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El tiempo se había pasado volando.

Quedaban solo tres semanas de instituto. 

Los últimos resultados de las solicitudes para el ingreso a las universidades estaban siendo enviados. El mío aún no llegaba y con ello mi ansiedad crecía y crecía.

Bárbara, por otro lado, había logrado ingresar. Su correo electrónico había llegado hace unos días y ese mismo día su familia organizó una cena para celebrarlo. Invitaron a sus familiares y amigos más cercanos y entre ellos estaba yo. Celebré junto a ella, porque realmente estaba feliz por mi amiga, pero había algo que no me dejaba festejar al cien por cien, y era que aún no sabía que sería de mi futuro.

A último momento había decidido centrarme en una sola universidad: U.N.S. Creo que estaba muy confiada con que me aceptarían, el problema era que no tenía a donde más ir si su respuesta era negativa.

En cuanto a mis otros amigos todos habían sido aceptados. Kelly asistiría a la misma universidad que Jack, al menos ellos irían juntos. Mi amigo había logrado ingresar con media beca, lo que para él era un alivio enorme. Thomas, en cambio, había sido el primero en ser aceptado en su universidad, sin becas, sin problemas, fue directo por su desempeño deportivo y en parte, aunque a él no le gustaba decirlo, por los contactos y dinero de su familia.

Todos sabían que sería de su vida el próximo año, mientras que yo aún estaba en el limbo.

—Cuidado con las escaleras —soltó Jessi, la hermana de Thomas. Volví al presente en ese momento.

Subí con cuidado las escaleras que nos llevaban a la puerta principal del hotel. 

La familia de Thomas le había hecho un pequeño, GRAN, regalo por su ingreso a la universidad: un fin de semana de escapada con sus amigos. Aunque Ana se había ocupado de dejarle bien en claro que solo quería que llevara al grupito de amigos que había hecho el último año: nosotros, y no los de lacrosse. Según ella nosotros eramos mejor "junta" que los otros. Por otro lado, al ser un viaje en donde habían menores de edad (Bárbara y yo),  Ana le había pedido a Jessi que nos acompañara para cuidarnos, y controlarnos, y ella aceptó sin problemas.

—Voy a recepción —nos avisó Jessi —, ustedes quédense aquí.

Le hicimos caso, como niños, y nos sentamos en los sillones que habían para esperar.  Luego de un rato, Jessi, volvió con las llaves para abrir las puertas.

—Thomas y Jack, juntos —dijo mientras le daba una llave —. Bárbara y Kelly, ustedes tienen esta —le extendió una similar —. Y esta en nuestra —me dijo esta vez a mí, sonriendo de oreja en oreja.

Me tocaría compartir habitación con mi cuñada.

Subimos todos juntos, arrastrando las maletas, pero cada uno se fue con su nuevo compañero de cuarto a dejar sus valijas. 

—Sé que preferirías dormir con tus amigas —soltó mientras se tiraba en la cama —, pero no te preocupes que no ronco —dijo y reí —. Te voy a ser sincera, mi mamá fue quien reservó solo tres habitaciones, con dos camas, y me pidió que los agrupara así.

—¿Por qué? —pregunté.

—Para tenerlos a la vista —contestó —, a Thomas y a ti —agregó —. Me pidió, incluso, que los haga hacer actividades al aire libre, en grupo, cosa que pasen el menor tiempo posible en el hotel, solos —dijo riendo —. Ella no entiende que ni eso los va a detener, yo también tuve su edad hace un tiempo, y lo sé por experiencia propia. Mientras que sean inteligentes y usen protección, pueden hacer lo que quieran.

Me había quedado callada y estática en el medio de la habitación. Podía jurar que mi cara estaba completamente roja. No era un tema que me gustase hablar con total libertad y mucho menos con la hermana de mi novio. 

¡NO TE SIENTES CONMIGO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora