Experimental

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Marinette se despertó de golpe. Sentía un gran dolor en las orejas casi como si se hubiera quemado con algo. Algunas máquinas pitaban como locas y vio que algunos enfermeros entraban a ver que ocurría. Todos quedaron asombrados al ver algo que ella no podía ver. Escucho decir a uno que llamaran a sus padres, pero nadie le decía absolutamente nada. Le costaba horrores moverse y solo pudo tocarse las orejas a pesar de estar ardiendo. Noto unos pendientes e intentó recordar a ver si se los había puesto. No. Solo recordaba haberse encarado al señor Agreste por lo que le estaba haciendo a su hijo y que todo se volviera negro. Una de las enfermeras la ayudo a ponerse bien e intentó tranquilizarla de forma muy tonta. La dejaron sola e intentó poner sus pensamientos en orden.

- ¡Hola, Marinette!- ella miró a todas partes, buscando el origen de esa voz, pero no había nadie- Aquí abajo

Miró su regazo y se encontró con un kwami rojo con antenitas y grandes claros ojos azules. Tenía la apariencia de una mariquita y un punto negro en la cabeza que contrataba con todo el rojo de su cuerpo. Dio por hecho de que era de una enfermera.

- Mi nombre es Tikki y estoy encantada de ser tu kwami experimental- Marinette abrió los ojos como platos. No entendía exactamente que pasaba, pero simplemente dejo que aquella mariquita hablara un poco más- A partir de hoy, por orden del maestro y creador, te ayudaré a encontrar tu algo especial a pesar de haber nacido sin un ser como yo. Tenemos cinco semanas, el conteador esta en tus pendientes, por lo que nunca te los quites. ¡Será todo un placer!

No terminó de enteder, y tenía bastantes preguntas atragantadas en la garganta, pero sus padres entraron de sopetón. Ellos le dijeron que iba a estar un poco más en observación por lo menos un día más, por si había algo. Marinette solo dijo una parte de la verdad, que le dolía todo el cuerpo, pero ya le iba a psar. De la emoción, se habían olvidado de llamar a su amigo Adrien. Pidieron a la enfermera un teléfono, pero Natalie, la secretaria, aseguro que ya se lo iba a decir. Con esa respuesta, Marinette tenía más que claro que, hasta el día del alta, no podría ver a su amigo. pero tenía ganas de verlo y preguntarle que tal estaba.

Era su primer amigo, se preocupaba mucho por él, y más de lo que podría pensar al ver esa extraña kwami roja llamada Tikki.

La Sin KwamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora