Capitulo 12

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Capitulo 12

Estoy corriendo en dirección a la selva, espada en mano, preparada para luchar. El sol me deslumbra y me impide ver bien lo que tengo delante, sin embargo, lo único que me importa es lo que tengo detrás. Él ha escapado y viene a por mi. Sigo moviéndome por la espesura, adentrándome cada vez más y le he despistado. O eso creo. Una mano nudosa sujeta la mía que antes solía ser suave, y la pone en el pecho, justo delante de su corazón. Con la otra me rodea la cintura, impidiéndome escapar.

- ¿Lo escuchas? Pues así es como me haces sentir. Eufórico. Se me desboca el corazón cada escaso segundo que en tu rostro encuentro un atisbo de sonrisa. O cada vez que me regalas una mirada abriendo tu alma, en vez de tu habitual mueca de desdén. ¿Y sigues sin ser capaz de confesar que me amas? ¿Que sientes lo mismo que yo? ¿Tanto miedo te da? ¿Tan incapaz eres de entregarle tu cariño a alguien, Leah?

Me despierto sobresaltada, lo que también le sobresalta a él. No parece recordar donde está. En ese momento me mira y me sonríe No es una de esas sonrisas juguetonas que tanto am... Odio. Las odio. Al igual que a ese imbécil. Es una sonrisa de las que Jake podría haber regalado a alguien de su Distrito, probablemente a su madre, o a su novia ; una sonrisa sincera. Parece ser él mismo en este momento. Miro sus muñecas. Están todavía atadas. Solo ha sido un sueño, Leah. No ha pasado en realidad. Me mira con los cálidos ojos azules entrecerrados y me dice:

- Buenos días, pequeña. ¿Ya ha amanecido?

- Sí-contesto secamente.

-¿No me das un beso de buenos días? - me dice poniéndome morritos a lo que yo contesto levantando mi dedo corazón.

- Voy a buscar agua. Toma un poco. Quédate aquí- como si pudiera moverse.

Acerco la cantimplora a sus suaves labios y veo como intentan atrapar cada gota. Se le resbala y le mojan el cuello. Las gotas resbalan hasta su pecho delicadamente esculpido y caen al suelo. Eso me saca una sonrisa interior que me esfuerzo mucho por ocultar, sin embargo no lo consigo del todo y acaba dirigiéndome una mueca. Vuelvo a ocultarlo con la maleza y me marcho de allí, espada en mano. Es un buen arma, pero desde lejos no conseguiría herir sin el riesgo de perder el arma. Tengo que encontrar, robar o fabricarme otra. Sigo el camino que recorrí la noche anterior y después de un rato encuentro el agua. Lleno las cantimploras otra vez e intento pescar con la espada. Se me da fatal y acabo con los pantalones empapados. Pero no lo había pasado mejor nunca antes. Cuando salgo del riachuelo, victoriosa, tengo dos peces sanos y sabrosos de los que alimentarnos. "Se acabó la fruta" pienso y sonrío.

Cuando llego él se ha quedado dormido. Envuelvo nuestra comida en una hoja de palmera y dejo las cantimploras en el suelo. Por suerte, tiene un sueño profundo y no se da cuenta de lo que hago. Con una mano desato las cuerdas de sus piernas mientras con la otra sostengo la navaja frente a él. Le estoy haciendo un favor así que que no intente ninguna tontería. En el momento en el que sus piernas están libres, abre los ojos, de golpe, sobresaltándome.

- Leah- algo me inquieta en el modo aterciopelado en el que susurra mi nombre-. ¿Qué estás haciendo?

- Silencio, rubiales. Te estoy desatando las piernas, he pensado que querrías caminar alrededor del cocotero- le digo, convocándolo.

- ¿Y por qué no me sueltas las manos?

- Porque no soy idiota. No pienso darte una ocasión para que me estrangules. Fin.

- Hay que ver que borde puedes llegar a ser, Sky.

- Solo porque tú eres un idiota, Mathews.

Él estira las piernas y se pone de pie. O más bien lo intenta. Después de 10 minutos lo consigue y se sienta encima de una roca. No puedo evitar reírme a carcajadas de su patético intento de levantarse. Eso a él le saca una sonrisa de las de esta mañana y me ruborizo como una idiota.

Con la fuerza de una pantera (Los juegos del hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora