16

2.2K 134 47
                                    

Las cosas con Thomas habían mejorado mucho durante las últimas semanas, tanto que pasábamos gran parte del tiempo juntos.

Mi madre lo había conocido pero Thomas había tenido mucha más suerte que yo en la "presentación" ya que no había sido tan incómoda como la mía. Ella lo vio sentado en el comedor (rodeado de hojas del instituto) y se acercó a conocerlo, los presenté y se fue al trabajo mientras nosotros seguíamos estudiando. No insinuó nada, no hizo preguntas, ni lo incomodó. Fácil. Luego, por la noche, me invadió de preguntas a mí.

¿Él es el tal Thomas?

¿Es el amigo de Jack, verdad?

¿Hace cuánto que es tu amigo?

¿Hace deporte? Porque parece que sí.

También parece amable ¿realmente lo es?

¿Ha venido a casa antes?

¿Son solo amigos, verdad?

Y más preguntas fueron respondidas por mí. Mi madre quedó satisfecha con todas las respuestas y no volvió a preguntar nada más.

Thomas comenzó a ir más seguido a casa aunque yo pasaba más tiempo en la de él ya que la mayoría del tiempo, o casi siempre, estaba sin sus padres. Siempre pensaba que era afortunada al tener al menos a mi madre en casa, él, en cambio, no tenía a nadie más que a María, quien cocinaba y limpiaba su casa (o más bien la de sus padres).

Cuando no me invitaba a comer, me invitaba a jugar a la play (en lo que para su sorpresa yo era muy buena), o también a pasear a sus perros (en lo que no era tan buena). Yo, por otro lado, lo invitaba a pasar tiempo con mi grupo de amigos: Jack (a quien ya conocía), Bárbara (con quien había compartido pocas conversaciones cortas) y Kelly (quien solo conocía de vista).

Mis planes para estar juntos eran más aburridos, ya que si venía a casa implicaba que había tarea de por medio o ver alguna serie o película recomendada por mí y solo por mí. Mis "invitaciones" eran para estar dentro de casa, con ropa cómoda y como a mí me gustaba y las de él para salir a algún lado, en las que casi siempre implicaba hacer algo al aire libre. Éramos dos polos apuestos pero me gustaba porque con él hacía cosas que sola no me animaba.

Al principio pensé que en el instituto las cosas seguirían igual, con un Thomas distante, pero no. Si me veía por los pasillos me hacía una broma, me abrazaba por los hombros o me acompañaba a clases para contarme un "chismecito" (como él decía), sin importar quien estuviese mirando. No se parecía en nada al chico que había conocido varios meses atrás. Lo veía más feliz, activo e incluso más amable con los demás.

—¿Era hoy? —me preguntó Thomas al lado de mi casillero.

—¿Qué cosa? —pregunté sin mirarlo mientras acomodaba mis libros.

—Tu último día de trabajo.

—Ah no, fue ayer —solté con total normalidad.

—Me dijiste que era viernes, hoy es viernes —dijo como si no lo supiera.

—Ajá, pero me adelantaron los días —le expliqué —. Trabajé el miércoles y ayer.

—Te iba a invitar a comer por tu último día —resopló.

—Me puedes invitar hoy —reí.

—No, ya no sería lo mismo —dijo cuándo cerré el casillero y lo miré.

—¿No tenías una fiesta hoy? —le pregunté mientras comenzaba a caminar por el pasillo.

—Sí, pero iba a ir más tarde —contestó a mi lado —. De todas formas nunca llego temprano a ninguna.

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora