8

3.5K 168 18
                                    

—No lo puedo creer —soltó Barbara sorprendida.

Le había contado todo (con lujo de detalles) lo que había pasado la noche anterior y la situación con la cama.

—Por eso no querías que sacara el tema en el desayuno —dijo ella mientras ataba cabos.

—Exacto.

—¿Y qué te pareció? —preguntó emocionada.

—¿Qué cosa?

—Dormir tan cariñosamente con Thomas —soltó riendo.

—Cállate Bárbara —sentía como mis mejillas comenzaban a ponerse roja.

—¡Vamos, dilo! —su sonrisa no desaparecía de su rostro —. Siempre nos contamos todo, esto no puede ser la excepción.

—¡Bien! —exclamé ya cansada de su insistencia —. Dormí espectacular, listo, lo dije.

Bárbara comenzó a saltar por la habitación mientras aplaudía y reía.

—Te gusta —soltó.

—No, que dic... —la puerta se abrió y me interrumpí a mí misma.

Sarah, la compañera del cuarto de mi amiga, entraba a la habitación.

—Si mamá, mañana te llamo —dijo con su celular apoyado en su oreja.

—Ni una palabra a nadie —le susurré a Bárbara.

—Hola Brooke —soltó Sarah cuando cortó la llamada —¿Qué hacían?

—Estábamos hablando sobre la cena —mintió mi amiga —¿Bajamos? Ya deben de estar por servirla.

Eso hicimos y cuando llegamos al gran comedor nos sentamos en los lugares que estaban disponibles. Para mi mala suerte la mesa en la que estaba sentaba con Bárbara y Jack se llenó de chicos del equipo de Lacrosse, incluido Thomas.

—¿Qué se supone que vamos a comer? —le pregunté a Bárbara, que era la única que se sentía tan fuera de lugar como yo.

—Qué se yo, mientras esté rico... —respondió ella.

Continuamos hablando solo entre nosotras dos, pues la conversación del resto de los chicos no la entendíamos y tampoco nos importaba mucho entenderla.

—Thomas, hoy nos quedamos en tu habitación —soltó uno de los chicos.

Me ahogué con el agua que acababa de meter en mi boca al escucharlo. Bárbara me dio unas palmaditas en la espalda y a los segundos me recuperé.

—En mi habitación no —soltó él —. Que sea en la tuya.

—No puedo, mi compañero quiere dormirse temprano así que no va a dejar que nos juntemos como anoche —le respondió.

Al parecer se había despertado en la noche (mientras yo dormía) y había vuelto antes de que amaneciera.

Mi cabeza comenzó a hacerse miles de preguntas: ¿Se fue por poco tiempo? ¿Volvió justo antes de que yo despertara? ¿Me había abrazado apropósito? ¿Él sacó la almohada del medio? ¿Era todo coincidencia?

—Vamos, desde las doce hasta las dos, como anoche —agregó otro chico que estaba en la mesa.

Varias de mis preguntas se respondieron gracias él. Seguí escuchando atenta.

—No puedo —soltó Thomas —¿Qué parte no entienden?

—¿Quién es tu compañero? —preguntó otro, haciendo que el pánico se apoderara de mí —. Tal vez nosotros logremos convencerlo —agregó.

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora