Capitulo XIX
Deslizó suavemente la punta de su lengua por mis labios y se separó para tomar de mis manos y posicionarlas a cada lado de mi rostro. Con tan solo mirarlo directo a sus ojos desesperados, me dejó claro que dejara mis manos tal donde él lo había hecho.
Apreté mis ojos apaciguando el inmenso placer que estaba experimentando con el solo hecho de sentir su respiración agitada sobre mi bajo vientre. Sus labios por fin hicieron contacto con mi piel y mi hermosa polera comenzó a subir a medida que él repartía una infinidad de húmedos besos sensuales por mi bajo vientre, ombligo y así en ascensión.
La remera desapareció de escena y él seguía repartiendo besos en la loma de mis pechos, atiné a llevar mis manos hasta su sedoso cabello y hundir mis dedos en este para que no se alejara por un instante. La sensación de calor que sentía a medida que rozaba su lengua con mi piel me estaba volviendo loca.
Con una sensualidad increíble deslizó de labio inferior por mi piel hasta atacar mis labios una vez más.
Y otra vez yo me encontraba sobre él y esta vez para quitar el cinturón, desabrochar el pantalón y tomar el borde de este para poder deslizarlo hacia abajo, mientras aprovechaba de acariciar sus bien formadas piernas.
Al deshacerme de la prenda, giré mi rostro con velocidad, solo para correr el cabello de este, y miré a George con una sonrisa en el rostro. Él solo me miraba serio y mordía cruelmente su labio inferior. Sus manos subieron por mis pechos hasta mis hombros y deslizaron los breteles hacia los lados, lo que hacía de mi posición más sensual y atractiva para sus ojos.
—Ayúdame —Susurró sensual.
Y no me quedó opción que acatar a lo que él pedía. Llevé mis manos hasta mi espalda y sin dificultad desabroché la prenda, estando lista para retirar, George llevó sus manos a los breteles y comenzó a bajarla dejando a su exhibición mi torso desnudo.
No sentía nervios, ni si quiera cuando sus ojos recorrían mi pecho con detención y luego… sentí en mi entrepierna el efecto que causaba en él.
Susurró algo y no pude descifrar qué, más cuando iba a preguntar, tomó de mi cintura y nuevamente estaba sobre mí.
Su anatomía ya estaba húmeda producto al calor que emanaba la situación y no había dudas que mi piel debía estar en el mismo estado.
Mientras besaba mis labios, acariciaba mis piernas con lentitud y de a poco las iba separando para acomodarse a la perfección y comenzar con torturadores movimientos sobre mí.