Capitulo 8

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Capitulo 8

Segundo día de entrenamiento.

Como el día anterior me despierto temprano y voy a la cocina en busca de alimento. Esta vez me han preparado el almuerzo antes para que no tuviese que esperar a los demás. Muy considerados. Desayuno un zumo de naranja y unas tostadas y vuelvo mi habitación.

Allí me desvisto y me meto en la ducha sin perder tiempo. Apreto unos botones cuidadosamente escogidos y disfruto de las burbujas, la sensación de frescura y los diferentes aromas embriagadores que están presentes en todo el cuarto de baño. Cuando salgo con olor a frutas me pongo debajo de una máquina que me seca el pelo y elijo la opción de dejarlo liso. En menos de 5 minuto ya tengo el pelo perfecto.

Como el día anterior, hay ropa encima de la cama. Unos legins negros y una camiseta negra y roja, como la de ayer. Sin embargo no es la misma porque la otra está tirada en un cesto para ropa sucia que está en una esquina de la habitación. Me hago una coleta alta y salgo. Nadie a la vista. Bien.

Deambulo por los pasillos observando cada detalle. La forma de decorar que hay en el capitolio es interesante, lujosa y extraña. No hay nadie en el salón, pero supongo que los Avox estarán en la cocina. ¿Y si me doy un paseito por el edificio? En ese momento me parece una idea buenísima. ¿Por qué no llevarla a cabo? Ignorando el lio en el que estoy a punto de meterme, pulso el botón y espero a que llegue el ascensor. No tarda mucho en llegar y, por suerte, está vacío.

¿A qué planta me dirijo? La planta principal estará llena de gente que solo me dará órdenes y se acabará el trayecto. Miro los números y resisto la tentación de ir a la primera para vengarme de Sheera, esa zorra recibirá su merecido en la arena. Que lo decida mi subconsciente. Cierro los ojos y voy rozando los números hasta que detengo mi mano y pulso el botón. El 3. Oh, mierda. No bajes, no bajes, no bajes. Y el ascensor baja. Se abre la puerta. Bueno, ya que estoy aquí, ¿por qué no investigar?

La planta es muy, muy similar a la nuestra. Más bien es exactamente igual. Supongo que todas son así para no mostrar favoritismos. De todos modos, da igual. Ellos prefieren a los Profesionales. Ni un Avox a la vista. Menos mal. Camino con paso ligero y silencioso por el pasillo que lleva a las habitaciones y escucho una respiración acelerada detrás de la puerta entornada. Es la niñita ciega que está teniendo una pesadilla. En ese momento siento pena por ella. Incluso me recuerda un poco a mí hace unos años. Débil. Indefensa. Buena. Ya no soy así. Lo que daría por ser como era antes. Lo que daría porque nada de esto hubiera sucedido. Me sobresalto al sentir un mano encima de mi hombro y me giro lentamente al escuchar su voz.

- Creo que no deberías estar aquí.

- Ya me iba. Por favor, no digas nada, Jake.

- ¿Y qué gano yo con eso? -Me dice poniendome una mano alrededor de la cintura mientras me mira con una expresión divertida.

De repente ya no me parece una idea tan buena dar un paseo.

- No dirás nada- le digo mirándole severamente.

- ¿O sinó qué? - dice mientras me acaricia suavemente el rostro.

- O sinó diré que me has arrastrado aquí en contra de mi voluntad- detiene la caricia y noto como su expresión cambia al asombro y libera mi cintura-. Puedo gritar ahora mismo y todo el mundo lo creerá. Es tu palabra contra la mía.

- Eres una manipuladora, Sky- me sonrie y se coloca a mi lado dejándome espacio.

- Gracias. Ahora acompáñame en silencio al ascensor. Y ni una palabra a nadie. ¿Entendido?

- Si quieres mi silencio tendrás que sellar mis labios - me dice cuando estamos frente al ascensor y este se abre.

-Acercate- le digo mientras ambos nos vamos haciendo un poco hacia atrás. Yo me meto en el ascensor y él se queda fuera, pero muy cercano a mi, solo separados por la línea de la puerta-.Y una mierda- pulso el botón y la puerta se cierra, separándome de su sonrisa.

Despues de todo no ha salido tan mal. Casi me pillan, pero por suerte he sabido manejar la situación. El ascensor se detiene de repente, pero ha llegado demasiado pronto. La puerta se abre y adivino al ver el rostro en que planta estoy.

- Hola, em... ¿Leah?

- Hola, señor Odair-digo cansada.

- ¿Ibas a alguna parte tan temprano?

- Em... soy madrugadora- digo intentando parecer despreocupada. - Y me gusta pasear. ¿Y tú?

- Tengo un recado pendiente. ¿De dónde vienes?

- Creo que no te importa. Adiós Finnick -me despido cuando llegamos a mi planta. ¿Quién se cree que es para hacerme un interrogatorio.

-Oh, vamos. ¿Por qué me tratas así? - dice con una sonrisa pícara impidiendome salir del ascensor.

- Porque te odio.

- No lo dices en serio. Solo envidias no tener la suerte de pasar una noche conmigo.

Ignoro el rubor de mis mejillas e intento ordenar mis pensamientos. El recuerdo de ese instante refuerza mi odio hacia el chico Odair.

-Sí lo digo en serio. Te odio desde hace tiempo. Y no puedo remediarlo, si no te importa me gustaría salir.

Noto como su expresión cambia al asombro y de repente me mira con seriedad.

- ¿Cómo puedes odiarme si apenas nos conocemos?

-Porque- le digo apartandole de la puerta justo cuando se abre el ascensor- hace cinco años, tú mataste a mi hermano con tu tridente.

Con la fuerza de una pantera (Los juegos del hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora