Capitulo 8

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Capitulo VIII

Ya no podía oír nada de lo que ocurría a nuestro alrededor, no más que la delicada melodía producida por nuestros labios chocando con dulzura y si fuera lo que mi corazón percibía… sinceridad, ¿Pero como? ¿Cómo podía ser ese beso sincero si él me decía que era actuación? ¿Cómo?

Sus labios dibujaban mi boca como si fuesen siempre tan conocidos para su persona. Los entreabría y cerraba a un compás creado a la perfección, me era hasta imposible describir con lujo de detalle todo lo que me estaba entregando con un acto tan simple como besar.

¿Cuando fue, que no logré darme cuenta, el momento en que el deseo apareció por primera vez en ambos creadores de tal escena? No tengo idea, ni tampoco planeo sacar conclusiones del asunto, no estaba más interesada que en disfrutar de uno de los mejores momentos de mi vida, en recopilar sentimientos que nadie podría entregarme.

Mi cuerpo se estremeció por completo, cuando por primera vez una de sus tibias manos se coló por debajo de mi polera y acarició la suave piel de mi cintura. Iba a enloquecer.

Aunque de a poco la curiosidad y el deseo comenzaban a aparecer, el delicado dejo de ternura y dulzura no parecían querer dejarnos libres.

Sus labios más acoplados que nunca a los míos, provocaron que con lentitud mi cuerpo fuese descendiendo hasta quedar completamente estirado en el acolchado.

Sabía que alguna parte de su ser estaba queriendo desatar lo más oculto que tenía, la locura y las ganas de atacar a su víctima de una manera enloquecida, eufórica, la más violenta, pero a la vez la más sensual y la más placentera que llevara dentro de sí, solo que aún no se percataba de sus actos y trataba de alguna manera manejar la situación para no perder el control.

Mi cuerpo se hundió más de lo normal en el colchón de plumas y un tibio calor se apropió de mi cuerpo, George estaba sobre mí. En ni un momento sentí de su parte el querer abandonar mis labios, es más, parecía que cada segundo transcurrido, fueran convirtiéndose en el vicio más adictivo que pudiera existir en su mundo. Ni hablar de mí, podía sentir mis pulmones en busca de oxígeno, a mi corazón palpitar a mayor velocidad, a la sangre correr a una fuerza incontrolable por mis venas… y nada de eso parecía preocuparme más que saber que en cualquier momento el maravilloso momento que ahora estaba viviendo… se acabaría.

Sus manos que permanecían meciéndose con calma en mi cintura, se decidieron temblorosas a bajar por mi cadera y proseguir el mismo recorrido en línea recta hacia abajo. Atraparon mis muslos y luego de una serie de caricias nerviosas, se apoderaron completamente de ellos, para separarlos con sumo cuidado y acomodarse a gusto entre mis piernas.

La presión que iba ejerciendo sobre mi cuerpo cada vez más iba volviéndose mayor y no podía evitar ahogar leves gemidos entre los besos más pasionales que alguna vez podría lograr dar.

Percibí como trataba con dificultad dejar de besarme para poder proseguir con su tarea sobre la piel de mi mejilla, bajar por mi mentón y como destino final: mi cuello. En aquel momento no podía reaccionar, no podía actuar, no podía pensar, no más que en el gran disfrute que George estaba entregándome, por lo que en el momento menos esperado, percibí una suave brisa de viento por mi vientre y me di cuenta de que mi polera iba ascendiendo cada vez más.

Por primera vez sentí a los nervios circular por mi mente, el temor de que George me viera semidesnuda me hacía estremecer, ¡Nunca habíamos cometido un acto como este!

Temblorosa elevé mis manos y él acató enseguida a retirar mi linda polera de la escena. ¿Qué era lo que nos sucedía? Esto ya era una exageración del teatro que George había comentado, era más que eso, estábamos expresando cosas y haciendo del juego, el más emocionante de mi vida.

Arrastró sus manos con cautela en dirección hacia lo alto y me ahogué cuando sentí sus manos apropiarse de mis pechos sobre la blanca tela de mi bracier.

Moría por experimentar el calor se su piel sobre la mía, que quemara sobre la mía, pero debía resistir, debía sobrevivir ante sus caricias, aunque dudo que salga de todo este placentero juego como la vencedora por controlar sus acciones.

Aún no razonaba del todo lo que estaba por hacer, pero estaba dispuesta a seguir con el plan. Llevé mis dudosas manos hasta el inicio se su camisa negra para ir desabotonando botón por botón, al estar preparada para retirar, colé mis extremidades en sus hombros y la fui deslizando con sumo cuidado hacia atrás. Él no emitió ni una sola palabra, no se quejó en lo absoluto, lo que me dio la confianza para proseguir sin dudar más de mis actos.

Por primera vez, por primera vez en la vida sentí su suave piel sobre la mía y debo admitir que no había sensación mas maravillosa que esa junto a sus torturadoras caricias por todo mi cuerpo.

Sentía mis labios arder, ya los sentía hinchados de tanto devorar los de George y de tanto morderlos cada vez que él se decidía por bajar hasta la loma de mis pechos y comenzar con una cadena de besos sensuales y placenteros.

Estaba tan concentrada en besarlo y dar lo mejor de mí, que con suerte sabía que estaba en mi casa, en mi cuarto, en mi cama con… George, pero gracias al cielo, volví a pisar tierra firme cuando escuché la puerta cerrarse y enseguida el grito de mi hermana.

George saltó de la cama y sin mirarme buscó su prenda de vestir en el suelo, corrió al baño y se encerró en este mientras que yo temblaba recién reaccionando a lo que estaba haciendo con mi mejor amigo y con el chico de quien estuve enamorada por casi toda mi vida.

Mi polera se encontraba arrugada en el suelo, la tomé y volví a su lugar. Caminé con las piernas aún dormidas hasta la puerta y la abrí para que mi hermana no tuviera sospechas, después de todo, mis padres siempre me enseñaron a mantener la puerta abierta cada vez que un chico era mi acompañante.

Corrí hacia la cama con dificultad y fingí estar riendo mientras mis ojos trataban de descifrar que era lo que sucedía en el programa.

Daphne hizo su aparición.

—Hola —Saludó apoyándose en el umbral de mi pieza y con las manos escondidas en los bolsillos.

—Hola —Carcajeé llevando mi mirada hacia ella, luego hacia la televisión y nuevamente hacia ella.

Noté que se preparaba a disparar alguna palabra, cuando George salió del baño con una sonrisa de oreja a oreja y luciendo ordenado, nadie notaría lo recién sucedido.

— ¡Oh! Hola Daph —Sonrío pareciendo sorprendido por la presencia de mi hermana y se acercó hasta ella para saludarla de beso en la mejilla.

—Hola Shelley—Sonrió mirándome mientras le daba un fuerte abrazo.

A pesar de los 21 años de mi hermana, siempre fue muy inmadura y se dedicaba la mayor parte del tiempo ha atormentar mi feliz vida.

jυѕт ғrιeɴds~ George Shelley~ TERMINADA~ AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora