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-¿Qué tal tu primer día?- me preguntó mi madre por el teléfono.

-Asqueroso... si me quedara en casa estaría mejor.- dije con molestia.

-Termina este bimestre, y si tus notas son altas tratare de convencer a tu padre de que dejes ese instituto.- dijo comprensiva.

-Gracias.-dije con sarcasmo.- amabas sabemos como es mi padre, convencerlo te costará por lo menos un siglo.- dije molesta y segura de lo que decía, pues mi padre era muy cerrado y no le gustaba que nadie le contradijera.

-Alexandra- me regaño mi madre.

-Lo siento madre, pero los humanos son la cosa más irritante que te puedas imaginar. Me miran como si fuese un extraterrestre... además, hay un grupo de lobos, a excepción de uno que es híbrido- le informe con rapidez.

-Quizás puedas hablar con ellos y unirte a su manada por algún tiempo.- me dijo ella y fruncí el ceño bastante confundida.

-¿En serio?- pregunté-Sería extraño, nunca he estado con otro grupo-

-Estarás bien, su manada es fuerte... Debo irme, hablaremos después- dijo con sequedad.

-Bien, adiós- dije y colgué la llamada un poco molesta. Rodé los ojos con frustración y lance el teléfono a la cama, este rebotó un poco y me dio un poco de temor al casi verlo caer. -Joder- dije volviendo a rodar los ojos.

De uno de los cajones saque un vestido ligero y ropa interior, los deje sobre la cama y me metí al baño para darme una larga ducha con la cual tal vez y pudiese tranquilizar mi ira.

Poco a poco me iba dando cuenta de lo extraña que era la relación con mis padres.
Mi madre mostraba un poco más de interés en mi, pero mi padre solamente me hablaba para conversar temas de la manada.

En mi grupo somos muchos por lo cual es difícil que otro grupo nos derrote con facilidad, no tengo intensiones de matar a nadie pero gracias a mis padres y sus seguidores he tenido que a aprender a hacerlo sin sentir remordimiento alguno.

Mis primos son muy diferentes a mi, a excepción de uno... aunque no suelo hablarle mucho.
El lugar en el cual vivimos está lo más alejado posible de la población humana, es una gran mansión en donde los seguidores de mi familia pueden quedarse y protegernos...

          A veces me gustaría saber lo que se siente recibir un abrazo, pero un abrazo que te deja la sensación de que estás seguro en aquellos brazos... pero eso es solo un pensamiento que vive dentro de mi, porque vamos... soy tan poco amigable que los cumplidos me salen de la forma más sarcástica posible.

               "Solo un bimestre, solo un bimestre, solo un bimestre" pensaba mientras caminaba por los pasillos del instituto e ignoraba todas las miradas sobre mi

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               "Solo un bimestre, solo un bimestre, solo un bimestre" pensaba mientras caminaba por los pasillos del instituto e ignoraba todas las miradas sobre mi.

Las clases pasaron rápido y ya era receso, entre a la cafetería y me senté en una de las mesas vacías sin importarme que algún idiota ya usase esa mesa. Mire la puerta de la cafetería la cual se abrió dejándome ver al grupo de chicas de ayer... nuevamente con sus rostros bañados en maquillaje. La chica de ayer que hablo por todas se acercó a la mesa y me miro con desprecio.

-Esta es nuestra mesa- dijo ella con brusquedad mientras me miraba con asco.

-¿En serio?- pregunté sin importancia mientras me cruzaba de piernas y me reclinaba hacia atrás con toda la intención de no moverme de ahí. 

-Muévete- volvió a decir la misma chica un poco desesperada.

-Muéveme- le dije con burla y sin importancia sabiendo que no me tocarían.

-¡Hannah!- gritó la chica con su voz chillona y me controle para no soltar una risa por la escena de película que se estaban armando frente a todos.

-Deben de tener como cinco, ¿no es así?- dije con burla.-No me moveré de esta mesa así que pueden irse, se están avergonzando.- estas me miraron mal para después irse de la cafetería... idiotas.

                 Había evitado ver a los tres chicos durante todo el día y no sabía exactamente porque lo hacía, varios chicos se me acercaron para pedirme mi numero... y lo único que les daba era una mirada de asco y si volvían a insistir se llevaban un comentario sarcástico.

          Las clases habían terminado y necesitaba conseguir un libro importante para Ingles así que después de la escuela me fui a una librería que había encontrado en el GPS del auto

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          Las clases habían terminado y necesitaba conseguir un libro importante para Ingles así que después de la escuela me fui a una librería que había encontrado en el GPS del auto.
Al llegar algunas gotas comenzaron a caer en mi rostro, me puse el gorro de la chaqueta y corrí con mi bolso hacia la entrada de la librería la cual era un tanto antigua. 

El lugar era viejo y había polvo por doquier, el piso y las paredes eran de madera oscura y habían varios focos colgando del techo lo cual hacia que el lugar aparentara ser de otra época, me acerqué a las estanterías y por suerte el libro se encontraba ahí.

"The Masquerade"

Pague y salí del lugar, corrí hacia mi auto y trate de abrir pero el libro cayó al suelo mojándose un poco por la parte de atras.

-Maldicion- dije y me agaché para tomarlo. Escuche movimiento detrás de mí y rápidamente me giré después de tomar el libro rápidamente... visualice una sombra moverse entre el bosque... un vampiro.

-La híbrida- dijo saliendo y con una sonrisa-Un placer conocerte- dijo con una sonrisa. Era un chico como de mi edad... claro restándonos todos los siglos que teníamos, sus ojos eran de un verde claro, su cabello negro al igual que la barba que tenía.

-¿Y... tú eres?- pregunté confundida mientras me quitaba algunas gotas del rostro.

-Zac, miembro de los vampiros dé Rosewood Hills- dijo el con amabilidad.

-Alexandra Vellutini- conteste y este sonrío.

-Lo sé hermosa, nos veremos pronto- dijo y desapareció entrando al bosque dejándome confundida... todos aquí eran muy extraños y sobretodo parecía estar metida en una película.

Aún confundida entre al auto y puse el libro en el asiento de copiloto, encendí el auto y solo me hice una pregunta. ¿Porque me estaba tomando todo esto con tanta tranquilidad?.

    Al ya estar de regreso en casa y haber guardado el libro en la mochila. Me prepare un té para tratar de controlar mis ansias por sangre y me recosté sobre el sofá mientras una melodía se escuchaba de fondo. Mi madre había llamado otra vez pero no estaba con las ganas de contestar así que simplemente apague el teléfono y lo deje sobre la mesa ignorando todo a mi alrededor.

Sangre IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora