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Durante toda la mañana había estado buscando a Thomas, no había rincón en el instituto en el que no me metí para ver si lo encontraba. Lo busqué en el patio, en la cafetería, por los pasillos, en las posibles clases que tenía por estar en último año, en la puerta del baño de hombre y hasta en la oficina del entrenador de lacrosse, pero no hubo caso, no él no aparecía y nadie me decía nada. Parecía que la tierra se lo había tragado.

Mi última opción era quedarme luego de las tres de la tarde cuando las clases terminaban y todos se iban a casa, menos el equipo de lacrosse que tenía entrenamiento todos los martes y jueves. Lo sabía porque más de una vez tuve que quedarme a esperar a Jack para que me llevara a casa.

Decidí sentarme a un lado en el pasillo que llevaba a los vestidores del equipo.

—¡Jack! —grité al ver a mi amigo aparecer por uno de los pasillos —¿Has visto a Thomas? —pregunté una vez que estuvo más cerca.

—Hola para ti también —habló.

—Perdón. Hola amigo mío ¿mejor?

—Mejor —sonrió —. Volviendo a tu pregunta... Hoy Thomas no vino a la escuela así que no lo he visto —respondió —¿Por qué lo estás buscando?

—Por un trabajo de Historia —dije de mala gana —. Tenemos que terminarlo para mañana sí o sí.

Mi estrés iba aumentando cada vez que nombraba "trabajo de historia" y que no encontraba a mi compañero de trabajo por ningún lado.

—Pásame su número de teléfono —le dije. Él alzó una ceja y me dio una sonrisa pícara.

—¿Se puede saber para qué quieres su número? —preguntó divertido.

—No seas idiota —dije dándole un pequeño empujón —. Ya te dije que tengo que hacer un trabajo con él y necesito saber que vamos a hacer.

—¿Qué clase de trabajo? —preguntó arqueando una ceja.

—¡Basta Jack!

—Bueno, bueno, que yo no juzgo —dijo él mientras revisaba su teléfono, sin perder su sonrisa —. Listo te lo mandé por mensaje.

—Gracias, gracias —le di un abrazo fuerte antes de soltarlo —. Ahora ya puedes irte.

—Solo me utilizas —soltó todo dramático.

—Como tú a mí.

—¿En esto se basa nuestra amistas?

—Pues así está la cosa bro —él rió —. Ahora vete así no llegas tarde al entrenamiento.

—Te veo mañana —me dio un corto beso en la frente y cada uno se fue por su lado.

Salí del colegio y me apresuré en llegar al estacionamiento.

—Pensé que te quedarías a vivir allí —soltó Bárbara parada a un lado de su auto —¿Al menos lo encontraste?

—No, hoy no vino —dije subiéndome al auto —, pero conseguí su número.

—La sacaste mejor —soltó ella riendo.

Puso en marcha el auto y me llevó a casa. Cuando llegamos nos despedimos y quedamos en hablar más tarde.

Al entrar a la casa saludé a mi madre y subí directo a mi habitación. Tomé mi celular y marqué el número que Jack me había pasado, esperé un rato pero nadie contestó.

¿Jack me había pasado bien el número?

Volví a intentarlo y al tercer tono contestó.

—¿Quién habla? —escuché del otro lado.

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora