Kagami podía sentir que el frío de la madrugada se iba alejando debido a la luz del sol que a penas se iba mostrando, más ese cálido sentir del mismo no logró llegarle, él sentía frío dentro suyo, podía sentir como el corazón se le había separado del pecho y estuviese agonizando para morir en cualquier momento.
Kagami no podía dejar de llorar y decir el nombre de su amante, si lo hacía su llanto se convertiría en un quejido y no quería eso, quería que por cada lagrima se nombrara el nombre de Kuroko como para así mantenerlo con vida sólo un poco más.
Abrazaba el cuerpo débil y frágil del contrario y por nada del mundo planeaba soltarlo. Había tantas cosas que quería decirle...tantas...¿importaba si lo decía ahora?
-Lo siento-Fue lo primero que dijo-Lo siento, siento haberme peleado contigo el sábado, siento haberme burlado de ti, siento no haber corrido detrás tuyo, no haberte salvado a tiempo, siento...lo siento.
¿Lo podía escuchar siquiera? ¿un pedazo de él le escuchaba? Kagami no quería abrir los ojos, le bastaba con imaginar la escena y lo lógica que era esta, Kuroko era un idiota... Sabía que si le hacía algo a ese ser él también saldría lastimado. No le dijo que ese era el plan desde el principio, pero era un Bakagami y no pudo imaginarlo, ahora que se daba cuenta era muy obvio, el ser...
Este había sido evaporado, podía escucharse un leve crepitar de algunas cosas que seguían en llamas, pero ningún rayo, ni una luz celeste. Estaba muerto ¿verdad? Claro que lo estaba, su garganta había sido cortada y eso significaba...que Kuroko...
Abrazó más fuerte a su amado y este por más que Kagami deseara no le correspondía ese abrazo. Ansiaba que lo hiciera, ansiaba que se moviera, que hablara, ansiaba escuchar su corazón.
-No quiero ir al viaje si tú no vas conmigo...-Ya sabía que de nada servía decirlo, pero...necesitaba sacarlo, necesitaba decirlo frente a él.-No quiero jugar baloncesto si no es contigo, no quiero hacer todo...si no es contigo. Perdóname...quiero...te amo, Kuroko.
Kagami no soportaba una vida sin el celeste, se sentía muerto por fuera y por dentro, finalmente abrió los ojos y sin querer ver el cuello del más bajo le besó la frente. Se levantó con él en brazos y apagado dio paso a paso hasta llegar a su balcón. Abrió la puerta y esa delicada brisa despeino el cabello de ambos. Kagami sonrió, miró al cielo con dirección al alba, ese lindo amanecer.
Se subió a la barda y de pie abrazó con más fuerza a Kuroko.
-Kuroko...gracias por todo, de verdad, tal vez ni yo tengo idea de cuanto te amo.
Cerró los ojos y sujetó con fuerza a Kuroko, mantuvo su sonrisa e iba a dejar que su peso lo llevase al pavimento, hasta que sintió un leve jalón en el pecho.
-Yo también te amo...Kagami-kun.
Kagami dio un paso torpe, la impresión el sentir ese jalón y esa débil voz. Se tambaleó y cayó dentro del balcón, pero al parecer no le importo, ni siquiera sintió el dolor del golpe.
-¡Kuroko!¡Tú!¡tú!
A Kagami se le nubló la vista por culpa de las lagrimas que nuevamente volvían a surgir, abrazó a su celeste con fuerza, aferrándose sin descuido, sostuvo su cabeza y lo apegaba a él tanto que casi podía jurar que sus aromas iban a impregnarse de por vida. Ese aroma le hacía sentir bien otra vez, nadie tenía ese aroma como él, y no podía creerlo ¡Cómo es que era posible!
-Kuroko, Kuroko, dime ¿cómo es que tú estas...? ¿sabías que esto pasaría? se supone que tu garganta...es decir, el otro la tenía...significaba que tú...
Dedicaron un poco de espacio para verse a los rostros y con dificultad Kuroko acarició las mejillas del más alto, le sonreía con calidez, con ternura y con cariño.
-No lo sabía...era un riesgo que debía tomar, igual me parece increíble.
-Eres un idiota, ¿qué iba hacer sin ti?
Kuroko rió con dificultad.
-Yo tampoco planeaba vivir sin Kagami-kun.
-No te atrevas a tomar decisiones de ese tipo, ¡ya iba a matarme!
-Lo siento...pensé que Kagami-kun estaría mejor así.
-No seas idiota, si te vas me iré contigo, quieras o no.
-Se supone que la sobra es la que sigue a la luz...
Kagami rió y le besó la frente.
-Te amo.
-Yo igual te amo.
Kagami abrazó fuerte a Kuroko y este se quejó un poco.
-¡Lo siento! olvide que...¿te duele? no entiendo...tú garganta...
-No tengo nada en la garganta...creo que...ese otro yo, por ser parte de mi cuerpo yo sí podía lastimarlo...aún no comprendo bien eso, eso es lo único que explica que yo no la tenga cortada...No me duele nada, de verdad.
-Bueno, no tengo idea de como ocurrió, pero agradezco tenerte conmigo, y no me vuelvas a mentir sobre lo que sientes.
-No te estoy...
-Basta, no quiero que me mientas, no te hagas el valiente frente a mi si es que ya no aguantas, después de todo esto no voy a permitir que me ocultes sus miedos, tus dolores, me ocultaras nada, soy tu luz ¿no? y tú eres mi sombra, si yo te tengo, tú siempre me tendrás a mi.
Kagami miró a Kuroko con seriedad, el apartó la vista y se ruborizó un poco.
-De acuerdo...
-¿Te duele?-Volvió a preguntar.
Asintió tapándose el rostro.
-¿Qué es lo que te duele?
-Todo...
Kuroko en esos momentos abrazó a su luz por la nuca y se aferró a él tan fuerte que incluso el más alto logró sentir el palpitar fuerte del otro, Kuroko empezó a llorar, por el miedo que había sentido de haber estado sin su luz en un lugar oscuro, de todos los rayos que se mostraron durante sus días, de casi haber muerto, de que casi moría su luz, por el dolor que ahora tenía en todo el cuerpo, por las heridas incluso del corazón.
-Lo siento...lo siento, de verdad lo siento, tenía miedo...de morir, de que murieses tú, de quedarme en esa cueva sin verte de nuevo, me dan miedo los relámpagos...
Parecía un niño en esos momentos, y Kagami enternecido le dio leves palmadas en la espalda mientras asentía a todos sus miedos y dolores al igual que mantenía una sonrisa.
-Tranquilo, yo estoy para ti. Ahora debo de curarte y por cierto, te tengo una sorpresa.
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Y...¿Quién es él?
FanfictionKagami ha ganado el concurso de hamburguesas en un carnaval, con el premio de ir a ver la aurora boreal el cual expira en dos semanas. Siendo amante de Kuroko desde hace un tiempo decide compartir ese viaje con él. Pero esa misma noche de tormenta s...