Capítulo 1: Orígenes.

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Cyrene Danielle Rose nació una tarde de un 29 de noviembre en una lujosa habitación de una prestigiosa clínica médica. Dev Brandon Porter nació una madrugada del 29 de noviembre en un auto junto a la carretera en plena lluvia torrencial. Los padres de Cyrene eran dos grandes empresarios, a los que les había ido particularmente bien, como pareja y económicamente, luego de diez años de casados decidieron tener una niña. Los padres de Dev eran dos adultos apenas salidos de la adolescencia, desempleados, que tras tener sexo casual una noche de alcohol, decidieron tener a su único hijo juntos. Los padres de Cyrene la sobreprotegían de manera que ella nunca estaba sola, siempre estaban con ella, jugaban los tres juntos, y casi nunca hacían algo por separado. Los padres de Dev, una noche tras dejarlo en casa del hermano de su padre, salieron a beber y emborracharse, perdiendo el control del coche en plena carretera y ambos murieron en el impacto contra un enorme camión de doble acoplado...

Cyrene era hija única, eran sólo ella y sus padres. Dev vivía con sus tres primos mayores y sus descuidados tíos. Cyrene tenía todo aquello que deseara apenas lo pidiera. Dev llegaba a pasar todo un día sin probar bocado por falta de dinero. Los padres de Cy contrataron a una exclusiva profesora particular para que le enseñara todo de la educación primaria. Dev asistía a la Schlandler desde prescolar, una escuela pública de todos los niveles, de pocos requisitos. Cyrene viajaba de vacaciones a maravillosos lugares exóticos del mundo. Dev pasaba sus vacaciones ayudando a su tío en el taller donde trabajaban desde muy temprana edad. A Cy la malcriaban como unos millonarios padres harían con su hija única. En cambio a Dev, sus tíos lo golpeaban por cualquier motivo que éste les diera, creyendo que de esa manera lo moldearían. Cyrene no tenía que compartir sus juguetes, habitación o ropa con nadie. Dev no tenía nada propio, todo lo que fuera suyo, también lo usaban sus tres primos. Cy nunca supo que era una pelea. Dev conoció las peleas en carne propia, los golpes de sus tíos, las discusiones y las riñas en la habitación de los cuatro niños.

Cuando entraron a la secundaria, Cyrene Rose era una preadolescente rebelde que no quería hacer caso a sus padres, vestirse bien, hacer dietas o ejercicio. Dev era, en casa, un niño bien, ayudaba a su tía, se portaba bien y era obediente y trabajador, aunque pareciera que no le fuera fácil el estudio. Cyrene era un ratón de biblioteca, poco atlética, decente, tímida y responsable. A Dev le aburrían las clases, se escapaba de ellas siempre que pudiera, practicaba atletismo en las clases de gimnasia, y siempre tuvo una contextura media, no era muy delgado ni gordo, y con el tiempo desarrolló buena musculatura. Todo lo contrario a ella.

Cy tenía enormes ojos color avellana delineados por unas tupídas pestañas largas y onduladas, labios perfectamente delineados y carnosos, orejas pequeñas, cejas delgadas pero marcadas y una nariz no muy larga, fina y levemente respingada en la punta. Su piel era bastante dorada a pesar de que no viviera expuesta al constante sol. Tenía un prominente busto, y trasero, y sus padres insistían que si hiciera ejercicio y perdiera varios kilos, podría tener cuerpo para el infarto. Su cintura no se desfiguraba a pesar de su exceso de peso, tenía una decente estatura. Su cabello era marrón chocolate que le llegaba hasta la mitad de la espalda, y cuando lo cuidaba e hidrataba bien, se le armaban unas preciosas ondas casuales a lo largo de él. Sus manos eran lindas y estilizadas, pero siempre se mordía las uñas. Jamás usaba accesorios como anillos, pulseras o collares. Simplemente sus lentes, que no quería reemplazar por lentes de contacto, y una cola de caballo alta. Sus padres querían modificar su vestimenta por una más refinada, femenina y moderna, pero ella insistía. Y la respetaban. Era muy pulcra y limpia, pero algo descuidada. Siempre respetaba a sus mayores, era obediente y responsable en la escuela, más no tanto en su casa. No tenía muchos amigos, sólo algunos primos que veía pocas veces al año. Amaba estudiar, leer y aprender sobre todo lo que pudiera interesarle. No era egocéntrica ni malcriada, nadie sabía por qué en realidad había llegado a tal punto de humildad, que jugaba con los hijos de las sirvientas más que con los malcriados y vanidosos hijos de los colegas de sus padres. Odiaba el deporte, prefería quedarse en casa, viendo películas o leyendo libros, tal vez en internet o haciendo tareas. Y siempre ayudaba a la cocinera de su casa, sin que sus padres se enteraran.

