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Manon resultó ser la niña sin kwami que ayudó el otro día. No pensoq eu fuera a ser hija de la presentadora, pero tenía sentido: si no tenía kwami, debía esconderla. Ese estilo no le gustaba en los padres famosos, pero no podía luchar mucho por ella, solo dar lecciones morales. Tikki se vio igual de sorprendida, más cuando la madre le pedía a Sabine Chen que la cuidara mientras estaba trabajando, pues no tenía otra persona. Marinette aceptó por ella y sacó unos viejos muñecos que tenía para jugar.

Podía ver en ella ciento y un talentos, lástima que nadie más lo hiciera.

Aun no se acostumbraba a ver el horrible lugar que era realmente París: hipócrita, cruel, poco solidaria y sobre todo llena de desigualdades que nadie quería enfrentar por esa cómoda posición de la que contaba una gran mayoría. Por mucho que Marinette quisiera sacar hermosas sonrisas como estaba pasando con Manon, no tenía ni medios ni la suficiente fuerza para poder extender su palabra. Tampoco quería torturarse con eso. Debía pensar que las pequeñas revoluciones empezaban por uno mismo y ya había hecho un esfuerzo inimaginable hasta llegar a su lugar. Y mucho le debía tanto al maestro Fu como a Adrien. Y todo ese esfuerzo se veía reflejado en Tikki y como Adrien había empezado a salir de su crisalida. Después de buscar en internet y consultar con su madre, había decidido dejar todo ese intento de ser modista para ayudar a la gente con la integración social. Esa carrera era de las menos nombradas, no mucha gente apostaba por ella pues con su don habían muchas más puertas abiertas. Pero ella era una simple humanista con la palabra y quería aportar algo hermoso a esa comunidad tan cruel.

Todavía no había tenido tiempo de decirle nada a Adrien. Desde ese muy vergonzoso momento, había una distancia entre ambos que ella misma puso. No sabía lo que sentía. Era algo inocente en ese aspecto, pues no era lo mismo lo que había pasado tiempo atrás (sola, dolida, capaz de dañarse a si misma por no gustar a nadie como persona y amiga) con lo que sentía en ese momento. Tikki la abrazó por un breve instante, pues ella si sabía con seguridad que sentía su chica aunque no lo admitiera.

- Marinette... ¿Otro día jugamos en el parque?

- ¡Claro! Pero después de merendar con mi madre- prometió ella mientras bajan las escaleras hasta el recibidor, donde la madre de Manon esperaba con cara de muy pocos amigos. Cuando se fueron, Sabine le dio una pequeña recompensa monetaria por pasar la tarde y le preguntó cuando volvería Adrien. Algo avergonzada, le dijo simplemente que no lo sabía.

- Marinette, deberías hablar con él. Quizás esta dolido por tu actitud.

- Es que...

Arrastró por la mesa su teléfono- Dile que mañana vais a ver al maestro y aprovechas para pedirle perdón y sincerarte

Le hizo caso pero en vez de llamarlo, mando un mensae con un emoticono feliz, a lo que Adrien contesto sin emotico un "vale" bastante seco. Entonces se dio cuenta que estaba realmente molesto. Tuvo que esperar al día siguiente para verlo. Por su rostro serio, pudo ver que realmente estaban decepcionado. No hablaron absolutamente de nada durante el pequeño camino, a pesar de sus muy torpes intentos de decirle algo del tema. Cuando llegaron al lado del maestro Fu, por un momento tuvo que dejarlos a los dos solos, pues algunos temas eran absolutamente privados. Ella podía imaginarse de que era realmente, pero respertaba la decisión del maestro. Por otra parte, cuando puedo entrar a hablar con él, le entregó un pequeño estuche.

- Estan llenos de prototipos para gente que irás conociendo. Cuando se terminen, ven a por mi, te daré más instrucciones. Mariquita, tienes que llevar alegría a aquellos marginados y con el camino que has escogido, creo que te será más facil.

- ¿Y si no lo logro?

- Los errores son experiencia

Con aquellas cuatro palabras, se dio por terminada la conversación. Marinette estaba realmente asustada con su nuevo cometido, pero no dudo en invitar a Adrien a su casa, pues sus padres tenían ganas de volver a verlo. Y no era mentira, pues nada más verlo, Sabine Cheng le ofreció un poco de todo. Hasta asustaba. Pero eso no evitó que lo invitara a su habitación. Agradeció que estuviera ordenada, si no, no sabía que excusa poner.

- Adrien, lo siento muchisimo, de verdad- fue lo primero que se le ocurrió decir- Es que... es demasiado nuevo para mi y ahora con esta caja...

- Podrás con ello. Eres Marinette, la que siempre intenta sacarme una sonrisa. Podrás sacarsela a cualquiera. Aunque te infravaloras de una forma que hasta me molesta. Porque vales más de lo que cualquiera de fuera pueda decir. ¿no tienes ahora amigos? ¿no eres aceptada?

- Solo por Tikki, si no, hubiera seguido en las mismas- aclaró ella bastante desolada en ese aspecto- realmente mi primer y único verdadero amigo has sido tu. Caíste sobre mi- aquello lo recordaron ambos con una risilla mal disimulada- Pero tanto como para decir que es más que cariño... da miedo

- ¿Miedo a admitir que le puedes interesar a alguien de esa manera?- De improvisto, agarró su mano- Solo digo que esta amistad podría cambiar por todo lo que hemos vivido y sentimos ahora. Marinette, ¿sientes lo mismo que yo?

-...Si

La Sin KwamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora