27

2.8K 165 33
                                    

No podía quedarme quieta, caminaba de un lado a otro. Los nervios me consumían.

—Ya para, por favor —suplicó Bruno —. Me estás poniendo nervioso y yo no lo estaba hace cinco minutos.

—Sí, me estás transmitiendo tus nervios a mí —habló Bárbara.

—Ya es hora —dije mirando mi reloj, ignorando sus quejas.

Bruno y Bárbara se pusieron de pie y, juntos, entramos al auditorio.

Nos habíamos preparado lo suficiente para dar el examen de ingreso a la universidad, pero aun así estaba muy preocupada de no lograrlo.

El ingreso tenía dos etapas: un examen escrito y un ensayo personal. Para ingresar a la universidad tenías que tener aprobados ambos. Ya habíamos enviado los ensayos una semana atrás, pero como solo le daban una devolución a los que habían aprobado el examen escrito solo nos quedaba esperar.

—Todo va a estar bien —soltó Bruno, dándonos ánimos.

—Suerte —les deseé a ambos antes de tomar asiento y guardar silencio.

Casi dos horas después, y casi al límite de tiempo de entrega, salí del auditorio con el examen finalizado. Bárbara y Bruno me esperaban a un lado de la puerta, pues ellos habían salido antes.

Luego de hablar un poco sobre el examen decidimos ir por un helado, para festejar que se habían terminado las tardes de estudio en la biblioteca.

—No sé cómo nos fue, pero que alivio es sacárselo de encima —dijo Bruno de camino a la heladería. Y tenía razón.

Ninguno de los tres había salido demasiado confiado o con la certeza de que habíamos aprobado. Había sido mucho más complejo de lo que esperábamos, pero teníamos esperanza, después de todo dicen que es lo último que se pierde.

Luego del helado Bárbara me llevó a casa de Thomas, pues había prometido pasar luego del examen, aunque se me había hecho un poco tarde por la salida a la heladería.

—¿No me trajiste ni una paleta? —preguntó cuando me vio del otro lado de la puerta con las manos vacías.

—No me pediste —solté.

—Esas cosas no se piden —dijo haciéndose a un lado para que entrara.

—¿Me das un beso? —le pregunté sonriendo cuando él cerró la puerta.

—Estoy un poco ofendido, sabes...

—No te lo pediré dos veces —dije comenzando a caminar. Estaba sonriendo, pero él no podía verme porque le estaba dando la espalda.

—No será necesario —dijo tomando mi brazo para girarme hacia él —. Prefiero un beso tuyo que una paleta helada —sin decir más unió su boca con la mía —. Ahora sí —soltó al separarnos.

Caminamos hasta la sala y nos sentamos en el sofá.

Cuando salí del examen Thomas me había llamado para saber cómo me había ido. Hablamos un poco sobre eso, pero le pedí que cuando estuviese con él no volviera a sacar el tema de la universidad porque la ansiedad se hacía presente con más fuerza y no me apetecía preocuparme todo el día por el examen. En cambio, le pedí que viéramos una película en su casa.

Era viernes, había pasado casi una semana desde nuestra reconciliación, y lo llevábamos bien. El tema "universidad y relación" había surgido varias veces. Las opciones de cada uno quedaban muy lejos, una de la otra, especialmente la mía, por lo que tener una relación a distancia era una posibilidad, que no nos gustaba. Finalmente decidimos no volver a tocar el tema hasta saber si habíamos sido aceptados, más que nada en mi caso que intentaba entrar en una universidad con pocos cupos y pidiendo una beca parcial. Thomas, por otro lado, tenía casi asegurado su ingreso en su universidad privada. Iría a la misma que había asistido su padre, su abuelo, su tatarabuelo, y vaya a saber quién más. Sabía que no lo hacía para seguir el legado, sino por el equipo de lacrosse que tenía la universidad. De todas formas, eso no cambiaba nada, estaríamos a miles de kilómetros el uno del otro. No tocar el tema hasta estar cien por ciento seguros de ingresar nos permitiría disfrutar más del momento y no preocuparnos tanto por el futuro.

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora