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—Creo que la salida estaba destinada a fracasar desde que me dijiste que el evento fue ayer —soltó Bárbara mientras almorzábamos —¿Quién hace una cena un lunes?

—Al parecer ellos —dije sin muchas ganas. Había dormido pésimo.

Mi mirada buscaba por toda la cafetería a Thomas, pero nada. No nos habíamos cruzado en toda la mañana, tampoco nos habíamos mandado ningún mensaje. ¿Tan mal estábamos?

—Amiga, siempre voy a estar de tu lado...

—Pero —solté. Sabía que había un "pero" en el medio.

—Creo que exageraste un poco la situación —resoplé molesta y Bárbara continuó hablando —. Te presentó como novia, no como una "amiga" ¿no es eso lo que todas queremos?

—No me presentó como su novia —solté —. Dijo que era su novia para que dejaran de intentar emparejarlo con la tal Samantha.

—¡Mejor aún! —exclamó —¿No lo entiendes? —preguntó —. Te presumió orgulloso haciendo que ese par de viejos cerrara la boca.

—Gracias por hacerme sentir más estúpida —solté luego de analizar las palabras de mi amiga.

—Esto se puede arreglar súper fácil —dijo —. Búscalo por el instituto, tiene que aparecer porque yo lo vi llegar, y le pides perdón. Fin.

—¿Por qué le tengo que pedir perdón yo?

—Por una vez te pido que dejes tu orgullo de lado.

Terminamos de comer y el timbre sonó. Nos quedaba solo una clase más y luego llamaría a Thomas para hablar. Bárbara tenía razón, no nos podíamos pelear por eso.

Lo esperé en las gradas del patio mientras lo veía de lejos entrenar con el equipo de lacrosse. Cuando el entrenador hizo sonar el silbato para dar por finalizado el entrenamiento bajé las gradas para llegar a Thomas.

—¿Qué te pasa muchacho? —le preguntó el entrenador a Thomas. Dejé de caminar y me paré a escuchar sin interrumpir —. No seguiste bien ni una jugada, estuvo pésimo el partido —soltó el señor con su voz gruesa —. Y la actitud de enojado la dejas en casa a menos que ayude al equipo a ganar y ya vimos que no —Thomas escuchaba sin decir ni una palabra —. El jueves te quiero con la mente fresca. Los problemas no los traes a la cancha ¿entendido?

—Sí, señor —dijo finalmente.

El entrenador le dio unas palmadas en el hombro y se fue a hablarle a otro chico. Thomas seguía dándome la espalda mientras tomaba agua así que me acerqué un poco más para tocarle el hombro para que se girara.

No lo hizo de inmediato, pero se giró. Lo miré y sonreí sin mostrar los dientes antes de hablar.

—Hola —dije. Su ceño fruncido se relajó al verme, pero no sonrió —Con que un mal entrenamiento —solté como para decir algo.

—Hola —respondió —. Sí, no es de los mejores días.

—¿Podemos ir por un café? —pregunté finalmente. Quería que habláramos y disculparme por mi comportamiento.

—¿Ahora? —preguntó y yo asentí —. No puedo, tengo que ir a casa.

Oh.

—¿No puedes llegar quince minutos tarde? —pregunté.

—No, me esperan y ya voy tarde —contestó sin brindarme mucha más información —. Es parecido a lo de anoche —dijo luego de un silencio.

—¿Samantha estará ahí? —pregunté. No me caía bien y había estado coqueteando con Thomas durante toda la noche.

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora