Capitulo XXII
— ¡¿Y que?! ¿Qué es lo que tanto te importa? ¿Cuál es el problema? Soy libre puedo hacer lo que se me de la gana, no tiene porque… —Hubiera seguido con mi gran discurso, si él no se me hubiese acercado en el momento menos esperado, si él no hubiese tomado mi rostro entre sus manos y si no hubiese acoplado sus dulces labios sobre los míos.
Volvía a llenarme de esa interminable sensación de bienestar, era exquisito sentir como sus labios guiaban a los míos en un delicioso compás.
En ese momento que se separó de mis labios, inhalé profundo, me había dejado sorprendida.
—Dime, George, ¿Que que es lo que tanto te molesta? —No importaba si se molestaba, solo quería que me digiera de una sola vez que era lo que sucedía dentro de su cabeza— y dímelo mirándome a los ojos.
—Porque simplemente siento algo asqueroso cada vez que te toca —Musitó con firmeza sobre mis labios, sin quitar sus bellos ojos almendrados de los míos.
Mi corazón estaba paralizado, más de repente comenzó a latir con tal intensidad que parecía querer escaparse.
Sonreí y llevé mis manos hasta el inicio de su cabellera café para poder hundir mis dedos bajo esta.
—A eso que sientes se les hacen llamar celos —Musité mirando sus ojos.
—Ni lo creas —Sonrió.
Tomó de mi cintura y en un instante me elevó para dejarme sentada a la perfección sobre un mueble de la cocina.
Volvió a juntar sus labios con los míos, sin entregarme más que delicadeza y ternura. Se dedicó un buen tiempo a acariciar mis piernas y subir hasta el borde de mi polera para hundir sus cálidas manos y hacerme estremecer al sentirlo tocar mi piel.
Adoraba recorrer su rostro con la yema de mis dedos, sus facciones tan bien marcadas en cada beso podían transmitirme una gran cantidad de felicidad, era un momento lleno de paz y de cariño, algo irremplazable.
Era increíble pensar que todas nuestras vidas habían sido la de dos mejores amigos, todo cambia cuando involucras “amor” aunque sea por actuación. Podía estar segura de que George si me quería, que sí estaba celoso y que no podía remediar lo que tarde o temprano aceptaría… pero era demasiado testarudo y teniendo a Jesy al lado, le sería fácil excusarse.
Se alejó centímetros y abrió los ojos para dedicarme una tierna sonrisa. Jugó con la punta de su nariz, haciéndola chocar suavemente con la mía de lado a lado; no podía ser más dulce.
Besó mi frente y se separó un poco más para hablar con mayor comodidad, pero aún sin despegar sus manos de mi piel debajo de la remera.
—Habrá una fiesta este fin de semana ¿Quieres venir? —Sonrió, había olvidado por completo el tema anterior y prefería que fuese así.
— ¿De quien es? —Acaricié sus brazos por encima del suéter verde agua.
—De Amy y Chase, celebran un año de novios —Carcajeó y para mis oídos era música.
—Pero no estoy invitada… Sería desubicado llegar así… de la nada —Me encantaría ir con George a una fiesta, hemos ido a muchas juntos, pero siempre terminaba con mi grupo de amigas, él solo se preocupaba de su chica.
—Podía invitar a quien quisiera y no estoy interesado mucho en Jesy, digo, es mi novia, pero está… histérica últimamente — ¿Escuché bien? ¡Me prefería a mí! Nada podía ser mejor.