Dev era alto y estilizado, siempre se había dedicado a correr, nadar, hacer flexiones, abdominales y demás actividades para canalizar su mala vida en casa. Por lo que tenía una espectacular contextura física. Su cabello tendría entre unos cuatro o cinco centímetros de largo, era lacio y suave, de un color castaño, alborotado y casi siempre que podía, se lo alejaba hacia atrás con las manos, aunque le caían nuevamente algunos mechones a la frente, igual lograba descubrir sus ojos, que eran grandes, de un verde con leves vetas color miel. Sus labios tenían una forma perfecta y eran realmente carnosos. Tenía unas cejas tupidas, orejas normales y una nariz recta y no muy larga. Su mandíbula estaba bien definida, cuadrada, igual a la de su padre, según sus tíos pero aún así conservaba su cara de niño bueno. Era alto, y con su encantadora sonrisa de casanova, enamoraba a quien quisiera. Era un mujeriego innato, rebelde, el típico chico malo. Tenía los brazos bien marcados, al igual que su espalda, pecho y piernas, su trasero era normal, estilizado y musculoso pero no muy abultado. Se vestía con chaquetas negras o marrones, borsegos sueltos o zapatillas desacordonadas, jeans normales de tiro medio y casi siempre alguna camisa moderna desabotonada en el pecho, unos dos o tres botones que descubrían su lampiño pecho tonificado. Su piel era perfecta, libre de granos, puntos negros, o manchas. Era muy cuidadoso con su aspecto personal, ya que era su mayor recurso. Las chicas siempre le hacían las tareas sin chistar, pensando que así ganarían su corazón. Era el bromista, por lo que solía llevarse bien con la mayoría. No era mal chico, pero tampoco explotaba su lado amable. Era extrovertido y a veces les faltaba el respeto a sus profesores con suspicaces respuestas o escapadas del salón, los hombres lo admiraban y las muchachas lo anhelaban.

El caos, el origen del odio, empezó el primer día de clases de Cyrene en esa extraña escuela. Pidió a sus padres, o más bien rogó a ellos, que la inscribieran en una escuela pública, dónde pudiera ser una más del montón y camuflarse entre la mayoría. Odiaba la idea de ir a una escuela privada con miles de niños arrogantes y presumidos que tomaban té con scones en los recesos. Ella quería profesores normales, compañeros normales, y sentir, al menos las horas que estuviera allí, que ella también era normal, una más de aquella masa de gente de clase media. Todos los años que estudiaba en casa, miraba series y películas en la televisión de su habitación, donde mostraban como los simpáticos compañeros recibían encantados a las alumnas nuevas, como todos eran grandes amigos, iban a fiestas y se divertían en cada clase. Lamentablemente ella pensó que sería igual. Pidió a su chofer que la dejara a dos cuadras de la escuela, donde nadie viera que se bajaba de aquella ostentosa limosina. Caminó firme, contenta, con la frente en alto. Apenas atravesó el umbral, se cruzó con un guapo muchacho, una cabeza más alto que ella, de cabello castaño revuelto, desordenado y alborotado, ojos verdes, y una boca carnosa que albergaba una perfecta dentadura blanca. La miró de reojo, serio y asombrado, cuando pasó frente a ella.

Ella no lo sabía, pero así empezaba su calvario.

Bajo el color del cielo (Cy y Dev)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora