Capitulo XXX
Mientras besaba mis labios, acariciaba mis piernas con lentitud y de a poco las iba separando para acomodarse a la perfección y comenzar con torturadores movimientos sobre mí.
Gemí suavemente sus labios al sentir que la presión que hacía iba siendo cada vez mayor. Sus manos ya habían tomado la decisión y me despojaban de la única prenda que cubría mi cuerpo y al tenerme completamente desnuda, las guió hasta mis pechos para masajearlos con lentitud y pronto, sus labios se encontraban besando la parte más delicada de ellos. Solo podía gemir ante todas las maravillas que lograba hacerme sentir, su lengua se desplazaba de un lado a otro y comenzaba a desesperarme, lo necesitaba dentro de mí, llenándome de placer, cariño, amor.
Mientras se encontraba concentrado en esa parte de mi anatomía, tomé el elástico de su bóxer negro y lo deslicé todo lo que mis brazos me lo permitieran, para luego dejarle la misma tarea a mis pies.
Capturó mi boca completa y jugó apenas pocos segundos con mi lengua. Se separó y respiró jadeante sobre mis labios. Me miró a los ojos y sonrió con ternura.
Iba a decírselo, iba a decirle por fin que lo amaba, pero todas mis palabras se ahogaron en un largo gemido al sentir como hacía presión en mí entre piernas y se movía delicadamente apaciguando la suave puntada.
La ola de calor iba creciendo a medida que me embestía una y otra vez. Trataba de ser cuidado y lento, pero estaba viéndose obligado a comenzar con una serie de movimientos más rápidos.
Gemía sin cuidado sobre mis labios y no hacía más que incentivarme a seguir. Arañaba su espalda y mordía uno de sus hombros tratando de contener el placer, pero cada vez era más difícil.
Ni uno de los cuerpos se agotaba, al contrarío, pedían a gritos más.
Giramos en la cama y solté un grito ahogado al sentir como me penetraba con mayor fuerza al estar yo sobre él. Me sujetaba de la cintura para ir guiando cada movimiento. Soltó un gran gemido y caí rendida en su pecho.
Su corazón latía más fuerte de lo normal… por la luz que entraba con poca intensidad por una de las ventanas… podía apreciar como nuestros cuerpos brillaban a la luz de la luna.
Aún ahogado, tratando de recuperar el aire, acariciaba mi espalda y mi cabello de forma vertical. Suspiraba de forma continua y yo no sabía como comenzar a decirle lo que sentía.