo desde que se sentase.
— Déjame solo con el general — Leonard quiso protestar pero no tenía la autoridad para hacerlo así que asintió saliendo de la estancia, Gerald por su lado no entendía de que iba aquello, desde hacía un tiempo la actitud del príncipe para con él había cambiado drásticamente. Lo atribuía a algo que había dicho o a alguna fase que el muchacho cruzaba, se preguntaba qué era lo que le diría esta vez— Acércate Gerald— El soldado obedeció y se hincó frente a él esperando lo que viniese— Gerald ¿morirías por mí?
— Lo haría mi príncipe— contestó preguntándose si el muchacho había llegado a odiarlo tanto como para matarlo.
— Si no fuera príncipe ¿aún lo harías?— Gerald levantó la vista extrañado ante la pregunta.
— No puedo saberlo mi príncipe, no sé si le conocería de no serlo— y el príncipe le vio con atención.
— Eres siempre tan sincero...— el muchacho extendió una mano hasta acariciar el rostro del hombre, la piel bronceada en contraste con el cabello rubio y los brillantes ojos verdes— ¿Hay algo que no harías por mí, Gerald?— el hombre no se movió, hacia tanto que el príncipe no le hablaba sin desprecio, que no le dirigía una sola atención, que la mano sobre su rostro le tenía hechizado.
— No puedo pensar en anda — contestó y Leandro se inclinó un poco sobre él, dejando el suspiro de un beso en sus labios, dejando a un Gerald petrificado de la impresión.
— Entonces ven a mi habitación después de la fiesta, si eso es cierto... quiero... — el joven parecía estar teniendo dificultades para hablar y Gerald para creer lo que estaba escuchando—... quiero que seas mi amante esta noche— los ojos de Gerald se fueron lentamente abriendo más y más conforme la idea cobraba sentido en su cabeza, su príncipe quería ¿Qué?
— Mi príncipe, yo...— balbuceó pero el muchacho colocó la punta de sus dedos en los labios del general.
— Entenderé si no apareces, ahora puedes retirarte—Gerald se quedó quieto un rato, sin poder moverse, dudando entre obedecer o pedir alguna explicación, el corazón en su pecho estaba desbocado y de repente sentía la boca seca. Pasó duro y asintió retirándose sin decir nada más. Cuando Leonard le vio, no era el mismo Gerald de siempre, con el rostro pálido y la mirada perdida podía adivinar la impresión que le había causado lo que sea que el príncipe le hubiese dicho en su habitación.
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Traiciones Reales
General FictionLeonard amaba a Marco, pero cual imprudente adolescente le engañó y lo perdió. Sin embargo, Marco siendo rey, dejó ir a Leonard quedándose con el hijo de éste y criándolo como suyo. Dieciséis años después, Leonard regresa al castillo creyendo a su h...