Capítulo Dos

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MANGEL

Mi celular vibró en mi bolsillo y dejé la bebida que tenía en mi mano sobre la mesa. Era Rubius. Tenía dos opciones: contestar e ignorar a la chica que tenía a mi lado, o ignorarlo y darle mi atención a la castaña. Suspiré.
Mi dedo se dirigió al botón verde para contestar. Sentí la mirada severa de la chica sobre mi rostro. El tío me debe una.

—¿Si?—Pregunté al teléfono, acercándolo a mí oreja.

—Mangel—Escuché su voz y sonreí. Hace mucho no hablábamos, cada uno había ido por su parte últimamente—¿Cómo va todo?

—Bastante bien, Rubiuh—Le dije contento—¿Qué tal tu?

—Todo igual—Respondió con un ligero deje de amargura—Pero... bien.

—¿Me has marcado para algo o solo querías hablar?—No quería que sonara mal, solo que sentía que tenía algo que decirme.

—Eh... sí... ¿t-tú vas a aceptar?—Soltó demasiado rápido. Con un toque de nerviosismo en su voz. Mi corazón dio un vuelco.

—¿Aceptar qué, Rubiuh?—Cuestioné y le lancé una mirada a la chica. Tenía los labios fruncidos y me miraba expectante. Que le den, estoy hablando con mi mejor amigo.

—¿No te llegó el e-mail, hombre?

—No—Respondí de inmediato. Ya sabía de qué hablaba. No quería que Rubius se enterara del programa ese, pero no tenía caso mentir ahora—Es decir, sí. Pero no. No he visto los detalles. ¿Por qué, tío?

—He decidido que iré, tú también iras ¿no?—Su tono al decirlo fue indiferente, sin embargo había una pizca de autoridad en él—Mahe...

—Coño, tío, si me lo pones así, ya no sé—Respondí suspirando al ver que la chica se levantaba y empezaba a caminar lejos de mí—Las cámaras me ponen de los nervios.

—Estas de coña, ¿no?—Otra vez con el tono autoritario. Me iba hacer aceptar de alguna manera u otra—¡Tío, qué me estás contando, tienes un puto canal de YouTube!... Además ya hemos estado en cosas así.

—Vale, tío, solo tengo que pensarlo—Acepté—Ya más tarde te diré, estoy ocupado.

—¿En dónde estás metido?

—Estoy fuera de casa, te llamo luego—Intenté desviar el tema. A Rubén nunca le gustaron mis salidas nocturnas.

—Tío, vas a coger un jodido resfriado—Me dijo con una voz severa—Mangel... Deberías estar en casa. Puedo ir a donde estés a recogerte si quieres, o puedo...

—Rubiuh, no—Dije—Te llamo luego—Colgué.

Me paré mientras sentía mi móvil vibrar de nuevo en mi bolsillo.

—¡Beatriz!—La llamé mientras intentaba encontrarla con la mirada. Sentí un agarre en mi brazo y me di la vuelta. Era ella, se veía algo aburrida.—Lo siento, Rubius ha llamado, ya podemos... bailar, o... hablar... o...

—Venga ya, Miguel—Rió y me dio un beso en la mejilla. Era demasiado mona para ser verdad.—Todo está bien, de verdad. Sé cuán importante es Rubén para ti.

—Vale, eso espero—Comenté y le di un abrazo—¿Nos vamos ya?

—Supongo, esto está bastante aburrido a decir verdad—Se encogió de hombros, tomó mi mano y se hizo camino a través de la multitud.

Me dejé llevar mientras salíamos del club y pedíamos un taxi. Sabía que me esperaba una noche de pelis y palomitas. Ella puso su cabeza sobre mi hombro y cerró sus ojos mientras llegábamos a mi nuevo departamento.
Bajamos del taxi una vez llegamos y entramos rápidamente. Nos recostamos sobre el sofá y encendimos la televisión. Estar al lado de ella me hacía feliz, era bastante mona y muy maja. Su sonrisa era la única que alegraba mis días, a excepción de la de Rubén. Él no había tenido problema con ella cuando se la había presentado, ninguno de mis amigos, de hecho. Ella era muy guay bajo la opinión de todos y molaba mucho que les agradara. Aún no estaba seguro qué era nuestra relación. Nunca nos habíamos llamado novia y novio, solo salíamos y pasábamos un montón de tiempo juntos. De todas formas, no quería estar en una relación por el momento. Me quedé dormido con un brazo rodeándole la cintura.

—Miguel—Escuché su voz en algún momento de mi siesta—Miguel, ya me voy.

Logré balbucear algunas palabras y seguí durmiendo. Ya eran las doce menos cuarto cuando desperté totalmente. Lo primero que hice fue buscar mi celular y revisar mis redes sociales, gracias a la ley del esfuerzo mínimo, lo hice en el sofá sin moverme demasiado.

Habían varios tuits de Cheeto, Alexby, y Frank entre otros que mencionaban el reality que había intentado evitar. Rubius había respondido a un tuit mío y Willy me había mencionado. Era casi una obligación aceptar ir al programa ese. Y aunque me disgustaba–muy levemente– la idea de ir, abrí mi email desde el móvil y acepté la propuesta. Sentí la necesidad de tuitearlo así que lo hice, recibiendo muchos tuits enseguida.

@rubelangelisreal1426: @mangelrogel eso significa que veremos cómo le das a @rubiu5 todas las noches por tele? ahre

Fruncí el ceño al leerlo pero me causó bastante gracia. Pensé en una respuesta. Algo que no fuera muy comprometedor, pero tampoco algo que lo negara totalmente. Joder, ¿es coña que estoy pensando en esto? Negué con la cabeza para alejar el pensamiento y reí.

@mangelrogel: @rubelangelisreal1426 No serian todas las noches. Sería mucho para el pobre.

El tuit se llenó de likes. Me paré y busqué a Johnny mientras bostezaba. El gato descansaba cerca a mi computador. Lo encendí y el email estaba abierto. Era verdad que las cámaras me ponían los nervios y no me sentía muy cómodo estar rodeado por ellas todo el tiempo. Venga, es diferente cuando yo soy el que grabo. O mis amigos. Cuando yo lo hago, controlo todo lo que la gente ve. Pero como no es así, ahí es donde empieza el problema. Había visto algunos shows de esos por la tele y muchos conllevaban a dramas, peleas, y en algunos casos sufrimiento. Joder, sé que estoy viéndole el peor lado... Si veo el lado bueno, habrán lugares estupendos a los que iremos, nos divertiremos mucho, ganaremos dinero, y conoceremos a gente nueva guay... No me vendría mal.

No del todo.

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DUDA ULTRAMEGAIMPORTANTE:
¿Los diálogos de Mangel van con su acento?

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