Traicionando un reino (3)

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Llegada la hora de la ceremonia Gerald organizó toda la guardia, contrario a las tradiciones de la familia, la ceremonia no se haría dentro del templo del castillo, por el contrario, se haría al aire libre, lo que permitió a Gerald tener todo listo e ir donde se encontraba su inconsciente amigo, intentando despertarlo. Pasó un paño húmedo por la cabeza de Leonard y le habló esperando que le escuchara.

— Debes despertar, amigo, tu hijo está a punto de casarse, no puedes perdértelo— le habló pacientemente por varios minutos hasta lograr que los parpados del durmiente temblaran presagiando su despertar. Se había estabilizado ya su fiebre y sólo quedaba esperar que su cuerpo fuese lo suficientemente fuerte como para tomar la ayuda de la medicina y recuperarse.

— ¿Gerald?— se escuchaba confundido y Gerald se acercó a su rostro para que le viese bien.

— Soy yo amigo, la tuviste difícil ¿eh? Por poco y no lo logras— Leonard se reincorporó lentamente en la cama, se sentía como partido en mil pedazos y remendado con frágiles vendas. Dolía solo moverse.

— ¿Qué sucedió?—Gerald le ayudó a quedarse derecho en la cama.

— Te secuestraron, torturaron y te sacamos de ahí, la misma historia de siempre — Bromeó un poco y Leonard sintió como, de golpe, le volvían los recuerdos.

— Marco fue por mí...— susurró y Gerald suspiró.

— Él fue, es cierto, pero eso no es importante ahora, deberíamos ver si podemos acercarte al balcón. Tu hijo está casándose allá abajo— Leonard levantó el rostro tan rápido que se quejó cuando los músculos adoloridos y heridos protestaron por el brusco movimiento.

— Hey, cuidado... aún estas muy maltratado— Leonard levantó una mano a la altura del pecho pidiendo en silencio que le ayudara a levantarse, Gerald lo hizo y también le ayudó a caminar hasta el balcón.

— No lo hicieron en la iglesia...— se preguntaba por qué pero se dijo que de haberlo hecho así no podría haberlo presenciado— ¿Cuánto dormí? No puedo creer que sea el día de la boda— tampoco que sus heridas dolieran tanto después de varios días.

— Has dormido casi un día completo, adelantaron la boda después de tu secuestro— Leonard miro abajo, con un nivel de peligro alto parecía una decisión razonable. Vio abajo y notó por primera vez a Marco, tenía un lugar de honor y altura al frente de la ceremonia, no parecía haber muchos invitados, solo unos cuantos nobles del país y algunos vecinos.

— Gracias por despertarme, Gerald— era posible que para su hijo no fuese el día más feliz del mundo, pero lo cierto es que verlo vestido con la ropa de gala de Sabeth le acongojaba el corazón— Es mi hijo Gerald... es mi hijo— Gerald le abrazó con cuidado acercando la cabeza ajena a su cuerpo.

— Lo sé, Leonard... lo sé... y es un joven maravilloso.

— Lo es— asintió.

Esa tarde, entrar a Palacio era muy riesgoso pera Albert pero estaba dispuesto a correr el peligro, además de no tener conocimiento de sus actos, su ausencia sería sumamente sospechosa. De cualquier modo esperó a que la hora de la ceremonia estuviese cercana para pedir que le dejasen entrar, llevaba con él un par de hombres que escoltaban un enorme carruaje de flores de regalo para su dulce sobrina. Como sospechó, en el palacio aún no sabían nada y los guardias en la entrada le dejaron entrar sin problemas.

Marco, por su lado, había decidido ser discreto, era siempre mejor tener a su enemigo cerca, así que para engañar al sujeto y que fuese hacia él, había decidido ocultarle la situación a su propia gente. Había comenzado ya la ceremonia cuando notó que el hombre entraba, para su sorpresa y ansiedad la boda se llevó a cabo sin problemas, la ceremonia terminó y el príncipe Albert se acercó a su sobrina, la forma en la que el hombre trataba a la "chica" era delicada y cariñosa.

Traiciones RealesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora