Capitulo 13

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Capitulo 13

Corre, sabe que le está persiguiendo e intenta huir para salvar su vida. Escucha sus pasos en la lejanía. No está lo suficiente cerca para encontrarle pero está siguiendo su rastro y si para a descansar un solo segundo, puede llegar hasta allí y sería su perdición. Pasa por un cruce de senderos. Recuerda ese árbol y sabe que le ha engañado. El sol hace que su arma destelle y sigue corriendo porque sabe que él está cerca. Ya no puede hacer nada, aún así intenta encontrar una salida y la ve, un claro cercano. Pisa la cuerda y cae, envolviéndose en su trampa, le mira a los ojos del color del mar y siente el dolor del metal rasgándole el corazón. El chico de cabello de bronce saca su tridente con una siniestra sonrisa. No tiene más de 14 años y sin embargo parece que esté disfrutando. Ensangrentado y al filo de la muerte le susurra la única palabra que es capaz de desmoronar a Finnick Odair " monstruo" y al instante su corazón se para, lleno de odio, lleno de dolor, lleno de rabia y cubierto de su propia sangre. En ese mismo instante una niña de 10 años grita, sin poder hacer nada más, grita hasta que se queda ronca, y una sombra oscura pasa por sus ojos de color del bosque, cubriéndolos de sombras, de tinieblas, robándole toda esa luz, y secándolos, haciendo que no pueda volver a llorar, es una niña a la que se le ha ido la luz. Porque no solo ha perdido a un amigo. Ha perdido a un hermano, a un padre. Ha perdido a Colin. Para siempre. Y puede que no vuelva a recuperarse.

Me despierto gritando, como en mi sueño. Más bien mi recuerdo. Ya han pasado cinco largos y amargos años, y creía haber olvidado el momento exacto de su muerte, pero no es así. Lo que ya no recordaba era el modo en el que me afectó.

- Jake, Jake, perdona, solo ha sido una pesadilla...- susurro en la oscuridad de la noche.

- Me temo que Jake, no puede oírte.

- ¿Qué haces tú aquí? - le digo con rencor.

- He venido para matarte- en ese momento mi propia espada me atraviesa el pecho.

Otra pesadilla. Menuda nochecita. Eso me hace pensar dónde estará Simon. No lo he visto desde que entramos. Y lo prefiero así. Gritos, gritos y más gritos. Y no solo por mi parte o por la de Jake. Se escuchan gritos desde cualquier lugar. Estamos abrazados hasta el amanecer. Nos levantamos y nos ponemos es movimiento. Él guarda las provisiones para cenar esta noche y envuelve algunas cosas que mete a su mochila. Yo escondo mi nueva arma debajo de las hojas que nos hacen de cama y borro nuestras huellas para que nadie sepa que hemos estado allí. Hoy hace un día muy bonito si olvido el detalle de que hay gente planeando matarme. Corremos un poco por los alrededores hasta llegar al riachuelo, saltando troncos y piedras a una velocidad apasionante mientras esquivamos las ramas que intentan arañarnos. A pesar de que le he dejado ventaja, he llegado antes. Y como mal perdedor que es, me tira al borde, empapándome la espalda. Jugamos un poco con el agua, salpicándonos para refrescarnos y llenamos las cantimploras de nuevo. Hoy no hay pescado. Recolectamos algunas bayas comestibles y piezas de fruta y comemos junto al río.

- Menudo picnic.

- Sí- respondo, sonriente-. A ver cuanto dura esto.

- Vamos, Leah. Vive cada momento, no pienses en morir o en matar. Disfruta de este día maravilloso y de mi soberbia compañía- dice él y seguidamente muerde un trozo de pan.

- La verdad, no parece que llevemos cuatro días en la arena, a mi me parecen dos semanas. Todo se intensifica aquí. Es frustrante y emocionante a la vez.

No esperaba que tuviésemos un día de paz. Solo quedamos ocho y esto se va a volver cada vez más interesante. Tenemos que informarnos bien de lo que está pasando, en vez de quedarnos aislados. Aunque esta puede ser también la estrategia más inteligente. Dejar que se maten entre ellos. Solo hay una pega. Tendría que matar a Jake para ganar y no me veo capaz. Noto su mirada absorta en mi y se disuelven mis pensamientos. Definitivamente, no podría hacerle daño. ¿Eso me hace débil? Sí. Y se que estoy fallándole a Johanna. <No os atéis a nada ni nadie en la arena. Olé yo. Ya le estoy desobedeciendo.

- Creo que es hora de que me devuelvas MI espada- me guiña un ojo y cambia de tema.

- Pues yo creo que me la voy a quedar, le he cogido cariño- discuto.

- Si ni siquiera sabes manejarla como es debido, Sky. Además, ya tienes tu propia arma.

- Yo se manejarla muy bien, Mathews-digo serena, haciendo caso omiso a sus burlas- Lo que pasa es que esa espada no es normal, le has hecho algo. Y respecto a mis dardos venenosos, pienso que me vendría muy bien un arma con un corto alcance.

- La he mejorado. Para que nadie que no sea yo pueda usarla correctamente. Aún que, si quieres, te puedo enseñar el modo adecuado.

- Me parece estupendo. ¿Empezamos a entrenar?

- ¿Quién ha dicho que sea gratis?- dice mientras se acerca a mi velozmente y coloca sus brazos alrededor de mi cintura, provocándome una sonrisa-. Si quieres aprender me tienes que dar algo a cambio. ¿Qué te parece... un beso?

Mis mejillas arden y mis ojos se vuelven a perder en los suyos. Es una buena oferta. Magnífica. El viento comienza a soplar suavemente revolviendo mi pelo un poco. Noto los rápidos latidos de mi corazón e incluso me pitan un poco los oídos. ¿ Él está provocando esto?

- D-de acuerdo- le respondo muy tímida de repente.

¿Me habré sonrojado? Espero que no. Con una media sonrisa, coge mi mandíbula con una mano, mientras mantiene la otra alrededor de mi cintura, pegándome a él. Con el dedo anular acaricia una sola vez mis labios formando una línea y suspiro lentamente. Todo alrededor empieza a disolverse y solo quedan Jake y Leah. ¿Nos estarán grabando? ¿Qué pensarán de mi en casa? Acerca sus labios lentamente a los míos rozándolos levemente y se queda ahí. ¿Por qué para? ¿A qué espera? Mis brazos cuelgan a mi alrededor y él, con la mano que antes estaba el mi cintura los pone en su cuello.

- Vamos, Leah- susurra en mis labios, sonriente-. Se que lo deseas.

Maldito sea. ¿Por qué tengo que dar yo el paso? Seguro que en el capitolio se están desesperando. ¿Esto estará permitido? No lo se. Mi corazón late aún más rápido y no veo nada más que sus fríos ojos azules fijos en los míos. Con un impulso, mis labios comienzan a moverse contra los suyos, que reaccionan inmediatamente, hambrientos. En un principio son besos dulces, pero se van intensificando poco a poco. Introduce su lengua dentro de mi boca y yo juego con ella, mientras siento una sensación de jubilo en el pecho. Cierro los ojos y me dejo llevar. Mis dedos empiezan a acariciar suavemente su pelo, masajeando. Él aprieta más su boca contra la mía y me muerde un poco el labio, haciéndome perder el control. En ese momento dejo de controlarme, de ser consciente de lo que hago y Jake también. Solo hay calor, calor por todas partes. Me empuja hacia atrás y caemos al césped, sin despegarnos, nuestros labios siguen moviéndose acompasados, movidos por el deseo. Juego más con su lengua y le muerdo el labio fuerte, haciéndole una pequeña herida y saboreando su sangre. Se pone sobre mi, con sus piernas abiertas sobre mis caderas y me besa suavemente el cuello, haciendo que me den pequeñas sacudidas eléctricas allí dónde me rozan sus labios. Se acerca a mi oreja, sonriente y abro los ojos. Me muerde el lóbulo de la oreja y reacciono de nuevo. Soy consciente de lo que acaba de pasar y no me siento nada culpable. Me giro buscando su mandíbula y la acaricio mientras le doy un dulce y suave beso en los labios. Él se quita de encima y se tumba a mi lado, rodeándome con los brazos. Nos quedamos abrazados un rato mirando al cielo, en silencio. Al cabo de un rato Jake susurra en mi oído:

- Se suponía que era solo un beso.

- Se suponía.

- Te quiero, Leah Sky.

-...

Un ruido en los arbustos me sobresalta y me pongo en pie, seguida del chico del Distrito 3, que agarra la espada.

- ¿Qué ha sido eso?- pregunto en voz baja, cogiendo la mochila.

- Corre- grita él, arrastrándome de una mano y evitando que una flecha atraviese mi pierna.

Con la fuerza de una pantera (Los juegos del hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora