Capítulo Ocho

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MANGEL

Los días pasaron y cada uno de ellos fue la hostia. Después de Outlast, vino Surgeon Simulator, obviamente sin sangre y esas cosas, luego fue uno en plan desactivar bombas estratégicamente. Pero después de aquellos juegos nos tocaba día libre con una fiestecilla al final del día porque era viernes.

Me encontraba sentado a las orillas de la piscina asoleándome en la tarde. Una sensación de paz me invadía pues pronto el sol se escondería e iríamos a la fiesta. Al fin y al cabo, mi elección de venir no había sido mala. Veía a mis amigos jugando en el agua y riendo todos juntos. Todos excepto Rubius que no tenía idea de dónde estaba... conociéndolo era posible encontrarlo durmiendo en su habitación. Quizá estaba ligando con algunas chicas del hotel... no, con Eco, para ser exacto.

Desde que le había devuelto la gorra, habían planeado algunas salidas después de la grabación y habían estado bastante juntos. A decir verdad quise advertirle sobre el riesgo de confiar en alguien tan rápidamente, pero no se le veía con pinta de querer escuchar mi típico sermón de cuando lo veía muy cercano a alguien. Y... bueno, mi voz ya no era tan importante para él a la hora de hacer sus elecciones. Pero es que quizá estaba pensándolo demasiado... O quizá no. Rubén era una persona bastante frágil, si alguien llegaba a lastimarle siempre terminaba demasiado descompuesto. Volvía al vicio de fumar, dejaba de hacer vídeos, no salía de casa, y nos ignoraba a todos sus amigos cayendo aún más profundo al hueco.

—¿Mangel, no vienes?—La voz de Luzu me sacó de mis pensamientos, todos mis amigos estaban entrando ya al hotel—Vamos a ir de compras y luego venimos para la fiesta—Explicó sonriendo.

Me levanté y recogí mis cosas para seguirlos. Caminé por el hotel buscando a Rubius con la mirada y frunciendo el ceño cada vez que confundía a alguien con él.

—¿Habéis visto a Rubiuh?—Les pregunté mirándoles de reojo. No podía negar que me preocupaba.

—No, debe estar dormido—Se carcajeó Alex—Ayer se quedo despierto hasta la madrugada, estuvo en Twitter a eso de las cinco.

Suspiré. Me gustaba mucho su compañía, tal vez más de lo que debería pero era cierto. Disfrutaba estar con nuestros amigos, pero es que él le ponía cierto encanto a las cosas... por más cursi que suene. Con él jamás dejabas de reír. Con él siempre te divertías... con él te sentías totalmente a gusto, algo así como un hogar. ¿Qué cojones estoy pensando?

Seguí los pasos de los demás hasta dar con mi habitación y entré a cambiarme. Hablé con Beatriz unos minutos y miré mis redes sociales mientras esperaba que mis amigos golpearan la puerta para avisarme que era hora de partir. Me recosté en la cama pensando en qué cenaríamos todos y en donde podríamos comprar en Nueva York... Quizá podíamos ir al Times Square, o al Madison Square Garden... O a la estatua de la Libertad... la verdad me encantaba viajar y conocer nuevos lugares y me descubrí fantaseando acerca de todas estas atracciones turísticas. Además estaría con mis amigos que no les gustaba mucho ese plan... »Debí traer a Bea conmigo« pensé sorprendiéndome a mis mismo, pues con ella podría visitar todos esos lugares y disfrutarlo. Tres golpes en mi puerta llamaron mi atención. Recogí mis llaves junto con mi celular dispuesto a irme pero cuando abrí la puerta no me encontré con Abraham, Borja, Frank, o Samuel.

Rubiuh—Lo saludé. Se veía recién despertado y llevaba la pijama puesta. Su pelo castaño estaba revuelto y tenía los ojos achinados—¿Qué tal todo, tío?

—¿A dónde vas?—Me respondió con una pregunta mirándome de abajo a arriba confundido—¿Mangel?

¿Qué pasa, Rubiuh?—Ladeé mi cabeza viéndole detenidamente—Vamos a ir de compras.

Cámaras » [rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora