Te miro, digo que me duele el dedo, que me he quemado. Pero no te cuento que lo que más me duele tiene que ver con lo que llevo dentro. Y de eso no puedo escapar.
Me excuso, digo que no he podido hacer, que tengo demasiados problemas. Pero no te cuento que tantos insultos y golpes se graban en el cerebro. A ellos no los pueden matar.
Te miento, digo que lo siento, que ha sido la primera y última vez. Pero no te cuento que las cicatrices internas son las que necesitan tratamiento. No siempre se van cerrar.
Me rio, digo que no importa nada, que me pases la Nutella y una rebanada. Pero no te cuento que en el baño habrá un barco estrellandose en su propio puerto. El mar no va a parar.
Te siento, digo que ya no puedo con esto, que de tus pómulos no se bajar. Pero no te cuento que me dan miedo las caidas, que es allí dónde está mi aliento. Allí no me pueden matar.