Kuroko no había regresado a su casa, ni mucho menos a la de Kagami. Kuroko no contestaba los mensajes, Kuroko no atendía las llamadas.
Era como si por un momento Kuroko fuese inexistente.
Que idiota había sido Kagami. Cómo fue que permitió que se fuese, no hablaba en serio. Lo quería, lo amaba más que a cualquier otra cosa, se le paso de las manos la broma, y le hizo enojar las palabras del otro, aún así fue lo suficientemente cruel como para echarlo de su casa y mandarlo a ver cara a cara a su temor quizá más grande.
Esa noche no dejó de llover y cada minuto un trueno era presente, lo único que le venía a la mente era Kuroko tratando de ser valiente, teniendo que aguantar ese temor él solo, no era posible, no podía permitir algo como eso.
¿Por cuantas horas había caminado ya?¿Acaso eso tenía importancia ahora?. Esto era peligroso, más para el pequeño de Kuroko, eso pensaba Kagami. Gritaba su nombre llamándole con desesperación, cada que la lluvia le silenciaba la voz entraba en pánico y quería tirarse al piso, pero no, no era el momento, Kuroko seguramente estaba asustado, Kuroko seguramente necesitaba su ayuda, podía sentirlo, lo sabía. Ambos tenían el mismo corazón.
En ese instante era como si su mente tratase de torturarlo, pues las escenas lindas que habían pasado juntos pasaron como los cortos de una película vieja, eso sólo lo hacía sentir peor, era como una especie de final para ambos, para su relación. Como la primera vez que los dos supieron sus sentimientos. Kagami rió nostalgico. Recordaba como por primera vez había sido invitado a casa de Kuroko y como este cuando lo dejó solo en su aviación se hincó en su cama y abrazó la mohada de Kuroko, ese aroma que él solo tenía...inigualable. Recordó cuando este regreso y casi lo descubre, cuando...cuando se atrevió a besarle en su propia alcoba, y cuando este le correspondió. Lo quería con él, lo quería por siempre, lo quería más que a cualquier otra cosa.
Dio la madrugada, quien sabe si el sol iba a aparecer en tres, en cuatro, o incluso en una hora. Ya no estaba seguro de nada, los pies lo traían muerto y el cansancio hacía que Kagami caminase casi dormido, pero se mantenía con los ojos abiertos por si lograba ver a Kuroko, su voz ya estaba ronca y le era imposible gritar. Y en eso logró verlo, pudo ver cierta parte del cuerpo de Kuroko quien corría lejos de él.
A Kagami se le quitó el cansancio de encima y corrió gritando su nombre, ¡era increíblemente rápido! más que él. Llegó a un área verde y lo que pudo ver entre las ramas fue algo que lo desconcertó. Corrió hacia estas y arrancó el pedazo de tela que estaba mantenían entre las ramas. Era parte del kimono de Kuroko, o tenía que serlo, era idéntico, podía ser, tenía que ser, lo vio correr en esa dirección. Gritó su nombre y de inmediato los arbustos comenzaron a moverse, Kagami gritó y cayo al suelo por inercia, esto duró unos cuantos segundos hasta que de las sombras salió Kuroko hecho un desastre.
Tenía el cuerpo arañado y maltratado, con el cabello y la ropa mojadas y sucias por la lluvia y el lodo. Su cuerpo temblaba de manera incontrolable y él mismo se abrazaba mientras caminaba con dificultad. No esperó más y Kagami fue directo a abrazarlo.
Lo sujetó entre sus brazos mientras le nombraba y le pedía perdón. Kuroko no contestaba, ni siquiera hacia el intento por moverse o corresponder el abrazo.
—Kuroko, perdóname—Quien sabe cuantas veces lo había dicho ya—¿Por qué estás aquí?¿Por qué así?¿Por qué huías de mi?
—Me perdí, me caí...Kagami-kun.
—No digas nada más, vamos a casa, vamos a curarte.
Kagami puso sobre de los hombros de Kuroko su chamarra y lo cargó en su espalda y este se durmió ahí mientras iba de camino a casa de Kagami. Suspiró calmado ahora que podía sentirlo con él. Que torpe había sido, jamás le iba a decir algo así de nuevo. Iba a curarlo llegando a casa, iba a darle de desayudar y le iba a comprar su malteada favorita al atardecer, eso, eso quería hacer.
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Y...¿Quién es él?
FanfictionKagami ha ganado el concurso de hamburguesas en un carnaval, con el premio de ir a ver la aurora boreal el cual expira en dos semanas. Siendo amante de Kuroko desde hace un tiempo decide compartir ese viaje con él. Pero esa misma noche de tormenta s...