5. Renacimiento - Parte 13

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Bryon se inclinó ligeramente tomando impulso, momento en el que supe que se iba a abalanzar un vez más sobre mí y, ni siquiera, me molesté en apartarme de su trayectoria, ni de defenderme... Puede que suene cobarde, tal vez, pero prefería que acabara conmigo de un modo rápido, antes de continuar hiriéndonos mutuamente, causándonos un agonizante dolor, enfrentándonos el uno al otro durante horas para que, finalmente, uno acabara destruyendo al otro.

Bryon embistió contra mí y me derribó contra el suelo, con suma facilidad, puesto que no mostré la más mínima resistencia. Mi espalda golpeó violentamente contra el suelo y, aunque hubiera intentado moverme, el peso de Bryon sobre mí me impedía la más mínima maniobra... Sin embargo, no me importaba... Él estaba a punto de matarme y eso era lo único que yo quería que hiciera... Cuanto antes lo hiciera y de un modo lo más rápido posible, mejor.

Con una de sus garras sujetó mi pelo, tirando de él para inclinar mi cabeza, ligeramente, hacia un lado, momento en que sus afilados dientes se clavaron en mi cuello, de un modo casi vampírico. La garra, con la que no agarraba mi pelo, la hincó dentro de mi pecho, a la altura de mi corazón.

Mis ojos volvieron a anegarse en lágrimas por el insoportable dolor que invadía mi cuerpo y mi vista comenzó a nublarse, lentamente, mientras sentía como gradualmente la vida se iba alejando de mi cuerpo. Hasta podía sentir el sabor de mi propia sangre dentro de mi propia boca pero sabía que no tardaría demasiado en llegar el momento en que todo hubiera acabado para mí.

La oscuridad me llevó consigo, aún sentía dolor, aún sentía tristeza, aún sentía amargura... aún sentía que había vida en mí... Sin embargo, no podía ver absolutamente nada... Me sentía ahogada de un mar de oscuridad, en medio una negrura que me envolvía casi como si de un aterciopelado manto negro se tratara.

Escuché una especie de sollozo o lamento cerca de mi oído. Era como el típico sollozo que llega a emitir un lobo herido por un disparo... Luché, luché durante unos instantes en regresar a la vida, luché por no dejarme llevar directamente a la oscuridad camino de mi extinción... Y, aunque mi vista estaba demasiado perdida y nublada, me vi de nuevo en el interior de la enorme sala de paredes de acero...

Volví a escuchar los lamentos de dolor que se infiltraban por mis oídos y que eran los que me obligaban a volver a la realidad. Más que obligarme, me hacían desear volver a la realidad, a no irme al más allá, a no irme a un lugar del que ya no pudiera regresar nunca... Era consciente de que esos lamentos que invadían mis oídos y enturbiaban mis sentidos se correspondían con la existencia de un lacerante dolor... Pero no de un dolor físico... No eran causados por el dolor procedente de herida alguna.

Hice nuevos esfuerzos por comprender qué era lo que estaba sucediendo a mi alrededor, qué eran esos sollozos y lamentos, qué significado tenían para mí... Y, cuando lo hice, cuando fui consciente de la realidad, pude sentir como un puñal invisible atravesaba mi pecho acrecentando exponencialmente el dolor que sentía...

Bryon me sostenía entre sus brazos y, a pesar de haber sido creado por y para odiarme, por y para odiar todo cuanto le rodeaba, por y para destruir todo aquello que odiaba, me abrazaba con fuerza contra sí mismo mientras mantenía una de sus garras en mi cuello, pero de un modo absolutamente delicado, era como si estuviera intentando frenar la hemorragia de la profunda herida que me había causado con sus afilados dientes.

Él era quien emitía esos sollozos y lamentos de dolor, más propios de un animal herido que de una persona... Krauster lo había convertido en un monstruo, le había condenado a vivir eternamente odiando todo cuanto le rodeaba, le había arrebatado la razón y le había arrebatado hasta la capacidad del habla... Sin embargo, a pesar de todo, Bryon aún luchaba contra aquello en lo que Krauster le había convertido.

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