Tras mi pregunta no recibí respuesta alguna por parte de Matthew. Lo único que alcanzó a mis oídos, a través del intercomunicador que me unía con él, fue una especie de explosión. Una explosión tan intensa y potente que provocó que el tímpano, del oído en que llevaba metido el pinganillo del intercomunicador, me doliera de un modo excesivamente agudo y lacerante, dolor que fue seguido de un zumbido que perduró en mi oído durante largos segundos y, de un modo menos intenso, durante minutos.
No fui capaz de decirle una sola palabra a Matthew... No encontré fuerzas en mi interior para hacerlo porque en el fondo de mi corazón sabía que lo que acababa de escuchar no era más que un disparo... Esa explosión había sido el producto de un disparo procedente de un arma de fuego... Y eso justificaba las palabras previas de Matthew...
Alguien acababa de entrar en su casa y le había asesinado a sangre fría. Alguien sabía que yo estaba en el interior del laboratorio, alguien sabía que el microchip localizador subcutáneo indicaba que yo me encontraba en un lugar diferente a aquel en el que realmente me encontraba, alguien sabía que Mathew llevaba implantado mi microchip localizador, alguien acababa de asesinar a Matthew...
Mi corazón latía tan violentamente que escuchaba todos y cada uno de sus latidos retumbando en el interior de mi cabeza casi como si del redoble de unos tambores se tratara. La sangre viajaba a tanta velocidad, por cada una de mis venas y arterias, que sentía que me estaba mareando.
Todo daba vueltas a mi alrededor a gran velocidad y mis piernas se estaban volviendo demasiado débiles como para soportar el peso de mi propio cuerpo. Me apoyé contra una de las paredes del pasillo, en el que me encontraba, e inspiré varias veces de un modo profundo intentando controlar la hiperventilación de la que estaba siendo víctima.
Matthew acababa de morir y yo... yo había escuchado como le asesinaban, había escuchado como alguien le arrebataba la vida de un único y solitario disparo cargado de ira y carente de la más ínfima lástima... Bryon estaba muerto, Kalen estaba muerto, Matthew estaba muerto, Blasset probablemente estuviera muerto... Y no sabía qué demonios había ocurrido con mi hijo, ni siquiera, dónde le había escondido... ¿Por qué? ¿Por qué todo el mundo que me rodeaba estaba condenado a sufrir un horrible destino? ¿Por qué todas las personas que se acercaban a mí morían? ¿Por qué estaba ocurriendo todo esto? ¿Por qué? ¿Por qué el destino parecía querer condenarme a vivir sufriendo? Todo estaba en mi contra, absolutamente todo, y cualquier paso que intentaba dar resquebrajaba el frágil suelo sobre el que se posaban débilmente mis pies.
Si Matthew no hubiera llevado mi microchip, implantado bajo su propia piel para que no me descubrieran dentro del laboratorio, tal vez no le hubieran descubierto y ahora estaría vivo... Kalen, Bryon, Blasset, Mathew... todos ellos estaban muertos... Todos ellos eran personas que habían tratado de ayudarme y yo... yo solo los había conducido a la más directa de las muertes...
—Hola, Enyd —dijo una voz hablándome directamente a través del intercomunicador que me unía con Matthew.
Era una voz fría y cruel. Una voz que ondeaba con sarcasmo el estandarte de La Muerte. Una voz que reconocí de un modo inmediato y que transformó todos los sentimientos de desesperanza, desesperación, angustia, tristeza, dolor y desasosiego, que me habían embargado desde el instante en que escuché la muerte de Matthew a través del intercomunicador, en ira, en pura ira.
Sentí como una especie de monstruo comenzaba a nacer lentamente en mi interior. No era una hermosa metáfora, no significaba que me estuviera recomponiendo de mis propias cenizas y estuviera resurgiendo como un fénix... No. Si había existido, en algún momento, un fénix dentro de mí que pudiera resurgir de mis propias cenizas, ese fénix, por inmortal que fuera en la mitología, en la vida real había muerto de un modo definitivo cuando Bryon fue asesinado. La voz que había escuchado a través del intercomunicador solo había despertado en mi interior a un verdadero monstruo... Solamente comenzaba a sentir en mi interior sentimientos negativos... odio, rencor, desdén, ira, furia, desprecio, repugnancia, aborrecimiento, resentimiento, aversión, hostilidad...
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Dark Wings - El Origen
De TodoDe algún modo, era como entrar en medio de una guerra, en pleno siglo XXI, y hacerlo portando contigo las armas más obsoletas que existan... Podrás intentar sobrevivir, podrás emplear todas tus fuerzas en hacerlo, podrás enfrentarte directamente a l...