Capítulo Diecisiete

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RUBIUS

Cerré la puerta detrás de mí sintiendo mi corazón palpitar angustiosamente. Lo había hecho y no había vuelta atrás, había dicho todo lo que tenía que decir a Mangel y no podía cambiar nada ahora. Lo único que debía hacer era... Esperar, esperar, esperar a que el tiempo remediara todo.

Sentía un cosquilleo en la parte baja de mi espalda y en la punta de mis dedos; lo atribuí como un indicio de verdaderos nervios cuando me recosté sobre el sofá. No podía evitar que mi mente se transportara de nuevo a la sensación de aquel beso con Mangel, que había sido como tirarse desde un avión... Sin paracaídas. Había sido una de las cosas más arriesgadas que había hecho en toda mi puta vida: había corrido el riesgo de ser rechazado, repudiado, agredido pero sin embargo, había sido correspondido.

Mi mente no dejaba de recordarme que todas las palabras de Mangel habían sido pronunciadas gracias a una mezcla de sentimientos confundidos arremolinándose en su cabeza y quizá una pizca de lastima hacia mí. Y es que quizá era cierto porque sabía casi con total seguridad que toda su atención estaba centrada en Beatriz y no en mí, que todos aquellos bonitos sentimientos que él es capaz de expresar estaban dirigidos a ella y este pensamiento sólo provocaba que una pesadez desconocida me aplastara.

Suspiré y busqué con mi mirada el móvil para poder distraerme un rato, pero al no encontrarlo desistí y simplemente cerré los ojos dejándome escurrir por el sofá hasta tal punto de que la mitad de mi cuerpo estaba fuera de este. Me sentía como aquella vez en Noruega, cuando la primera chica a la que invité a salir me rechazó. Pero, a pesar de que me sentía más desgraciado que nunca, no habían lágrimas en mi rostro ni sentía uno de esos nudos en la garganta que obstruyen la respiración, y te envuelven en un manto de melancolía. Sólo me sentía... Vacío. Mis sentimientos habían sido reemplazados por una extraña indiferencia que se apoderaba de mí y me hacía sentir diminuto, como una gota en el océano, un segundo en el tiempo.

Yo era insignificante y todo lo que había pasado entre Mangel y yo también. Aquel momento se perdería en la memoria de los dos como lágrimas en medio de la lluvia, aquel momento carecería de importancia una vez hubiésemos armado nuestras vidas... Y entonces, lo olvidaremos. Olvidaremos, con certeza, que alguna vez vimos las estrellas en los ojos del otro, que en aquel parque sentimos, por primera vez, qué era ser amado.

Un escalofrío me sacudió y pronto fui cegado por una ola de tristeza intensa que jamás había sentido. Apreté la mandíbula y cerré los puños en un intento de controlarme.

—No más—Susurré mientras sentía como mis ojos se aguaban de nuevo, por enésima vez ese día—No llores más.

Un sollozo sacudió mi cuerpo y las lágrimas cayeron indiferentes a mis suplicas. Apreté aún más los puños, tanto que mis nudillos se empezaban a tornar rojos y las uñas se clavaban en mis palmas. Negué con la cabeza, procurando en vano dejar de llorar. Y recordé entonces, sin razón alguna, la sonrisa de Mangel. Recordé nuestros viajes y nuestras excursiones, todo había sido tan efímero que no lo vi llegar, ni lo vi irse. Sólo sentí todos esos momentos con él una vez, para luego darme cuenta de que ya habían pasado.

—No más, por favor—Murmuré limpiándome el rostro con mi manga bruscamente—No más, no más, no más.

Inhalé y exhalé pausadamente y me incorporé lentamente. Caminé hasta la puerta y la abrí siendo recibido por una brisa fría. Caminé con decisión hasta el ascensor y con tosquedad oprimí el botón del primer piso. Salí del edificio casi corriendo y busqué con la mirada a mi amigo, pero el parque que ahora estaba iluminado por la luz de un farol, se encontraba vacío. Mangel se había ido.

Sentí, a pesar de que ya lo había previsto, que me golpeaba una fuerte sensación de decepción. Fruncí el ceño y pasé de largo sin inmutarme mientras imaginaba dónde podría estar en ese momento si todo aquel rollo con Mangel no hubiese pasado; estaría en una fiesta quizá, o en alguna cita con alguna chica... ¿Chico?

Cámaras » [rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora