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narra Ian

El estruendoso sonido del despertador me sacó de el sueño mas profundo que habia tenido en mi vida, tranquilamente alargué la mano hacia el despertador eliminando el ruido total y completamente.

-Azul marino o gris- levanté la cabeza de la almohada y allí estaba Deniss con una coleta y algo de maquillaje, sobre puesto llevaba un vestido gris colocado con una percha en el cuello y en la mano derecha un vestido azul marino.

-¿Que tal un "buenos días, como amanece el hombre mas atractivo que he visto en mi vida?" - Deniss rodó los ojos mientras yo me acomodaba en el respaldo de la cama.

-Depende ¿Es reciproco? -preguntó Deniss con una pequeña sonrisa en el rostro, el pelo recogido dejaba a la vista un cuello fino y delicado. Sin desearlo las imágenes mías besando una piel tan fina vinieron a mi cabeza. Una sonrisa picara salio de mis labios. Maldita imaginación.

-Prueba- dije insinuante cambiando mi tono de voz. Deniss bajó sus brazos en señal de cansancio y hizo una mueca.

-No se que ponerme! Tu vas en traje, y yo estoy tirando de la ropa que dejó mi madre en casa cuando se largo por que parece la mas adecuada- sus ojos verdes se dirigieron al vestido que llevaba sobrepuesto. Me levanté de la cama para dirigirme a la ducha, pero antes de salir de la cama paré en seco.

Deniss intentaba quitarse la percha del cuello con el vestido colgando, me motivé demasiado al pensar que cuando se quitara el vestido sobrepuesto mostraría una de esas delicadas lencerías que vi el otro día sin intención alguna. La adrenalina que estaba subiendo hasta mi cabeza se bajó de golpe cuando visualicé un batín granate de seda y mio, atado a su pequeña cintura que le quedaba enorme. Por alguna razón el hecho de que me cogiera la ropa no me cabreaba, me gustaba.

-Por que en vaqueros no pienso ir- me miró con desesperación en sus ojos, como si se acabara el mundo.

ves así.

Despejado me levante de la cama y me puse de pie delante de ella, le acuné el rostro y me obligué a no detenerme para comprobar que cada día estaba mas guapa, si es que eso era posible. Le deposité un beso en la mejilla.

-Cuando salga de la ducha lo vemos- me deleite acariciando sus mejillas con mis dedos pulgares y me dirigí a la ducha.

Narra Deniss

Suspiré, para ser únicamente un amigo cada vez que se ponía cariñoso no podía soportar que una risa estúpida me inundara. Ahora seguramente estaría en una nube todo el día pensando en Ian y en lo bueno que era conmigo.

Me fui a la cocina y preparé el desayuno, era lo menos que podía hacer, Ian me ayudaba en todo, me daba trabajo y vivía con el. En pocas semanas ya sabia que desayunaba leche fría y que comía todo tipo de bollería y galletas a primera hora de la mañana. Ian apareció por la cocina mojado y con una toalla liada en la cintura, la toalla colgaba de sus caderas dejando ver su v y su proporcionado cuerpo, se sentó a mi lado y antes de tener su culo en la silla ya había mordido un pedazo de donut glaseado con azúcar, se lo mantuvo en la boca y peinó su mojado pelo con una mano hacia atras viéndose totalmente sexy y alucinante, sus ojos eran tan claros como siempre enmarcados con unas cejas oscuras e enigmáticas, una gota cayó de su marcada mandíbula para acabar resbalándose sobre su cuello y hundirse en su clavícula.

-Vas a mojarlo todo- dije con una sonrisa en la cara rodeando mi taza de te negro con leche con las dos manos.

-¿Son esas las galletas de mantequilla que querías?- preguntó mientras yo seguía con mi mirada fija en la taza algo avergonzada por a ver mirado así al hermano de mi ex novio. Asentí con la cabeza algo cohibida de tenerlo tan expuesto ante mi, sin embargo no me sentía incomoda, es mas, yo iba con una camiseta suya que me cubría hasta debajo de mis nalgas y unas bragas, nunca había estado así de expuesta para nadie, ni para mi padre. Eduardo es la excepción por el hecho de que me desnudaba a la fuerza para hacer lo que quería conmigo. Tragué fuerte, me un momento para el otro esos recuerdos me habían quitado la poca hambre que tenia por las mañanas, con Yavé algo así para mi era inimaginable, con vestidos de licra en su presencia ya me sentía desnuda y poco cómoda, sin embargo el hecho de sentirme en confianza y cómoda con Ian estando tan expuesta me reconfortaba, el hecho de sentirme yo misma, o incluso una yo misma mejorada me agradaba.

-¿En que piensas bombón?- levanté la vista y allí estaban sus cristalinos ojos mirándome anonadados, como si yo fuera un paraíso en medio de un desierto, suspiré, nunca nadie me había mirado de esa forma.

-En ti- Solté sin pensarlo y el semblante de Ian fue irreconocible, había abierto sus ojos y levantado sus cejas dejándolas reposar en forma de situación inesperada y sus labios se habían entreabierto dejándolos ver mas gruesos y sexys. -Yo contigo me siento cómoda, me siento yo- sus cejas bajaban poco a poco y sus ojos volvían a la apertura normal, sin embargo su boca y su semblante todavía daban sensación de asombro. Me apoyé el codo en la mesa y dejé mi cabeza sujetarse en ese apoyo dejando mi cuello expuesto, los ojos de Ian repasaron esa parte y después tragó saliva pendiente de mi cuello, como si en algún momento fuesen a estallar fuegos artificiales de este -A mi no me molesta que vayas en toalla por casa, o en calzoncillos- recapacité mientras el seguía pendiente de mi cuello- siempre que no vayas desnudo, eso creo que seria incomodo- fruncí mi ceño no muy segura de mis palabras ¿Seria incomodo? -¿A ti te molesta que vaya en ropa interior por casa?- su atención se dirigió rápidamente a mis ojos y levantó una ceja con una sonrisa picara en sus labios, bajó su mirada inconscientemente a mi cuerpo y en milésimas de segundo volvió a centrarse en mis rostro.

-Por mi puedes ir hasta desnuda- levantó las cejas y las bajó seguidamente repitiendo este gesto un par de veces haciéndome reír. -No te pegaba ninguno de los vestidos, te hacían mayor- dijo montando uno de esos cruasanes que rellenaba con queso y jamón york. -He visto que en tu armario tienes pantalones de traje ceñidos de todos los colores- fruncí el ceño al no recordar esos pantalones, mi madre los había sacado en veinti un colores y me había regalado los veinti un pantalones con sus veinti un respectivos colores, recuerdo que solo de nombrar el numero de colores en los que había fabricado ese modelo de pantalones me pregunté si era posible que hubieran tantos colores que desconocía. -He sacado un pantalón de traje violeta claro y una camisa blanca- finalizó Ian.

-¿Eso no te parece poco arreglado? tu secretaria siempre va en traje de chaqueta.

-Y Francis con chinos y camisa.

-Pero tu vas con traje!- Ian puso el cruasan que estaba haciendo en mi boca.

-Estas guapa hasta con mis camisetas, me da igual lo que lleves puesto, hasta en chándal le das mil patadas a todas las de allí- de un momento a otro me sonrojé con el cruasan medio saliendo de mi boca, Ian me sonrió de medio lado y comenzó a recoger la mesa con una mano sujetando el nudo de la toalla el que parecía deshacerse por momentos.

A la tercera bala, vencida.(Ian Somerhalder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora