5. Renacimiento - Parte 7

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—Ten cuidado, Blasset —intervine en un susurro confiando en que pusiera especial atención en cada uno de los pasos que se dispusiera a dar puesto que, si Krauster estaba en la Cámara Acorazada de la Sección Treinta, no iba a estar solo y, aunque yo confiaba plenamente en la destreza de Blasset pues había sido el jefe de la unidad de seguridad, S.L.S., lo cierto era que el nuevo jefe de seguridad, Drixman, era un auténtico psicópata que no dudaría, un solo instante, en disparar contra Blasset, a la más mínima ocasión que se le presentara ante sus propios ojos, y no sentiría la más mínima compasión si tenía que dispararle por la espalda, al contrario, para él sería una ocasión perfecta puesto que podría librarse de Blasset sin el más mínimo riesgo para sí mismo.

—Lo tendré. No por mí, sino por tu hijo —respondió Blasset a mis palabras—. Por cierto, Enyd —añadió en un tono de voz grave llamando mi atención—, la pistola que te entregué hace unos minutos —comenzó a decir y mis ojos se posaron sobre la pistola que él me había entregado y que, ahora, descansaba sobre la mesa de Kalen—, tiene un especial valor sentimental para mí —prosiguió—. Era de mi padre, un agente del FBI, como tú... Por eso consideré que eras tú quien debía tenerla en estos momentos... Pero quiero que me la devuelvas cuando salgamos de aquí, y quiero que seas tú quien lo haga...

Conocía la verdadera intencionalidad de sus palabras. No era el mero hecho de que le devolviera la pistola lo que sus palabras escondían, no era el mero hecho de recuperar la pistola de su padre, aunque ésta tuviera un especial valor sentimental para él... Lo que realmente quería es que luchara por sobrevivir, por salir de este complejo y que le entregara personalmente la pistola.

—Lo haré —respondí en un tono de voz más bajo de lo que había pretendido.

Mis palabras carecieron de potencia, de intensidad, de firmeza... simplemente porque, una parte de mí, realmente quería devolverle la pistola a Blasset pero, otra parte de mí, aún no estaba demasiado segura acerca de si yo conseguiría sobrevivir a toda la ira que estaba a punto de desatarse en el interior del laboratorio.

—Eso espero —respondió Blasset dando por concluida nuestra conversación.

En estos momentos supuse que Blasset acababa de insertarse en el túnel que guiaba hacia la Cámara Acorazada de la Sección Treinta, sala en la que, al parecer Krauster retenía a mi hijo y esperaba mi llegada, no la de Blasset. Era más que obvio que Krauster me tenía preparada una emboscada en la Cámara Acorazada, pero ¿qué ocurriría ahora que todo su equipo de agentes de seguridad había sido alejado, por nosotros, del lugar en el que Krauster quería que estuvieran? ¿Qué ocurriría cuando Krauster fuera consciente de que no era yo quien había accedido a la Cámara Acorazada, sino Blasset?

Krauster había prometido liberar a mi hijo si yo me entregaba voluntariamente. No hubiera dudado ni un solo instante, en entregarme, si hubiera una ínfima posibilidad de que sus palabras fueran totalmente ciertas. Pero sus palabras no eran ciertas, tan solo formaban parte de un sucio y macabro juego psicológico, basado en el más puro y vil engaño, para lograr tenernos a Erwyn y a mí en su poder y hacer sobre nosotros los experimentos que deseara.

Había llegado el momento de proceder a llevar a cabo la segunda parte del plan que vivía en mi mente y que, poco a poco entre los tres, íbamos materializando en algo real. Lentamente íbamos dándole vida física a ese plan que, en mi mente, no era más que algo etéreo y vacío. Por ahora, las alarmas, que alertaban de la existencia de un Código Rojo en cada una de las secciones del laboratorio, seguían activas. Los agentes de seguridad de la S.L.S. no las habían logrado desactivar, ni siquiera debían de saber las razones por las que éstas se habían disparado.

—Matthew —intervine hablándole a través del intercomunicador—. Necesito que hagas cumplas dos órdenes inmediatamente. La primera, activa la bomba sin esperar un solo minuto más; la segunda, incrementa los niveles de alarma en todas las secciones pasando del Código Rojo al Código Negro.

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