MANGEL
Beatriz respiraba agitadamente creando nubes de vapor mientras caminaba con la cabeza erguida y los tacones en sus zapatos resonaban contra el pavimento. Se detuvo en medio de la acera y me miró acusadoramente con sus grandes ojos cafés. Podía ver de reojo a las personas curiosas que nos miraban a través del cristal del restaurante.
—Bea—Pronuncié su nombre con temor. Jamás le había visto tan furiosa.—Bea...
—No, Miguel—Me cortó tajante—Rubén nunca supuso una competencia para mí, y ahora, que sé que os habéis besado...
—¿De qué coño hablas, Bea?—Pregunté con consternación, resistiendo el impulso de rodar los ojos.—Rubiuh no es ninguna competencia.
—¡¿Crees que soy ciega?!—Exclamó alzando sus manos y arruinando su peinado—¡¿O crees acaso que soy idiota?!—Sus ojos se anegaron en lágrimas y una sensación de vacío me golpeó—¡¿Crees que no me doy cuenta de cómo os miráis?! Joder, Miguel...
—¡No sabes lo que dices!
—¡Claro que lo sé!—Se apartó el cabello del rostro con brusquedad y rabia—¡Dime, por favor, que no os besasteis cuando estábamos saliendo juntos, que pasó hace años! Por favor...
La miré con miedo. Estaba jodido. Había pasado hacia solo unas cuantas semanas y ella esperaba oírme decir que había pasado hacia años. No podía pensar en una solución que me sacase de aquel apuro y que hiciera que ella dejase de mirarme como si fuese a comerme vivo; no en una buena manera. Opté por decir la verdad, porque no veía que una mentira fuese a salvarme. Sin embargo, sabía muy bien que decir la verdad sólo conllevaría a una reacción para nada buena de parte de ella... Pero me lo merecía por mentir.
—Pasó hace unas semanas—Murmuré y sentí una gota de lluvia caer sobre mi cabeza. Tenía la peor suerte del mundo.
—No...—Se llevó las manos a la boca y gimoteó. Las lágrimas que se habían estado acumulando en sus ojos por fin brotaron libremente trazando un recorrido por sus mejillas. Negaba con la cabeza, incapaz de creerlo.
—Lo siento—Volví a murmurar. Y en verdad lo sentía.
Pero de repente, como consecuencia de verla destrozada ante mí, algo cambió dentro de los engranajes de mi desordenada mente en ese momento exacto. Mi prioridad, que hasta esos momentos había sido calmarla y decirle que todo tenía solución, cambió. La preocupación y angustia que me obstruían la garganta, se tornaron en compasión... Casi lástima. Me había estado engañando todo el tiempo a mí mismo junto con Bea.
Miré a través de la ventana y para mi propio alivio, la cabellera castaña tan característica de él aún se encontraba allí. Volví mi cabeza para encontrarme con una Beatriz que había seguido mi mirada.
—Y aún lo quieres, no pasas de él—Dijo ella con una voz más ronca de lo normal; una voz más rota—Miguel, esto se acabó, no voy a ir detrás de ti como una puta mascota—Suspiró retomando su compostura—No voy a dejar que me uses para olvidarte de alguien más.
—Bea...—Logré decir de nuevo pero ella alzó una mano, en busca de silencio.
—¿A quién engañas?—Me miró una vez más, casi atravesándome con su mirada desafiante. Las gotas de lluvia empezaron entonces a caer con más frecuencia sobre nosotros.—Te quiero, Migue, pero por favor, no confundas a las personas con objetos que puedas usar cuando te plazca.
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Cámaras » [rubelangel]
Fanfiction"Incluso si las cámaras me apuntan a mí, incluso si sé que las palabras que diga serán transmitidas por televisión y se volverán tendencia en internet, diré todo lo que tenga que decir para que comprendas qué es lo que siento hacia ti. Porque... un...