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- ¡Quiero ver a mi hija!- gritaba desesperada Sabine Cheng en el hospital. La enfermera, Tom y Natalie intentaban tranquilizarla sin éxito. Ante la llamada de Natalie alertando de lo ocurrido, no dudaron en cerrar la tienda e ir a buscar a su hija al hospital. Adrien también estaba fuera, sintiéndose culpable de todo lo que estaba ocurriendo.

El doctor que atendía a su hija salió con muy mala cara. Adrien se levanto de la silla y también fue a preguntar con los padres. Era obvio que no traía buenas noticias.

- No sabemos realmente que le esta pasando, puede ser ese don que no puede salir, un colapso... Es la primera vez que vemos algo como esto en mucho tiempo. ¿tienen su tarjeta sanitaria con todos los datos al día?- la madre no tardó en entregarlo- Cuando despierte, podrán verla.

- Esto es mi culpa- les dijo Adrien bastante apenado por la situación

- Tranquilo, no lo es- Tom le quito las culpas con una triste sonrisa- ella solo iba a ayudarte. Eres su primer amigo, y eso lo entendemos

La dulce comprensión del señor Dupain asombró al joven, pero no alivió esa pena que guardaba dentro. No le quitaba esa culpabilidad que oprimía tan fuerte el pecho. Ella no estaría ahí, en esa situación si no hubiera sido tan loco de ir al colegio. Natalie decidió que era el momento de llevárselo a casa, pero se resistió. No quería abandonar a Marinette. Pero lo adultos tenían razón, no podía quedarse por más tiempo y ahí no hacía nada. Los padres de su amiga se comprometieron a llamar si ocurría algo, ya fuera bueno o malo.

Pero esa llamada no llegaba.

Pasaban los días y Adrien quedó prisionero en su casa. No despegaba su teléfono ni durante sus clases con Natalie. Su padre seguía negándose a dejarlo a ir, y había doblado la seguridad solo para que no volviera a huir. Se desesperaba a cada segundo que pasaba. Intentó ser él quien llamara para saber un mínimo de ella, si seguía estable o como era que todo había pasado, pero no encontraba el número, ni en la red.

- Natalie, ¿no puedes averiguar nada de Marinette Dupain-Cheng?-pregunto pasadas dos semanas. Ella negó con la cabeza, para odio de Adrien. -Seguro que te lo ha pedido mi padre. ¡Estoy harto! Llevadme con Marinette

- No podemos- fue lo único que dijo ella antes de marcharse, para rabia del chico.

Ajeno a todo lo que le ocurría a Adrien, los padres de Marinette seguían pendientes de la evolución de su hija. Solo salían a la calle para el hospital o la compra de la casa. Nada más. Los médicos tampoco sabían que le ocurría y solo sabían justificarlo por la ausencia de Kwami. Las teorías de su posible muerte dejaron devastada a Sabine Cheng, que solo supo culparse a si misma.

Solo podían estar tranquilo con la cara de paz que tenía Marinette descansando en aquella cama.

- Pobrecilla, ¿no crees, Wayzz?- se acercó al cuerpo dormido de la chica, ajena a todo. Colocó unos pequeños pendientes y se marcho- será un sujeto de pruebas mejor que el chico

Las alarmas en la habitación de la chica empezaron a sonar como locas y los medicos al llegar, no se explicaron que pasaba.

La Sin KwamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora