Una luz y una gran luz.

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Kagami perdió a Kuroko por el momento, había corrido todo lo que pudo hasta llegar al bosque y cuando estuvo frente a el, se detuvo.

¿Iba a entrar ahí de verdad?

Si se ponía a pensar era el único lugar en donde podría buscar, fue donde encontró a Kuroko el sábado pasado y este estaba lleno de tierra y heridas, fue ahí donde desapareció la vez que lo estaba siguiendo para buscar respuestas a todo esto. Era el único lugar con tierra, frío...en donde no se escucha la gente ¡Dios, tenía que ser ahí!

Kagami se adentró a ese bosque sin pensarlo más tiempo, aun con ese temor que tenía hacia estos, si ahí se encontraba Kuroko él no iba a descansar hasta encontrarlo, lo tenía que encontrar...tenía que hacerlo...

Las fuerzas se le iban, se le resbalaban de las manos y mientras más pensaba en lo que ocurría se sentía peor...¿Qué era lo que había pasado ese sábado? ¿De verdad estaba pasando esto?

—¡Kuroko!—Gritó al aire.

Y si lo encuentra ¿cómo se supone que iba a reconocerlo? ¿y si era el otro quien se mostraba? ¿en realidad había uno? Dios era imposible.

—¡Kuroko!—Volvió a gritar y fue tan fuerte que incluso los pájaros salieron volando.

Kuroko no contestaba y no se escuchaba nada de él por ningún lado, a pesar de que el bosque no era tan extenso si lo era si uno se andaba por todo el a pie, Kagami había tardado más de la mitad de su día buscando a Kuroko, la garganta le ardía y ahora estaba a punto de quedar afónico.

Se iba a rendir, estaba cansado, sediento, hambriento, ¿qué más podía hacer? Kuroko había dicho "estoy abajo" ¿ a que se refería con eso? ¿abajo del bosque?¿en una cueva? ¡Una cueva! Podría ser.

Kagami empezó a buscar cuevas por donde estaba, encontró algunas pero eran tan pequeñas que él duda que Kuroko estuviese ahí, buscó, buscó y no dejó de buscar por más que su cuerpo le imploró un descanso. Finalmente tuvo una idea

Quizá y no iba a funcionar, quizá y si, tenía que averiguarlo. Había llegado a una cueva grande, enorme a decir verdad, pero esta tenía varios caminos y siendo esta desconocida para el pelirrojo corría el riesgo de perderse y jamás encontrar la salida. Kagami tomó su teléfono, este ya tenía baja batería por lo que le quedaban pocos minutos con el. Llamó a Kuroko y alejó su teléfono mientras se adentraba a la cueva, el aire hacia falta, el frío iba en aumento, la oscuridad...no podía ver más allá de donde le permitía la luz de su móvil. Y el teléfono marcaba "llamando a Kuroko Tetsuya" Kagami incluso no respiró para escuchar mejor su alrededor y no tardaron muchos segundos en escucharse un leve zumbido sobre las rocas, un tono, uno bastante débil que creaba eco entre los muros, era el teléfono de Kuroko...

Kagami llamó y llamó dejándose guiar por este sonido, era algo así como si propio mapa del lugar, se repetía a si mismo "izquierda, derecha" para recordar en qué lugar había pasado y en dónde había dado la vuelta.

—¡Kuroko!—Gritó a todo pulmón. Su voz resonó por todo el lugar, podía escuchar el zumbido del teléfono que de un momento a otro dejó de sonar. Frente a él se encontraba una gran piedra que le impedía el paso, apenas si podía meter el brazo o un poco la cabeza para mirar que era lo que seguía después.

Todo era tan oscuro...si hubiese sabido que estaría en un lugar como este hubiera traído todo lo necesario, incluso para romper las rocas.

Escuchó un leve sonido, apenas si podía llamarse quejido, la piel se le erizó al más grande y casi a la altura de sus rodillas pudo ver una grieta. Se puso de rodillas y con la poca luz de su teléfono logró...

Y...¿Quién es él? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora