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Digamos que mi madre no se tomó muy bien lo de la fiesta... Se podría decir que tuve una entretenida charla, con ella y con mi padre, durante unas dos horas y todo acabó en que yo no podía tener el móvil ni podía salir de casa excepto para ir al colegio y al conservatorio durante dos meses.

Ya han pasado dos semanas y no sé como sigo viva. Soy como un pez en una pecera, como un león en una jaula. A mi no se me puede encerrar y lo han hecho. Gracias a dios ahora estoy yendo al conservatorio por lo que podré salir un rato de esta cárcel que se hace llamar casa.

Esto de estar encerrada me esta afectando, estoy empezando a querer ir al colegio por tan solo salir de aquí.

Miro la hora mientras que ando rápido. Ya llego tarde, como siempre, por lo que empiezo a correr con mi mala suerte de que choco con alguien, y ese alguien no podía ser otra persona que el chico con el que me choqué el otro día.

- Voy a empezar a pensar que te chocas conmigo porque te gusto - me dice con una sonrisa en su rostro.

- Oh sí, me has pillado, es que no tengo otra cosa que hacer mas que chocarme contigo porque me gustas - respondo sarcástica mientras pongo los ojos en blanco.

- Por lo menos me dirás cómo te llamas ¿no? Es de mala educación no presentarse.

- ¡Ay, ya lo siento, pero llego tarde a clase! - digo con una pena más que dramatizada mientras miro el reloj y empiezo a andar hacia mi clase.

- Tranquila ya adivinaré tu nombre

Este chico me pone de los nervios. No lo aguanto. Es tan... AGHHH

- ¡Por cierto yo soy Aiden! - me grita mientras que estoy entrando en el aula.

¿Acaso se piensa que me interesa cómo se llama o qué? ¿Tengo cara de querer nuevos amigos? No sé que se piensa este.

(...)

Estoy saliendo de mi clase de Historia. Por fin es viernes y solo me quedan dos horas de clase. Ya han pasado los dos meses de mi castigo lo que significa que hoy voy a pasar toda la tarde fuera de casa.

Encuentro a Amelia guardando sus libros en la taquilla por lo que me acerco a saludarla.

- ¿Me vas a contar que has hecho todas estas tardes sin mí? - me pregunta mi amiga alegre cuando  termina de guardar los libros.

- Pues verás, como tenía tanta libertad y podía salir cuando me diese la gana, me iba todas las tardes al parque donde me esperaba mi jet privado y me iba a cumplir mis misiones secretas por todo el mundo - le respondo sarcástica.

- Tu y la ironía - murmura lo suficientemente alto como para escucharla. - Ahora en serio ¿No has hecho nada o qué?

- Estos dos meses se podrían resumir en: ir al colegio, mirar por la ventana, encontrarme con un cavernícola unineuronal varios días, ir al conservatorio y dormir -respondo cansada.

- ¿Un cavernícola? -pregunta riéndose

- Un chico con el que me he chocado un par de veces por correr y que sinceramente le faltan casi todas, por no decir todas, las neuronas.

Nos quedamos un rato en silencio mientras que andamos hacia quien sabe donde y al rato empezamos a hablar de otras cosas.

(...)

Ya se ha hecho tarde y estoy volviendo a casa. No hemos hecho nada especial pero tampoco me lo he pasado mal.

Entro por la puerta y...

- No me puedo creer que te hayas olvidado.

Mierda, mierda y mierda.

Vida Imperfectamente Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora