" ___, ¿donde estas? Enserio, eso no es divertido."
"¡____! ¡LIAM ESTA LLORANDO! BUENO, NO REALMENTE, PERO ¡REGRESA!"
"Cariño, ¿Donde te escabulliste? Emoticón wink"
"¿Te importaría decirnos dónde diablos estás? ¡Todos estan preocupados!"
"Si fuiste a comprar comida, ¡Traime unas papas, por favor!"
Suspiré, eleminando algunos mensajes de los preocupados miembros de One Direction.
Si escabullirme de ejos significaba que los cinco chicos estarian a salvo, entonces, que así sea.
Samuel Harper todavia seguia nervioso e incomodo mientras ocupaba el asiento a mi lado en el estrecho taxi.
— Oye —puse una mano en su hombro haciendolo que se tensara — Esta bien, no pienso en hacerte daño.
— Supongo —se encogió de hombros, mirando por la ventana la noche de lla ciudad de Londres —. Esto es raro. ¿Tu eres mi hermana? Que extraño
— Lo sé, confia en mi. Pero creo que ninguno de los dos tiene otra opción, ¿cierto?
Sus cansados ojos miraron a los mios, y me dijo que tenía miedo de la incertidumbre que acababa de meterlo.
— Esta bien —empecé, dándole una cálida sonrisa —. Parece que tenemos doce años para ponernos al día. Esa es la edad que tienes, ¿no?
— Tengo once —corrigio, sus palabras envueltas con actitud.
— Esta bien, lo siento. Bueno, para empezar, mi nombre es ___ Harper. Tengo dieciocho, y vivi toda mi vida en Florida.
Samuel dio un exagerado bostezo, aburrido.
— ¡Oye! —Repliqué — ¡estoy tratando! Lo siento, sé que esto podría no ser conveniente para ti, pero nos guste o no, soy tu hermana. Y soy la única persona que tienes.
Un momento de silencio paso entre nosotros, antes de que Samuel agarrara su cabeza con sus manos y empesara a sollozar.
— Oh, no, oye... lo siento, no quise ser... ha sido una noche larga, no quise... —Trate de consolar al pobre niño de once años, pero no tenia idea de como.
Yo no lo conocía tan bien como para envolverlo en mis brazos en un fuerte abrazo.
Así que me quedé allí sentada, dejando que el pobre niño llorara.
— Extraño a mi papá —murmuró entre el llanto.
Mi corazón no podia manejar esto.
Mi corazón casi se parte en dos y se hunde como el Titanic, por que el padre de Samuel era tambien el mio.
— Mira, esta bien —con voz ronca, tratando de mantener mi compostura y ser fuerte para que el —. ¿Que.. q-qué pasó?
El levantó lentamente su mirada hacia la mia, sus ojos color avellana estaban rojos y brillantes con lágrimas.
— ¿Puedo confiar en ti, señorita? —dijo casi en un susurró
Tragué saliva y asentí. — Si. Por supuesto. Pero, llamame ___, ¿esta bien?
Samuel asintio, luego se limpió la nariz y tomo aire profundamente antes de comenzar.
— Bueno, mi papa... el no llegó a casa un día hace unos meses. Yo no sabia que hacer. Yo no sabia a quien llamar o a donde ir. Asi que solo me quede en casa. Pero despúes de un tiempo, esas personas en traje se aparecierón, esos hombres del banco. Querían la casa de inmediato. Yo me asusté, así que me escapé —brotó, rompiendo en sollozos.
— Oye, esta bien —le dije con voz temblorosa, acercandome más a el —. Mira, ahora estás a salvo. Me tienes a mí, lo prometo. Se qué no me conoces tan bien, pero, somos un equipo, ¿de acuerdo?
Froté pequeños círculos de consuelo en su espalda, recordando lo tan bien que se siente cuando Liam solía hacerlo en mí.
Me mordí el labio. Liam.
Iba a necesitar una gran cirugía para reparar todos los agujeros que crecian en mi corazón.
Pero tenía que ignorar estos sentimientos por Liam, por su seguridad.
Yo tenía que centrarme en el niño llorando en mis brazos.
— Um, ¿__? —preguntó, ahora estaba más calmado.
— Si, ¿Sam?
— ¿Tienes galletas en casa? Quiero galletas —dijo con una mano sobre su estómago, quejandose de hambre.
Él sólo quería un lote de galletas, después de todo lo que había pasado.
Esto fue un signo revelador de que Samuel estaba demasiado joven para estar atado en este lío.
— Claro, hablaremos más tarde. Que tal si preparo unas cuando lleguemos a mi apartamento. ¿Suena bien?
Y fue tan hermoso ver al chico sonreir.
***— ¿Está es tu casa? —Jadeó Sam, corriendo hacia mi pequeña sala de estar.
— Um, si. No es tanto pero..
— Oh, ¡confía en mí! ¡Es un jodido castillo en comparación con lo que he tenido que dormir! —Se rió, pero no encontré gracia en que los niños pequeños tengan que dormir en las frías calles.
— Woah, oye, mira tu lenguaje —negué con la cabeza ligeramente a medida que iba por harina y azúcar para preparar las galletas que había pedido.
— Oh, ¡Lo siento! —dijo con una sonrisa.
— Es un poco tarde, ¿seguro que todavia las quieres? ¿no estas cansado?
— Estoy seguro —dijo llendo hacia la cocina para verme preparar la masa —. Las galletas vienen antes de todo en la vida.
Me reí cuando vi la chispa en sus ojos color avellana cuando añadi los trozos de chocolate. Parecía sentirse un poco más en casa cuando las galletas estaban en su vista.
— ¿Quieres ayudar? —le pregunté, aprovechando la oportunidad que tenía que conocer a mi hermano.
Yo no tenía experiencia en este tipo de cosas 'familiares', pero estaba dispuesta a probar o hacer cualquier cosa para que Sam se sientiera cómodo.
No quiero molestarlo con preguntas contundentes y emocionales sobre nuestro padre por el momento.
No era más que un niño pequeño.
A veces, todo lo que necesitamos es una buena tanda de galletas para abrirse..
— Um, ¡Claro! —Chilló él, casi saltando de emoción —. ¿Qué tengo qué hacer?
Le entregué el recipiente y el batidor. — Sólo revuelvelo hasta que se convierta todo mezclado y pegajoso —le dije, antes de precalentar el horno en mi apartamento y sacando de los gabinetes unos moldes para galletas.
— ¡Ey! ¡Soy muy bueno en esto —sonrió,
— Si, un gran novato, felicidades, pequeño saltamontes —me reí con él, acariciando su cabello rubio.
— Bien, asi que, ¿Cuando haremos las galletas? —preguntó con entusiasmo, poniendo la mezcla en el mostrador.
— Hmm, despúes de que te cambies —dije, dándome cuenta de que todavía llevaba su camisa de vestir y corbata que le habían puesto cuando estaba trabajando como un servidor en la fiesta.
Le entregué una de las camisetas de Liam y unos boxers que había olvidado de tomar desde su última visita en mi apartamento.
Sin pensarlo, lleve el pedazo de tela blanca a mi nariz. Todavía olía deliciosamente como él, y me dolía el corazón recordar su olor.
— Bueno, es un poco grande, pero gracias —se encogió de hombros, contento con su vestimenta.
Samuel insistió en que nos sentaramos en el suelo justo delante de la estufa y ver como las galletas lentamente se cocinaban en el horno.
— Siempre hago esto —explicó con los ojos brillantes mientras observaba las galletas —. Es divertido verlas cocinarse.
Nos sentamos en silencio por unos minutos, permitiendo que el calor de la estufa calmara nuestras mentes.
Mi teléfono sonó unas cuantas veces más con los nuevos mensajes, pero no les hizo caso.
Ya sea que fuera de Liam o del acosador, yo no tenía ganas de contestar.
Estaba agobiada por el día, quería disfrutar un poco la vinculación con mi nuevo amigo.
— Oye, ¿___? —susurró Sam, no quitando sus ojos de las galletas.
— ¿Hm? —murmuré, fascinada por la suave luz del horno.
— Bueno, me alegro de haber sabido que tu eres mi hermana. Eso es todo.
— Yo tambien me alegro, Sammy.
***— ¿Estás cómodo? —le pregunté, arrojando una manta por encima de el —. He oído que un sofá no es el mejor.
— No, ¡Encerio! Estoy perfecto aquí —me aseguró, acurrucándose debajo de las cobijas.
— Uhm, tienes un poco de chocolate en tu cara —me reí, agarrando una toalla para quitar la pegajosa mezcla —. ¿Has terminado la leche?
— Si, termine, gracias —sonrió, entregandome el vaso vacío
— Bien, bueno. Es tarde, campeón. Hay que dormir, se que estas cansado. Vamos a averiguar lo importante mañana.
— Esta bien. Trato hecho.
— Buenas noches —dije, apagando la lampara y llendome hacia mi dormitorio.
— Espera, ¿___? —me llamó cuando casi cerraba la puerta.
— Si, ¿qué pasa?
— Uhm, se que es de bebes, pero, uh. ¿Me puedes contar una historia? Lo siento, mi papa solía hacerlo todo el tiempo.
Exhalé a la referencia de mi aparentemente padre perdido.
— Uhm, claro, Sam, no te prometo que sera bueno.
— No importa —sonrió, cerrando sus ojos, acomodandose en el sofá.
— Bien, uhm. Había una vez, había un... chico. Y se llamaba... Harry. Y Harry descubrio un dia que el era un mago, el fue a una escuela de magia..
— Oye, ¡Ese es Harry Potter! ¡Eso es trampa! ¡No puedes utilizar historias que ya existen! —rió, pateandome en broma cuando me senté a sus pies al final del sofá.
— ¡Lo siento! Esta bien, esta bien. Tratare de nuevo. Había una vez, había un... armario. Y adentro de el, habia una tierra llena de lobos y brujas y...
— ¡__! ¡Esa son las Crónicas de Narnia! ¡Inventa una historia! —rió.
— ¡Bien, bien! Esta bien. Esta vez de verdad. Había una vez, había un niño. Y un día, el se despertó solo. Y ese chico se asustó, pero pronto descubrió que tenía una superpoder..
— Oh, ¿El era superman? —Interrumpió Sam, el ya estaba fastidiado por mis pateticas historias.
— ¡Shh! ¡Dejame terminar! Bien, el tenia un superpoder. Y ese poder era de convertir cualquier cosa que el quisiera en postre. El solo mira algo, y se concentraba muy bien, y convertir algo en un tazón de pudín o de un lote de galletas o un helado. Muy bueno, ¿eh? Por lo tanto, cada vez que alguna chica caliente gritaba "¡Socorro! Alguien rescateme! ¡Ayuda!" Todo lo que tenía que hacer era mirar al chico malo, y ¡BOOM! El malo era ahora un bizcocho de chocolate.
Samuel estalló en risas. — ___, eres divertida.
— Bueno, me alegro de que pienses así. Voy a trabajar en mis historias para hacerlas mejor la próxima vez, ¿de acuerdo?
— Esta bien, genial. Oh, y ¿___?
— ¿Si? —hice una pausa antes de regresar a mi habitación.
— Gracias. Es lindo de volver a tener familia de nuevo.
— Yo también lo creo, Sammy. Buenas noches.
— Buenas noches.
En el momento de felicidad que acababa de compartir con mi hermano se rompió al segundo que abrí los mensajes que había ignorado durante las últimas horas.
El más reciente que abrí era de mi acosador. "Oh, que lindo. Los Harper pasando tiempo juntos. Pero creo que eso es mejor que Liam dado vueltas 24/7 ¿no?"
Tragué saliva nerviosamente cuando abrí otro mensaje de Liam.
"__ Harper, estas seriamente mental. ¡¿Por qué corriste así dejandome aquí preocupado que estoy listo para golpear algo?! Eso es todo, voy a ir otra vez, ¡Así que mejor estes en tu apartamento!"
Oh no.
Liam estaba a punto de romper la regla de su seguridad.
Y por supuesto, era mi culpa.