—Enyd —dijo una voz masculina y grave en medio de una oscuridad sepulcral. Me estaba llamando, pero no quería abrir los ojos, no quería moverme, no quería escapar de mi estado de letargo—. Enyd, despierta, hemos llegado —repitió la misma voz zarandeándome levemente con cariño.
Abrí mis ojos lentamente, notándome ligeramente confusa y todo, absolutamente todo, lo vivido en las últimas horas por nosotros alcanzó a mi mente con absoluta violencia y brutalidad. Me separé de la ventanilla del coche y tapé mi boca para emitir un pequeño bostezo.
—Lo siento —dije mirando a Bryon y refiriéndome al hecho de haberme quedado dormida. Bryon negó con la cabeza como diciéndome que no tenía que pedir disculpas—. Debo de ser una compañera de viaje horrible —añadí sonriendo levemente ante mis propias palabras. Bryon sacó las llaves del coche del contacto y no pudo evitar esbozar una sonrisa tras mis palabras.
Abrí la puerta del coche y me bajé despacio del mismo. Ignoro el tiempo que había permanecido dormida, pero debía de haber sido demasiado poco tiempo puesto que aún me sentía demasiado cansada. Una ligera luz comenzaba a iluminar el cielo otorgándole un extraño color rojizo en el este; mientras que, el lado oeste, aún se mantenía en un tono azulón oscuro casi negro, lo que significaba que había comenzado a amanecer.
Miré a mi alrededor contemplando el lugar en el que nos encontrábamos. Era una amplia urbanización, en la que la vegetación reinaba y brillaba con luz propia por cada rincón. El frescor que otorgaba la vegetación no solo acariciaba dulcemente la piel sino que invadía las fosas nasales con suavidad. La mayor parte de la urbanización parecía estar conformada por viviendas individuales de dos plantas de altura.
Todas las viviendas eran prácticamente iguales, con muy leves diferencias entre unas y otras. Todas ellas presentaban un tejado de tejas oscuras que contrastaba notablemente con el blanco nacarado de sus paredes. Una pequeña extensión de césped, perfectamente recortado, presidía al porche que conducía a la entrada principal de la vivienda.
Bryon cerró la puerta del coche, tras bajarse del mismo, y sentí sus ojos fijos sobre mi rostro mientras yo contemplaba la urbanización. Probablemente estuviera esperando captar alguna señal que le indicara que yo estaba comenzando a recordar algo. Pero, aunque me gustaría evitarle el dolor que le suponía todo esto, no podía mentirle... No podía decirle que estaba comenzando a recordar mi pasado, solo con el fin de crearle unas falsas esperanzas que le otorgarían un erróneo, leve e ínfimo consuelo, durante una escasa temporada, hasta que yo ya no pudiera soportar más el peso de mi propia mentira, ni pudiera mentir durante más tiempo siquiera.
Cerré la puerta de mi lado del vehículo y caminé hasta Bryon quien, por mi silencio, fue consciente de que el mero hecho de observar la que debía de haber sido nuestra urbanización, nuestro vecindario, no había sido suficiente para que algún recuerdo, por ínfimo que fuera, llegara a mi mente.
—Vamos —dijo Bryon, agarrando una de mis manos con ternura y comenzando a caminar por el camino empedrado que separaba en dos el césped que conducía al porche de una de las viviendas, vivienda que debía de ser nuestro hogar y que, a mí, sin siquiera recordarla, ya me parecía la más hermosa de todas.
No me moví del sitio, sino que contemplé la vivienda unos segundos... Ese era mi hogar, nuestro hogar... y ni siquiera era capaz de recordar una sola de las vivencias que allí nos hubieran ocurrido...
Finalmente, me dejé guiar por Bryon hacia nuestra casa. Atravesamos el césped pisando sobre el camino empedrado y subimos las escaleras que guiaban hacia la entrada principal de la vivienda. Cuando estuvimos ante la puerta principal de acceso al interior de la vivienda, Bryon se agachó en el suelo y retiró una maceta, en la que había plantada una hermosa Euphorbia. Bajo la maceta había una pequeña lámina, de las maderas que conformaban el suelo del porche, ligeramente rota. Bryon retiró la lámina de madera y, tras hurgar unos segundos en el boquete que había quedado abierto en el suelo, extrajo una llave de color plateado.
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Dark Wings - El Origen
RandomDe algún modo, era como entrar en medio de una guerra, en pleno siglo XXI, y hacerlo portando contigo las armas más obsoletas que existan... Podrás intentar sobrevivir, podrás emplear todas tus fuerzas en hacerlo, podrás enfrentarte directamente a l...