Capítulo ocho: Apúntame con el destornillador.
Axel
Un golpeteo en la puerta del baño me hizo cerrar el agua para poder escuchar lo que me iba a decir mi padre. Porque era él, no podía ser otro.
–¿Te falta mucho para terminar? –preguntó.
–Bastante –respondí.
–Es que ha venido la fontanera, a arreglar el lavabo.
–Pues que entre que no se me ve nada.
Evidentemente, había corrido las cortinas de la bañera y si yo desde dentro no podía ver nada, desde fuera tampoco.
–Podía esperar, no tengo prisa –dijo la fontanera.
La fontanera en cursiva porque reconocí la voz al instante, pese a que el agua había vuelto a recorrer mi cuerpo. ¿Cómo no iba a recordar la voz de esa tía?
La puerta se cerró y supe que nos habíamos quedado solos.
Vaya papá, ¡gracias!
Me eché champú en el pelo y no paraba de poner la oreja para escuchar si Adriana decía algo. No podía creerme que fuera fontanera. Tiene diecisiete años, ¿dónde coño iba a aprender tan rápido?
Como no era capaz de dejar de comerme el tarro, agarré la toalla y me la puse alrededor de la cadera. Entonces corrí las cortinas velozmente.
Ella se volteó igual de rápido, y sus ojos se abrieron como platos. Aún así, la llave inglesa no se le cayó de la mano.
–Axel... –masculló sorprendida.
Entonces noté que empezaba el análisis visual. Me miró de rodillas a cabeza. Rodillas porque la bañera me cubría hasta ahí. Y se paró en mis ojos. Luego, la sorpresa dejó paso a algo que, creí, era indiferencia.
–Bonita casa –dijo, y me dio la espalda.
Me fijé en que estaba arrodillada. Y tragué saliva.
Más pervertido y no naces...
–¿Desde cuándo eres fontanera? –pregunté, me molestaba estar en silencio y, sobre todo, que ella no hiciese nada por romperlo.
–Mis abuelos tienen una empresa de fontanería. A veces trabajo yo para sacarme algún dinerillo.
–No parecías ser tan... Multifuncional.
–¿Te refieres a inteligente? –preguntó mirándome y enarcando una ceja. Agarró un destornillador y me apuntó mientras decía:– Tío, que me veas pasota estos días no significa que sea tonta del culo. El primer mes de clase me lo paso en Babia, sin hacer los deberes, sin estudiar... Es un periodo de incursión tras las vacaciones. Es muy duro acostumbrarse a estar sin ellas.
" Después del primer mes, –dejó de apuntarme con el destornillador y empezó a desajustar unas tuercas– la Virgen María me hace una visita y así, como si nada, me pongo las pilas y soy la favorita de los profesores –me observó por encima del hombro y concluyó:– La mayoría ya están acostumbrados y por eso solo el Llama me castiga.
Dejó de mirarme tras su explicación, y siguió arreglando el lavabo.
–Es que no sé nada de ti –mascullé.
–¿Y lo sabes de todas a las que te tiras?
Como nunca había sido tan sincero, nunca nadie se me había rebotado de esa manera.
Torcí la boca.
–No me he acostado contigo –repliqué.
–Pero nos besamos.
Recordé lo que había pasado el día anterior.
–Tú me besaste –aclaré.
Ella me miró por encima del hombro y puso los ojos en blanco. No sabía porqué, pero sonreí.
–Aclárate el pelo y después hablamos –dijo.
Hice, al contrario de mis principios, exactamente lo que me había dicho. No corrí las cortinas, pero me deshice de la toalla. Si ya casi la tenía en el bote, ¿qué más me daba que me viese el rabo en ese momento?
Entonces la forma en que ayer sentí que la quería follar en serio volvió a aparecer en mi cabeza.
Flashback
–Gracias por mentir por mí –susurró tras una hora hablando con la directora–. Si no fuera por eso... Me mandarían a un internado o algo por el estilo.
La ojiazul nos había creído, para sorpresa de los dos. Pero Adriana no iba a poner una denuncia –evidentemente–, por lo que él no se iba a marchar.
–Ya sabes de qué forma puedes agradecérmelo... –mascullé con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones que ya me había devuelto.
–¿Quieres llevarte una hostia?
Solté una carcajada que la hizo reír también a ella.
–Gracias, de verdad –repitió, más seria.
Me pasé la lengua por los labios y me encogí de hombros.
Un premio a la tía más bipolar era lo que le tenían que dar a Adriana. Porque así, sin más, pasó sus manos por mi cuello y en un acto reflejo, yo pasé las mías por su cintura y la empujé contra las taquillas. Joder, cuando sentí que me rodeaba la cadera con las piernas creí que iba a follarla ahí mismo.
Pero ella no quería. Y no sabía por qué cojones no.
Me pasó la lengua por los labios y abrí la boca para dejarla entrar en el paraíso. Qué bien besaba, demonios.
Cuando separó sus labios de los míos me miró a los ojos y esbozó una sonrisa que por poco me deja ciego. Aún con las manos sobre mi piel, bajó las piernas y, para mi sorpresa, pasó un pulgar por mi boca antes de darse la vuelta para irse.
Solté un suspiro. Y oí que ella lo hacía también.
¿Aquella era una jugada? ¿Me la estaba jugando?
No lo sabía. Solo sabía que la tía había logrado calentarme con solo un beso y que necesitaba ya mismo alguien que me bajase la erección.
De puta chiripa me encontré con una chica caminando por el pasillo.
Ella se metió en el baño sin darse cuenta de mi presencia, y yo corrí a meterme con ella.
Si Adriana volvía a besarme y necesitaba relajarla con otra, pronto mi lista iba a ser tan larga como la de ella.
Y eso era lo que quería.
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Puedes Llamarme Hombreriega, Mujeriego
Novela Juvenil[[NOVELA ELIMINADA Y VUELTA A PUBLICAR EN 2022. Secuela: 'Abusadora']] ¿Sabes lo que es jugar sucio? Si no lees el libro, lo dudo. Amigos salados Historias dulces Recuerdos amargos ( No cliché ) Todos los derechos reservados © 2016 | Diosa_Azul