Yo soy una sombra.

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El seguro de la puerta se quebró y tanto ese ser como Kagami dieron un sobresalto, este ser miró hacia la puerta con rabia y tuvo que dar unos cuantos pasos para asomarse a ver quien era el causante de que sus planes fueran aplazados cada vez más ¡Improvisar no era parte de ellos!

-No...Tú...-Aquel ser dio pasos hacia tras, era como si hubiese visto un fantasma, incluso pudo ver Kagami como este se tornaba más pálido de lo habitual. Y eso era porque en realidad había visto uno.

-Estoy en casa...-Rió con un poco de gracia y dificultad, se agarraba de ambos extremos de la puerta abierta, y las piernas apenas si podían sostener su débil y desnutrido cuerpo. Kuroko había regresado...había regresado a casa.

Kagami escuchó la voz de este y no pudo creerlo al principio, pensó que su cruel mente le estaba jugando algo, pero ver al ser asustado por mirar al otro de la puerta le hizo pensar que de verdad era Kuroko. Se escucharon unos pasos torpes y arrastrados, el ser dio los mismos hacia tras y tras ellos cayó por algo sobre le suelo.

No tardó en mostrarse Kuroko delante de Kagami y cuando ambos juntaron las miradas un suspiró de alivio y una sonrisa les nació.

Ambos pensaban que el otro ya estaba muerto, ambos pensaban que sería mejor morir si el otro no se encontraba en sus vidas...Pero Kuroko al ver de nuevo a su luz en aquella cueva pudo volver a vivir, se sentía muerto ahí dentro, incluso pensó que se estaba pudriendo ahí, pero verlo, sentirlo, escucharle y saber que estaba ahí le hizo sentir vivo otra vez, le dieron ganas de luchar, un poco más, sólo un poco más, y cuando el otro se lo llevó inconsciente pensó que no habría como escapar, que no podría, que se quedaría ahí y moriría, que por culpa suya su luz iba a sufrir toda la vida.

Pero el otro, ese estúpido ser llegó en la madrugada, he intentó matarlo, vaya que lo intentó, le quitó el teléfono y le electrocutó. Y se hizo el muerto durante esos momentos, parecía que el ser era uno demasiado confiado pues ni siquiera quiso asegurarse de que respiraba o no, lo dejó ahí, tirado en la cueva, lo quiso enterrar pero sólo lo dejó en un hoyo a morir.

Algo en el le decía que su luz estaba muerta, la otra decía que si así fuera el seguiría supuestamente vivo, que el ser quería matarlo para quedarse con su luz, claramente no iba a permitir algo como eso, cuando salió con Kagami le advirtió que a pesar de amar tanto el trabajo en equipo era una persona egoísta, y que la única sombra y la única luz serían ellos dos.

No otra, sólo ellos dos.

Se armó de valor después de escuchar los truenos del día, las fobias le ayudaron a subir de aquel hoyo para encontrase en tierra firme, en cuanto sintió el pasto quiso llorar, cuando vio el agua quiso correr y hundirse en ella para poder beber algo de ella, pero no había tiempo, había algo que le decía que su luz estaba en serios problemas ahora mismo. Él iba a dar hasta lo imposible sólo porque amaba a su luz.

Kagami no pudo hablar, las energías que tenía era aún más bajas de las que tuvo toda la semana, se sentía mudo y eso le provocó ansiedad, quería gritarle a su sombra que era hermoso que estuviese vivo, que era hermoso tenerlo de vuelta "bienvenido" en una especie de respuesta hacia su saludo.

-¡Estabas muerto!-Le gritó el ser celeste.

-...Soy un fantasma, no puedo estar muerto.

-Las luces se matan como yo lo hice ¡es imposible que estés vivo!

-Yo no soy una luz.-Respondió y el otro pareciese ser que lo asustó. Pero miró hacia el pelirrojo y sonrió, se movió como la luz y se puso a espaldas de el más alto.

-¡No me importa! ¡Mis planes no se van a cambiar! Mataré a tu luz si te acercas.

-No pensé que mi otro ser fuese tan inmaduro. ¿Sabes con quien te estás enfrentando? No soy una luz, adivina qué soy.

Y...¿Quién es él? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora