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Hace un rato que ya estoy en mi casa. Después de buscar a Amelia no hicimos nada interesante, pero esta ultima parece más distraída de lo normal. No sé que la tendrá así, pero ni cuando le he contado lo del viejo Alfonso ha dado la mas mínima muestra de interés. En serio, esta chica es un misterio, o por lo menos para mi. Tendré que hablar con ella. Otra vez.

- ¡Brooke Jones, baja aquí!

Y esa es la inconfundible voz de mi madre. Bajo las escaleras y me encuentro a mi madre mirándome fijamente desde el sofá.

- ¡No te quedes ahí quieta! - me grita levantandose del sofa. - Ve a hacer tu cena, hoy tu padre y yo no comemos en casa.

- ¿A donde vais?

- No interesa a una niñata como tu, ahora ve a la cocina y dejame en paz que me levantas dolor de cabeza.

- Y tu te haces llamar madre... - murmuro mientras que me dirijo a la cocina.

No. Aguanto. A. Mi. Madre.

Cada vez queda menos para ser libre. Para por fin poder hacer lo que me de la gana con mi vida y no tener que estar con estos viejos amargados.
Yo sigo sin entender por qué quisieron tener una hija para como me tratan.

Cuando termino de hacer la cena mis padres ya se han ido y yo puedo comer tranquilamente en el sofá. Pies encima de la mesa, mando de la tele cerca y listo. Empiezo a comer, pero definitivamente lo de cocinar no es lo mio. Creo que mejor hoy no ceno. Apago la tele y subo otra vez a mi habitación. Mi querida habitación.

(...)

Me despierta el sonido de mi móvil. Miro la hora, no son ni las tres de la madrugada. ¿Quien se atreve a despertarme?

- Mas vale que sea imp... - contesto cabreada, pero una voz llorosa me interrumpe.

- Brooke, soy Kate, no sé si te acordaras de mí - empieza a explicar.

- Sí, sí. ¿Estas bien?

- No - contesta echando a llorar. - Y no tenía nadie con quien hablar. Eres la única que me inspira confianza en este mundo lleno de mierda.

- ¿Donde estás? - pregunto preocupada.

- En el parque de al lado del cine - responde intentando tranquilizarse un poco.

- Ya voy.

Y sin dejarle decir nada cuelgo.

Ni tardo ni diez minutos en vestirme y llegar al parque. En cuanto llego me encuentro con una sombra sentada en un banco.

- ¿Que te pasa? - le pregunto en cuanto me siento.

- Digamos que hay unas chicas en mi colegio a las que no caigo muy bien y hoy me han dejado en ridículo delante de todos - empieza a explicar. - Lo peor es que no es la primera vez y mis padres no me creen cuando se lo digo. Ya no se que hacer, no aguanto más.

- Kate, lo primero, tranquilizate - le aconsejo antes de ponerme a hablar. - Y ahora, no les hagas ni caso a esas zorras, seguro que son unas plásticas asquerosas que van enseñando el culo con sus "faldas" y hacen sentir mal a la gente para sentirse mejor ¿No es así?

- Sí... Mas o menos - murmura en un susurro que casi no puedo entender.

- No se merecen ni que las mires. Tú vales mucho más que esas zorras baratas. Tu al menos tienes personalidad.

- Pero es que... No sabes como una se siente cuando te hacen una foto desnuda en los vestuarios y se la envían a todo el colegio - suelta rápido intentando que no la entienda, pero la entiendo.

- Kate...

- Cada vez que me cruzo con un grupo de chicas se oyen murmuros y risas. Cuando me cruzo con algún grupo de chicos son todo silbidos y palabras asquerosas que no pienso repetir.

- Pues vas hacerles pagar, no te puedes quedar de brazos cruzados, pero lo que menos puedes hacer es hundirte.

- ¿Como?

Y yo sonrío.

Vida Imperfectamente Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora