Capítulo Siete

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RUBIUS

Con cada paso que daba, más me arrepentía de estar allí. Mi corazón latía rápidamente en mi pecho haciéndome perder la respiración en algunos momentos. Siempre había sido un puto nervioso en cuanto al terror se trataba. Oía a Alex y a Mangel ir detrás de mí.

—No me toquéis y todo estará bien—Les advertí mientras paraba frente a la puerta que daba a un gran umbral oscuro—Joder, voy a ponerme bastante gay con todo esto.

—Entrah ya, coño—Mangel habló detrás de mí algo cabreado.

Entré con el corazón latiendo a mil en mi pecho y cerré los ojos con fuerza. Tuve el impulso de darle la mano a Mangel pero me contuve, porque solo me pondría aún más de los nervios.

Cuando abrí los ojos me descojoné de miedo. Sentí el vello de mi espalda erizarse y empecé a temblar levemente. Las paredes estaban llenas de sangre y habían bastante cuerpos tirados por allí. No sabía si eran actores o muñecos pero era lo último que me importaba con tal de que no saltasen sobre mi. Aguanté la respiración mientras empezaba a avanzar hacia las escaleras que daban paso a la segunda planta.

—Joder, macho, que ehtá muy bien hecho—Mangel comentó con una pizca de miedo en su voz. Intentaba disminuir la tensión.

—Me la suda, tío, no quiero subir—Solté, me daba igual si sonaba patético. Eran mis amigos después de todo.

—¿Quiereh que vayamoh todoh juntoh de la mano para que te sientah acompañado?

—Ni de coña quiero sentirme acompañado, tío, solo me quiero ir—Supliqué—Esperemos a Luzu y los demás afuera.

—No vinimos a no hacer nada—Dijo Alex que había estado bastante callado—Subimos o subimos—Dijo con determinación poniéndose en la delantera—¡Vamoooh!

Empezó a subir los escalones seguido por mí. Mangel subía detrás de mí dándome unas palmaditas de vez en cuando. Se oían algunos gritos a distancia y podíamos ver sombras de vez en cuando. Debo admitir que todo estaba de puta madre; los efectos, el escenario, y el lugar en general.
Seguimos caminando en la segunda planta sin un destino fijo, lentamente me iba calmando pero aún sentía un cosquilleo constante en la espalda.
De repente, el celular de Mangel empezó a sonar haciéndome saltar.

—Coño que me habéis asustado—contestó Mangel llevándolo a su oreja—¿Qué?—Preguntó agrandando los ojos—Estáis de coña, si nosotroh ya noh estamoh descojonando—Negó con la cabeza—No bajaremos al sótano.

—¿Qué?—Susurró Alex a mi lado—¿Al puto sótano?

—Vale, vale—Siguió Mangel ignorando a Alex y colgó—Ellos creen que todah las fichas están en el sótano, pero resulta que alguien los viene siguiendo. Quieren que vayamoh.

—Me la suda, vamos a buscar aquí arriba—Me crucé de brazos.

—Me han dicho que no han encontrado nada arriba, han sido bastante ágiles—Informó Mangel encogiéndose de hombros—Tendremoh que bajar.

—Vale, tio, ¿qué esperamos entonces?—Alex se volteó para empezar a bajar pero había una silueta a la mitad de las escaleras.

—¿Qué cojones...?—Empecé pero el hombre, o lo que sea, empezó a caminar hacia nosotros. Grité como lo hacía siempre que me asustaba demasiado y tomé a Mangel de la mano para arrastrarlo conmigo.

Cámaras » [rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora